Eugenia “La China” Suárez se cansó. La actriz y figura mediática, acostumbrada al escrutinio público, tomó una decisión drástica y sumamente polémica: en lugar de ignorar o responder sutilmente, eligió exponer con nombre, usuario y fotografía a las mujeres que la criticaron duramente en redes sociales.
El detonante fue un nuevo carrusel de fotografías en su cuenta de Instagram, donde acumula más de 7.8 millones de seguidores.
La actriz, que actualmente reside en Estambul, Turquía, junto al futbolista Mauro Icardi, compartió una serie de selfies en primerísimo primer plano de frente y de perfil.
Como es habitual, la publicación se llenó rápidamente de comentarios, tanto de elogio, “Hermosa”, “Que muñeca”, “Tan hermosa y luminosa”, como de un hate visceral y sin filtro.
Fue precisamente esa lluvia de comentarios negativos lo que colmó la paciencia de La China.
Mensajes como: “Esas pestañas y esa boca” con emojis de burla, “Vomito”, “Siempre las mismas fotos pedorras” o la irónica “Te faltó un poquito más de zoom ya que no se ve bien tu cara” provocaron una reacción inusual.
La actriz no optó por el camino tradicional del silencio o el descargo general, sino que desplegó una estrategia de exposición directa en sus historias.

La actriz, al pie de este video, escribió “Buenas noches, me espera el amor de mi vida en mi cama, mis hijos duermen y tengo sueño ya! descansen”, junto a un emoji de risa.
La frase, lapidaria y con un alto contenido de clasismo estético, dejaba entrever que, a su criterio, la crítica sólo es tolerable si proviene de personas que ella considera atractivas.
La China Suárez, entonces, devolvió el golpe de odio con una estocada que apuntaba directamente a la autoestima de sus detractoras.

El mensaje implícito de su descargo (“no podés ser fea y mala”) fue lo más criticado, pues sitúa la validez de la opinión o la crítica en función del aspecto físico, perpetuando el mismo sistema de juicio y presión estética que se supone estaba combatiendo.





















