La influencer cordobesa Mar Tarrés brindó una entrevista en el ciclo Un mate con, de Clarín.
Allí habló sobre su radical cambio físico, con el que logró bajar más de 60 kilos. En una conversación a corazón abierto, Mar relató cómo vivió el salto a la fama tras su participación en el concurso La chica del verano y cómo adoptó un estilo de vida saludable con el objetivo de vivir más años que su padre.
Consultada por María Lapadula sobre el origen del cambio, respondió: “Yo venía con muchas deudas desde la pandemia. Con 17 sucursales de ropa en todo el país, en la pandemia fue un desastre. Me pasó un tsunami por la vida, tuve que cerrar locales, pagar doble indemnización. Todo eso me afectó mucho y obviamente uno se aferra mucho a la comida", introdujo.
Y añadió: “Inclusive, engordé más de lo que ya estaba. Un día una amiga me dice que me iba a recomendar una terapeuta. Yo empecé por eso, en mi cabeza no era una opción bajar de peso. Empecé a trabajar el tema de lo económico, de cómo me afectaba a mí emocionalmente todo lo que estaba viviendo… Y esta terapeuta me ayudó a darme cuenta que no solamente mi problema era las deudas, sino también que con 35 años pesaba más de 140 kilos. Y empecé a desbloquear todas las emociones que me llevaron a ser gorda. Porque uno no es gordo por comer solamente o por el hambre. En realidad, el hambre que yo siempre tuve fue emocional. Empecé a desbloquear y, de hecho, creamos juntas el taller de desbloqueo emocional que hoy le está cambiando la vida a miles de personas.
Lapadula le preguntó si este cambio también fue acompañado por profesionales, a lo que Tarrés respondió: “Primero fue el clic del desbloqueo emocional y de ahí empecé a buscar ayuda en médicos, en profesionales... Ahí empiezo el Plan Salud Total, que es con el que sigo hasta hoy. Mi papá pesó 350 kilos, yo venía de una genética muy cargada con el tema de la obesidad. Alos 35 mi papá pesaba unos 160 kilos. Entonces, el médico un día me dice: “¿Vos sos consciente que a los 35 años más o menos pesas lo mismo que pesaba tu papá a esa edad, y tu papá murió a los 49 con 350 kilos? Quiere decir que tenés todos los números comprados para, a tus 49 años, pesar 300 kilos como tu viejo”. Ese fue otro clic".
El miedo y el hate
Durante la charla, Mar Tarrés se detuvo a reflexionar sobre los bloqueos emocionales que tuvo que trabajar en terapia. Reconoció que, sin darse cuenta, había construido una especie de lealtad inconsciente hacia su padre, a quien consideraba su ídolo.
“Mi viejo fue un tipo tan carismático, tan querido, tan exitoso… A pesar de estar gordo, logró tantas cosas en la vida. Yo siempre quise parecerme a él”, recordó. Pero con el tiempo entendió que, sin proponérselo, también estaba repitiendo su historia en el cuerpo.
A eso se sumaba otro obstáculo más profundo: Mar había alcanzado el éxito siendo gorda. Había ganado dinero, fama y reconocimiento con Minas jodidas, con su marca de ropa y con el cariño de un público que la admiraba justamente por desafiar los estereotipos. “Sentía que si bajaba de peso, los iba a traicionar”, confesó. Superar ese miedo fue uno de los grandes desafíos de su proceso personal.
Cuando decidió comenzar su cambio físico, lo hizo en silencio. “Al principio no decía nada por miedo a que me cancelen o me odien”, contó. Pero las transformaciones comenzaron a hacerse visibles y, con ellas, llegaron las críticas. Frente a las reacciones, Tarrés fue contundente: “Yo vi a mi papá con 350 kilos y sé lo feo que es vivir con eso. Iba camino a eso. Esa gente que se enoja porque bajé de peso no me va a limpiar el culo el día que pese 200 kilos y no me pueda mover”.
Con esa crudeza y honestidad, aseguró que aprendió a priorizar su salud y su bienestar por encima de la opinión ajena: “No le debo dietas ni explicaciones de mi cuerpo a nadie”. Si bien perdió seguidoras que la amaban por ser “la gorda que desafiaba al sistema”, ganó un nuevo público interesado en la vida saludable. “No hay mal que por bien no venga”, concluyó.
La influencer, que logró bajar más de 60 kilos, también recordó el fuerte impacto emocional que vivió cuando ganó el concurso La Chica del Verano. “Era un certamen de belleza con las mujeres más lindas y famosas de la Argentina, y de repente apareció una chica gorda que nadie conocía”, dijo. La repercusión fue inmediata: se generó un fenómeno social con posturas enfrentadas. “Algunos decían ‘que gane la gordita’, otros se preguntaban por qué tenía que ganar una gorda si ni siquiera iba al gimnasio”.
El nivel de exposición y agresión en redes fue tan alto que afectó su salud mental. “Lloraba muchísimo”, recordó. Sin embargo, con el tiempo aprendió a capitalizar el odio. “Hoy entiendo que las redes están para ganar plata. Si tenés redes y no estás facturando, estás haciendo algo mal”, aseguró, reivindicando su capacidad de transformar la hostilidad virtual en una herramienta de trabajo.