Valentino Jaitt rompió el silencio y se animó a contar aspectos desconocidos de su vida: su vínculo con su tío, Ulises Jaitt, la muerte de su madre y su infancia marcada por la violencia. La entrevista se realizó en el canal de streaming Abitare TV, dentro del ciclo de entrevistas Divas Diary.
“Yo no sabía cómo iba a terminar”
Durante la conversación, Valentino relató situaciones de maltrato que asegura haber vivido bajo la tutela de su tío Ulises, luego de la muerte de su madre, Natacha Jaitt. “Muere mi mamá y él se aprovechaba de eso. Hacíamos canjes, publicidad… cuando algo salía mal me pegaba”, dijo. Escuchaba frases como: “Esta es la única forma en la que vas a aprender”.
A los 16 años, tras insistencia del colegio, comenzó terapia psicológica. “El colegio pedía que hiciera terapia y ellos la financiaban”, recordó. Ese fue el punto de inflexión que, según sus palabras, marcó el inicio de un cambio. “Vivía en una cárcel con él”
Jaitt relató que en ese tiempo estaba “desnutrido” y que su alimentación se basaba únicamente en “fideos y arroz con aceite”. Además, reveló haber sufrido anorexia. El joven explicó que evitaba contarle al psicólogo lo que pasaba: “Sabía que iba a volver a la casa con Ulises. No tenía sentido, no tenía dónde ir”.
Describió su hogar como un lugar de permanente tensión: “Con Ulises todo era una bomba de tiempo”. Dijo que pequeñas acciones podían detonar su enojo: “Usar el tuco para los fideos, prender el aire acondicionado… todo terminaba en golpes”.
“Fue la semana crucial en la que dije ‘no quiero vivir más esta vida’”, expresó.
El día que decidió escapar
Según relató, la situación límite llegó cuando su tío fue al gimnasio. “Rompí la cerradura, preparé dos hojas escritas donde le conté todo lo que sentía y me fui”, contó. Se refugió en un hogar de la colectividad judía, donde le realizaron un chequeo médico que, afirma, constató signos de violencia.
Durante el año y medio que permaneció allí, dice que encontró un poco de paz: “Algo lindo era no levantarse con golpes ni con moretones”.

Mientras tanto, Ulises —según Valentino— seguía viviendo en la casa familiar y apareciendo en televisión “como si nada hubiera pasado”.
Tiempo después, Valentino decidió volver a la casa familiar para darle “una segunda oportunidad”. “Extrañaba una parte buena de mi tío”, explicó. Sin embargo, señaló que las situaciones de maltrato verbal continuaron: “No fue físico, pero sí mental, con gritos y formas de hablar”.
Tras ese episodio, realizó una denuncia en la Defensoría del Menor. “Ulises me apagó la luz que yo tenía, esa que estoy tratando de encender”, dijo.
La lucha por la muerte de su madre
Hoy, ya mayor de edad, Valentino aseguró que elige no continuar con la lucha judicial por la muerte de su madre: “Acepté que mi vieja tiene que descansar”.De todos modos, sostuvo que “hay gente muy poderosa involucrada” y que por eso no puede avanzar: “A la gente que la mató no la voy a nombrar. A esa gente sí le tengo miedo. A Ulises no, pero a ellos sí”.
“Si mi vieja estuviera viva, mucha gente que hoy está frente a cámara no estaría. Ella es una víctima de desaparición”, afirmó con dureza.

Valentino contó que enfrenta la vida en soledad, tras la muerte de sus padres: Natacha Jaitt y Adrián Yospe, fallecido de cáncer de hígado. “tengo que enfrentar la vida solo”, lamentó.
También recordó episodios perturbadores vividos durante su niñez: “Tenía que escuchar los gemidos de las mujeres con las que estaba mi tío, a pocos metros. Era incómodo, perturbador para un chico”.
Finalmente, el joven concluyó que su testimonio busca cerrar un ciclo: “Solo quiero contar lo que viví. En esa casa hay gritos, sudor y sangre en las paredes”.
