Adrian Belew está en contacto con La Voz vía Zoom, pero no prende la cámara, acaso porque atraviesa un posoperatorio de una intervención quirúrgica en su mano izquierda.
El guitarrista estadounidense no dio una explicación al respecto, pero el modo amable y profuso con el que contesta sugiere que sólo no quiere que lo vean con gesto de vulnerabilidad y agobio, algo que está en las antípodas de lo que tiene que promocionar en esta entrevista.
Eso es Beat, el supergrupo que el guitarrista estadounidense armó con el bajista-stickista Tony Levin, el también guitarrista Steve Vai y el baterista Danny Carey, que está programado en Atenas, el sábado 3 de mayo.
Antes de seguir, conviene repetir por si el lector se diluyó o no tomó debida cuenta: el violero de Frank Zappa, Talking Heads, King Crimson y David Bowie (Belew) vendrá a Córdoba junto a compatriotas calificados para expresarse a su altura. Es decir, junto con un compañero en años gloriosos de King Crimson (Levin), un colega catalogado como uno de los virtuosos más expansivos de la guitarra eléctrica (Vai) y un percusionista que ha dado sobradas muestras de sofisticación como miembro de la banda de metal progresivo Tool (Carey).
Bueno, todos ellos juntos, en el remodelado estadio de barrio General Bustos, en unos meses. Y como si con eso no bastara, vendrán para actualizar una selección del repertorio realizada entre los discos que abrieron los ‘80 de King Crimson: Discipline (1981), Beat (1982, del que se toma el nombre) y Three of a Perfect Pair (1984).
Hablamos de las obras en las que el grupo del británico Robert Fripp reformuló su enfoque luego de sacudirlo todo con obras monumentales del prog rock de fines de los ‘60 a los primeros ‘70.
Para ese renacimiento después de siete años de repliegue, en los que fue socio creativo de Peter Gabriel, colaboró con Bowie en Heroes (1977) y en Scary Monsters (and Super Creeps) (1980) y publicó los solistas Exposure (1979) y God Save the Queen/Under Heavy Manners (1980), Fripp quería dar vuelta como una media a King Crimson e incorporar nuevas ideas. Nuevas ideas en cuanto a sonoridades (guitarras como urdimbres sobre polirritmia) y concepto (el alcance del habla cotidiana, entre otras inquietudes).
Y para ello logró la formación que alucinó: Belew, Levin (que había grabado para él en Exposure) y el ilimitado baterista Bill Bruford, compañero suyo en el Crimson de los primeros ‘70.
Uf, ¡qué flash!
“No podemos tocar los tres discos de principio a fin. Simplemente no tenemos tanto tiempo en el escenario. Así que tomé la decisión de elegir 16 canciones y consensuamos otras piezas instrumentales con Tony, Steve y Danny. Lo esencial está”, asegura Belew.
“Armé el setlist pensando en darte lo que querés y añadir algo que quizás no esperes”, remata.
–Pero te llevo al grado cero: ¿qué te motivó a crear esta superbanda?
–Mi motivación fue que sentía que la música que King Crimson hizo en los ‘80, que es muy popular para mucha gente, estaba en peligro de no volver a tocarse en vivo. Recientemente, el nuevo King Crimson, que no me incluyó en sus filas, tocó el material más antiguo del grupo. Y sentí que, bueno, ahora es el momento de que alguien lo haga con el de los ‘80. Sentí ese deber. Llamé a Robert para ver si estaba interesado. Se negó, pero dijo que me deseaba lo mejor si quería hacerlo yo mismo. Y entonces armé esta banda. Me llevó cinco años ese proceso, pero sabía exactamente lo que quería hacer. Sabía exactamente con quién quería tocar y tenía a mi favor el hecho de conocer al equipo de producción y al equipo técnico para desarrollar todo. Todo funcionó perfecto. No lo puedo creer.
–¿Podés recordarme las circunstancias en las que Tony Levin y vos se unieron a King Crimson a principios de los ‘80?
–Sí, claro. Estaba en Londres de gira con Talking Heads y recibí una llamada la primera mañana que estuve allí. Era de Robert Fripp, a quien conocía poco. No anduvo con rodeos y me preguntó si quería estar en una banda con Bill Bruford y él. No mencionó a King Crimson, sólo se refirió a “una banda”. Por supuesto, le dije que estaría muy emocionado de hacer eso. El siguiente paso fue reunirnos en Nueva York para audicionar bajistas. Audicionamos a 30, pero creo que desde el principio Robert ya sabía que Tony Levin era el indicado para el trabajo. Porque, ya sabés, Tony había grabado con Robert en Exposure, así que su elección fue obvia. Así entramos en King Crimson.
A continuación, Belew cuenta que, después de todo eso, armaron un cronograma para reunirse en Inglaterra para ensayar y tratar de escribir material. “Sobre todo Robert y yo”, apunta.
“Escribíamos todos los días; practicábamos todos los días, sobre todo el material con las guitarras entrelazadas. Y llegamos a un punto en el que teníamos suficiente material para hacer algunos shows por Inglaterra. La idea era testear cómo sonaba lo creado frente a una audiencia en vivo. Todo resultó bien, por lo que fue lógico que termináramos en estudio grabando Discipline”, complementa.
–¿Cómo analizás en retrospectiva el período de tiempo que incluyó “Discipline”, “Beat”” y “Three of a Perfect Pair”?
–Para mí fue un momento muy emocionante. Me encantaba la música que estábamos creando, los shows que estábamos haciendo, pero fue difícil. Hicimos muchos viajes, nos agotamos. Quiero decir, nos enfrentamos a tres giras mundiales al hacer tres discos en tres años. Fue demasiado tener que nutrir de creatividad a algo como King Crimson, tan complejo y lleno de concepto. Y más teniendo en cuenta que, casi en simultáneo, acababa de firmar un contrato como solista. Saqué dos discos como solista durante ese tiempo, por lo que puedo decir que grabé cinco discos en tres años. Hubo momentos en la banda que fueron divertidos y otros en los que la cosa se puso un poco tensa, aunque nunca fea.
–¿Por qué pasó eso?
–Me refiero a que, ya sabés, Robert quería las cosas de cierta manera, y eso significaba que el resto teníamos que ceder en nuestras opiniones. No tuve tantos problemas como Bill. Robert fue particularmente duro con lo que quería que Bill hiciera conmigo. Sólo moderaba cuando yo le decía “esto no, porque estoy escribiendo esta parte en esta tonalidad”. Me apoyó mucho ante mis ideas, me dio libertad. No obstante, fue duro trabajar en una banda donde una persona tiene todo que decir.
–Fuiste músico de apoyo de Frank Zappa, de Robert Fripp y de David Bowie, tres genios absolutos en la historia del rock. ¿Fuiste privilegiado o lo fueron ellos de tenerte?
–Tuve ese privilegio, pero creo que soy tan genio como cualquiera de ellos. Quiero decir, si vas a llamar a alguien genio por lo que hace en su trabajo, probablemente yo podría desempeñar ese papel con la misma facilidad. No me considero un genio, ni estoy seguro de que alguno de ellos lo fuera. Frank, quizás, porque fue la más extraordinaria de todas las personas con las que trabajé. Pero seamos sinceros: ¡¡¡David Bowie es un artista increíble!!! Todos los integrantes de King Crimson son increíbles. Lo mismo podría decir de David Byrne, Laurie Anderson, Paul Simon y de otros tantos con los que trabajé. Supongo que ellos debieron ver algo en mí, por lo que fueron privilegiados en tenerme en el momento que pude aportar color en su música. Hice cuatro discos con Nine Inch Nails y Trent (Reznor, su líder) simplemente me decía que tocara lo que quisiera. Nunca me dio instrucciones, pude hacer lo que quise y luego él eligió las partes que le gustaron. Así es como deberían ser las colaboraciones.
Steve Vai, fan confeso de King Crimson
–En Beat tocás le guitarra junto a Steve Vai. ¿Cómo llega él al proyecto?
–Cuando estaba pensando en quién podría reemplazar a Robert para tocar este repertorio, recordé un artículo en el que Steve declaró lo mucho que le gustaba lo que tocaba Robert y lo fundamental que eran esos discos de los ‘80 para él. Pero más allá de este artículo, objetivamente pensé: “Si alguien puede tocar este repertorio, ese es Steve Vai”, a quien no conocía en ese momento. Se mostró muy entusiasmado cuando lo llamé y me confesó que para él era un desafío. Lo único que le preocupaba era si podía honrar o no las partes de Robert. Y ahora puedo decir que lo hizo. Por otro lado, Robert y él hablaron muchas veces sobre esta música y sobre otras cosas, tienen sintonía. Robert está muy contento con lo que está haciendo Steve, y Steve está emocionado de hacerlo.
Belew no exagera cuando dice que Steve Vai está “emocionado” de girar con Beat. El mismo miembro de G3 lo dejó claro en una entrevista reciente con MusicRadar, en la que además pidió que cualquier elogio que verbalice sobre las contribuciones musicales de Belew serán insuficientes.
“Sabía sobre su trabajo con Zappa, pero eso no me mostró toda su brillantez. Necesitás escucharlo o ver cómo flexiona sus músculos en diferentes situaciones para descubrir la amplitud de sus habilidades. Hay contribuciones suyas a David Bowie y Talking Heads, pero lo que hizo en esos discos de King Crimson de los ‘80 fue monumental”, amplió Vai.
“Juntos hemos fusionado nuestros sonidos de una manera que crea un espectáculo realmente dinámico”, aseguró luego.
“Yo diría que Adrian está subestimado. OK, nadie toca como nadie más, nadie puede tocar como yo, pero pueden acercárseme. Honestamente, no hay nadie que se pueda acercar a Adrian”, sumó.
“Hay una forma especial en la que ha creado su propia dimensión de sonidos. Es increíble verlo tocar esta compleja música polimétrica mientras canta a los 75 años. Todavía toca las notas con esa voz sedosa. Habla y bromea, mientras yo tengo que mantener la cabeza baja. ¡Es una maravilla!”, remató Steve Vai.
La alucinación que sintió Vai por las guitarras de Fripp fue similar a la de Danny Carey con respecto a las baterías grabadas Bill Bruford.
Belew: “Esos discos y la forma de tocar de Bill en ellos cambiaron el punto de vista de Danny sobre la música. Alguien así quiero en una banda, alguien con un profundo interés personal por interpretar una música que ha sido decisiva para él. Danny siempre fue mi primera opción para Beat y, al igual que Steve, tiene una sonrisa tallada en su cara”.
–A propósito de un título como “Disclipline”, ¿tocás la guitarra todos los días, todo el día?
–No. Tengo muchas otras cosas en mi vida ahora mismo. Después de terminar la gira con Beat me operaron la mano izquierda, así que recién ahora estoy empezando a tocar de nuevo sin dolor. Antes de eso, mi mano izquierda se entumecía por completo, y me despertaba en mitad de la noche en los viajes en colectivo por el dolor. Logré superar esa gira sin que nadie se diera cuenta, pero ahora me estoy recuperando. Y voy bien, muy bien. Normalmente, tengo dos guitarras acústicas junto a mi cama cuando me levanto por la mañana, y a menudo me siento y toco un rato. Estoy terminando algunos materiales, algunas canciones nuevas. Tengo un estudio en la planta baja de mi casa, así que puedo pasar mucho tiempo ahí abajo, pero no lo hago todo el día. No tengo un regimiento como algunos colegas. No toco escalas ni nada de eso. Ni siquiera sé las escalas. Sólo amo la música y tocar cada tanto. Toco con tanta frecuencia que siento que es suficiente ensayo.
–¿Cuál es el mejor álbum en el que participaste y por qué?
–Discipline, porque fue la primera vez que alguien me permitió hacer todos los roles que había estado esperando hacer. Quiero decir, comencé como guitarrista y fue en King Crimson a partir de Discipline que empecé a ser compositor y cantante. Y que visualicé el anhelo de hacer discos como artista, ya sea en una banda o como cantautor. Hasta entonces, mis compañeros querían que yo sólo tocara la guitarra en su banda. Frank me dejó cantar mucho, al igual que David y que los Talking Heads, pero todos necesitaban que yo tocara la guitarra, lo que me puso en la mente de la gente como un guitarrista cuando, en realidad, no soy un guitarrista.
–¿No?
–Hago muchas otras cosas. Toqué la batería en todos mis discos, por ejemplo. Y otros instrumentos también. Entonces, Discipline fue Robert validándome: “OK, aquí está Adrian, él es el cantante, él es el líder, escribe las letras y compone”. Fue muy importante para mí, decisivo.
–Te vi con Bowie en el Sound & Vision Tour del ‘90 y la conexión que mostraban en escena era evidente. ¿Qué extrañás de David?
–Aprendí mucho de David. Él siempre estaba buscando cosas nuevas, cambiando. He intentado plasmar lo que aprendí de él tanto en mi música como en mi vida. Me enseñó a empujar límites y es lo que busco permanentemente. Por otro lado, era muy divertido estar a su lado porque, entre otras cosas, no se tomaba muy en serio el tema del estrellato. Incluso, podía reírse mucho de sí mismo. Realmente lo extraño y, por supuesto, también extraño a Frank. Todo el tiempo tengo sueños sobre ambos.
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