Por estos días, el sistema mediático nacional se vio congestionado por dos polémicas que en el fondo comparten una incomodidad similar.
Por un lado, el regreso de Gustavo Cordera en algunas entrevistas después de su “cancelación” casi 10 años atrás y, por el otro, el “descargo” de Celeste Cid tras las críticas y preguntas sobre su aspecto físico.
Para no caer en saco roto, los dos temas requieren (muy a pesar de lo que opine la sensibilidad libertaria) de una mirada con perspectiva de género, término que muchos desean jubilar o pasar a retiro.
El caso que nos compete, el de Cid, no presenta ninguna novedad en sí mismo, pero el hecho de que cada vez más mujeres famosas pongan en tela de juicio las exigencias sobre el aspecto físico colabora para que el tema (que claramente no está saldado) no se caiga de la agenda en un momento en el que cualquier perspectiva de género goza de una reputación radiactiva o repelente.
Pero recapitulemos.
Derecho a envejecer
La actriz Celeste Cid hizo días atrás un raid mediático para promocionar la nueva película que protagoniza con Benjamín Vicuña Papá x dos.
Los videos de sus apariciones cosecharon muchísimos comentarios, muchos de ellos agresivos, pero otros genuinamente sorprendidos por un evidente cambio en su rostro.
Para desactivar esa violencia, la actriz escribió en sus redes una reflexión que rezaba: “Leí comentarios que decían ‘Ya no tiene la misma cara que a los 20’, ‘¿qué se hizo?’, ‘basta de cirugías’. No quería dejarlo pasar, porque creo que hay un tema ahí por debajo que, como mujer, por supuesto me convoca y lo observo en redes en general: pretender que tengamos la misma cara para siempre, además de cruel, es imposible. No tengo cirugías: soy una mujer de casi 42 años, y me parece justo que las mujeres podamos crecer en paz”.
Y cerraba: “El hecho de que además estos comentarios sean escritos por otras mujeres no hace más que evidenciar el mandato que tenemos encima: no se nos está permitido envejecer”.
En el mismo sentido se pronunció la exintegrante de Bandana Lourdes Fernández, quien se sumó a Cid y grabó un descargo por las críticas que recibe sobre su aspecto.
“Después me preguntan por qué uso filtro. Qué sé yo, no sé, porque hay mucha gente que te ve con canas, y te ve con las raíces crecidas, y te ve con el HD a full en una nota. Me quedé con una angustia”, dijo Lourdes, quien reconoció cuánto le duelen los comentarios crueles sobre su aspecto con el paso del tiempo.
Así como Lourdes, muchas famosas se pronunciaron en apoyo a Cid y pidieron que cese el hostigamiento tan dañino, y a la vez tan típico de las redes sociales.
Ya el tema había sido instalado tiempo atrás por grandes de la industria del entretenimiento como Madonna o la propia Demi Moore, quien protagonizó La sustancia, filme en el que el tema central son las crueles intervenciones quirúrgicas que intentan compensar el paso del tiempo.
Moore habló mucho al respecto pero enfatizó en lo que ocurre en la industria particularmente: “Todos los que estamos en el ojo público enfrentamos un poco más de juicio y una crítica externa más dura (…) Creo que lo que fue tan identificable es realmente esa violencia que podemos ejercer contra nosotros mismos”.
Sarah Jessica Parker, quien tuvo la fortuna pero también la condena de volver a interpretar a su personaje de Carrie Bradshaw más de 20 años después del original, también hizo hincapié en las críticas que recibió por su aspecto físico.
“Se siente casi como si la gente no quisiera que estemos bien en el lugar en el que estamos, como si casi disfrutaran de que nos duela lo que somos hoy, aunque elijamos envejecer de forma natural y no lucir perfectas o si nos hacemos algo si eso nos hace sentir mejor”, expuso la actriz.
Y luego lanzó el dardo doloroso: “Sé cómo me veo. No tengo otra opción. ¿Qué voy a hacer al respecto? ¿Dejar de envejecer? ¿Desaparecer?”.
Frases como mantras
Desde hace un tiempo ciertos eslóganes han logrado instalarse dentro de una parte de la cultura popular. Alguno de ellos, “mi cuerpo, mi decisión” o “no se habla del cuerpo ajeno”, sirven para entender lo que pasó con Cid.
Ella está en todo su derecho de realizarse (o no) los retoques e intervenciones que quiera y, nadie, pero nadie, tiene el derecho a ser cruel sobre esas decisiones.
Lo que también es cierto es que de un tiempo hasta esta parte los rostros de las famosas (la mayoría excepcionalmente bellos) han ido perdiendo sus particularidades para homogeneizarse en labios cada vez más carnosos, pómulos cada vez más prominentes y frentes que no advierten ninguna arruga.
Y muchas de las actrices antes mencionadas, que con valentía se animan a contar sus padecimientos, no han quedado exentas de esos cambios. Basta sólo con mirar sus rostros, otrora perfectos, luchar contra lo inevitable del envejecimiento celular.
Así las cosas, la vara con la que se mide el envejecimiento femenino sigue estando –a pesar de que muchos adviertan avances en los últimos años– en la estratosfera.
La clara confirmación de que hay que seguir discutiendo de estos temas es que, cuando se hablan, se puede advertir que las contradicciones están a la orden del día.
Entonces, quien esté libre de prejuicios, que tire la primera piedra.