Días atrás, se viralizó un video de Alberto Cormillot realizando un número artístico arriba de un trapecio para el circo Servian.
El destacado médico, referente del cuidado personal y la longevidad saludable, dialogó con La Voz en Vivo y contó el trasfondo de su actividad.
“En realidad, vengo bailando desde hace algunos años. Empecé a probar con distintas disciplinas: danza contemporánea, tango, un poco de aéreo... Había subido varios videos a internet con ejercicios que hago cuando voy a clases. Esto que hice es uno de esos ejercicios”, introdujo.
Y puntualizó: “Un día fui al circo con mi familia y después de la función se me acercó el gerente a saludar. Le pedí si podía ver a las acróbatas porque me había encantado el espectáculo. Y al día siguiente me llamaron para invitarme a participar de una función. Yo no tardé ni un microsegundo en decir que sí”, dijo, entre risas.
–Estás por cumplir 87 años. ¿Qué lugar tiene el “niño interior” en todo esto? Porque lo que se vio fue a alguien jugando en el aire, no solo entrenando.
–Para colgarte del aire y divertirte, tenés que haber ensayado mucho como adulto. Tenés que poner mucho esfuerzo y repetir muchas veces si, como en mi caso, no tenés un talento natural o no empezaste desde chico. Yo comencé a bailar a los 69 años. Siempre le digo a la gente que es importante tener un hobby, algo que te apasione. Y si eso se puede combinar con la música y con la actividad física, mejor todavía.
–¿Cómo es una rutina de Alberto Cormillot?
–Tengo los siete días de la semana organizados. Me levanto a las 4, trabajo, doy clases, voy a la clínica, hago televisión. A las 17.30 corto para ir a mis clases de baile. Los jueves corto antes para buscar a Emilio al colegio. A las 19 cenamos juntos y hasta las 21 es nuestro momento. Sábados y domingos también tengo clases y lo acompaño a sus actividades, cumpleaños, salidas… Estoy presente. Y eso también es salud.
–¿Influyó tu formación médica en tu vida saludable? ¿Hay una relación entre la actividad física y la longevidad?
—Sí. A medida que fui recomendando cosas, las fui probando en mí. Empecé en televisión hace 61 años y desde entonces fui incorporando y transmitiendo lo que la ciencia iba demostrando: comer menos carne, elegir grasas buenas, incorporar pescado... Con la actividad física fue igual: empecé a jugar al tenis a los 25 y estuve 20 años. Después lo dejé por una lesión y estuve 10 años buscando otra actividad que me entusiasmara. Ninguna me atrapó… hasta que encontré el baile. Hoy practico tres tipos de baile y además hago gimnasia para mantener masa muscular. Eso es vital para el corazón, para la cabeza… y para levantar a mi hijo Emilio, que todavía es chiquito.
–¿La edad nunca fue un límite?
–No. Yo siempre digo: “No te digas ‘no’” antes de que el cuerpo te lo diga. Claro que hay cosas que ya no puedo hacer. Por ejemplo, hay coreografías muy rápidas que hacen mis profes o compañeros que yo no puedo seguir. Entonces, elijo ritmos más tranquilos, figuras más sencillas. Empecé a hacer aéreo a los 83, y me gustó. Me siento seguro. El cuerpo me manda mensajes, a veces me pide que baje un poco… y a veces le hago caso, otras no.
–Un genetista de Harvard dijo que la persona que va a vivir 150 años ya nació y que dentro de 10 años podríamos rejuvenecer con una pastilla. ¿Ficción o realidad?
–Yo suelo estar bastante actualizado con estos temas, y te diría que hoy la longevidad máxima comprobada ronda los 118 o 120 años. Más allá de eso, por ahora, me parece poco probable. Yo estoy activo, sí, pero tuve tres cánceres, colesterol alto desde joven, dos infecciones serias… Y salí adelante gracias a mi estilo de vida: como bien, no fumo, no bebo, descanso lo suficiente, trato de tener buena onda con la gente.
–Durante décadas hablaste del cuidado del cuerpo. Pero en los últimos años, se nota un giro: hablás más del sentido de la vida, de tener pasión por vivir. ¿Es así?
–Sí, totalmente. Al principio me centré en lo que aprendí en la facultad, pero con los años me fui formando en otros aspectos. Me formé en Alcohólicos Anónimos, que me ayudó a entender las enfermedades crónicas. Después vino lo académico, y en los últimos 20 años apareció con fuerza el concepto del ikigai, esa idea japonesa del “para qué te levantás cada mañana”. Empecé a incorporar también la importancia de tener proyectos, evitar la soledad, estar con gente, ser amable, agradecido, tener buena onda. Todo eso genera buenas hormonas, buen ánimo. Y eso también es salud. Y, además, hay que ser siempre alumno de algo. El que se cree experto ya está perdido.
–Solemos hablar de la jubilación solo para criticar lo mal que se paga. ¿Pero qué pensás del hecho de jubilarse como decisión de vida?
–Jubilarse está bien si tenés que hacerlo, si aportaste y corresponde. Pero mucha gente lo asocia con el fin de su vida activa. Una persona que se jubila a los 65 puede tener 15 o 20 años más de vida. ¿Qué vas a hacer con esos años? Si no tenés algo que te apasione, te vas a deteriorar más rápido. Yo tengo muchas lesiones, pero me recupero y sigo. No tengo idea de qué parte de mi vida podría jubilar. Porque hoy hago cosas que me gustan. No sé si será para siempre, pero lo es hoy. Y eso ya es mucho.