Mucho antes de llegar a la televisión argentina, Donato De Santis llevaba una vida que parecía salida de una película: cocinaba, organizaba eventos y manejaba decisiones clave dentro de la mansión de Gianni Versace en Miami Beach. Su vínculo comenzó en 1993, tras más de una década de formación profesional, cuando fue contratado como chef personal del diseñador.
Durante seis años vivió dentro de Casa Casuarina, “codo a codo con la familia Versace”, tal como él mismo recuerda. Su rol iba mucho más allá de la cocina: además de preparar risottos y evitar a rajatabla la cebolla y los mejillones, Donato actuaba como manager interno, coordinando personal, regalos, fiestas y decisiones logísticas que sostenían la rutina del diseñador.
“Gianni was shot”: el llamado que cambió todo para la vida de Donato De Santis
Donato no estaba en la mansión cuando ocurrió el crimen. Antes de las nueve de la mañana recibió una llamada desesperada de la arquitecta de la casa: “¡Gianni was shot! (“Le dispararon a Gianni”). En estado de shock, se dirigió al Jackson Memorial Hospital y llegó apenas minutos después de la ambulancia. Versace había recibido dos disparos en la puerta de su residencia y falleció camino al hospital.

A partir de ese momento, De Santis quedó inesperadamente al frente de una situación caótica. Con la familia fuera de Estados Unidos, él se transformó en el enlace directo entre abogados, funcionarios, médicos y una prensa que ya acampaba fuera del hospital.
Donatella Versace le pidió expresamente que evitara filtraciones y mantuviera el control de la información. Donato improvisó como pudo: llegó a organizar falsas limusinas para despistar a los periodistas y proteger la privacidad de la familia.
El episodio más delicado ocurrió cuando Donatella y Santo Versace, recién llegados de Europa cerca de las dos de la mañana, pidieron ver el cuerpo. Legalmente, eso no era posible: en casos de asesinato, el cadáver pasa a ser “propiedad del Estado”.
Donato reaccionó de inmediato, contactando al gobernador de Florida, quien luego lo derivó al médico forense. Con esa intervención logró un permiso excepcional: los hermanos pudieron ver el cuerpo a través de un vidrio.

Esa noche, tras regresar a una Casa Casuarina tomada por detectives, modelos, actores y colaboradores en estado de shock, Donato decidió hacer lo único que sabía que podía aliviar algo el dolor: cocinar. Preparó la crema pastelera fría favorita de Gianni y pasta caliente.
Antonio D’Amico, pareja del diseñador, rompió en llanto al probar el postre, un momento que desató un llanto colectivo y aflojó la tensión del ambiente.
El asesinato de Versace fue un antes y un después para Donato. Permaneció dos años más trabajando con la familia en Nueva York, pero la intensidad de aquella etapa dejó una huella imborrable.
A finales de 1999, eligió empezar una nueva vida en Argentina, lejos del caos mediático y de la tragedia que atravesó la moda internacional.
























