En un panorama teatral en el que la atención del público es un bien cada vez más preciado y efímero, el regreso de Los Modernos a los escenarios cordobeses es una celebración. Alejandro Orlando y Pedro Paiva, dos nombres que se han convertido en sinónimo de humor inteligente y refinado, vuelven al teatro Comedia con su aclamado espectáculo El humor después del humor. Este regreso, que tendrá seis funciones (5, 6, 7, 11, 12 y 13 de septiembre), es nuevamente una cita imperdible para quienes buscan algo más que risas fáciles.
En más de dos décadas de carrera, esta dupla forjó un camino único y propio, consolidándose como referentes de un tipo de humor que trasciende fronteras. Su historia es un testimonio de creatividad y una sinergia artística que, como ellos mismos lo definen, es algo “mágico”.
Los orígenes de una leyenda moderna
Los Modernos nacieron el 3 de abril del año 2002, en medio de una Argentina convulsa y en plena crisis poshelicóptero de De la Rúa. En ese contexto de incertidumbre, decidieron “pasar la gorra”, una decisión que marcó el espíritu de adaptación que los ha caracterizado. Su estética inicial, con zuecos para elevarse donde no había escenario, anillos llamativos y pelucas, ya denotaba una búsqueda de originalidad.
Su nombre, como muchas grandes historias, surgió de forma inesperada. Mientras buscaban cómo bautizarse, pasaban por el barrio General Paz, donde vivía Alejandro en ese entonces, y vieron en una pared grande y descascarada un cartel que decía “Lavadero García el Moderno”.
Alejandro Orlando recuerda el momento con vívida claridad, como una epifanía: “Pelado… ¡Los Modernos!, nos abrazamos, saltamos y quedó Los Modernos". Lo irónico de la elección, como luego descubrirían, es que, si se vive en la posmodernidad, “ser moderno es estar pasado de moda”, un juego de palabras que encapsula la esencia de su humor: observar el mundo desde una perspectiva ligeramente oblicua.
Uno de los pilares de esta dupla es la confianza mutua. Pedro Paiva es el cerebro detrás de los textos, pero no es una relación unidireccional. Alejandro Orlando tiene la total libertad para opinar. Esta colaboración en la “cocina” de Los Modernos es fundamental, lo que crea un universo donde los detalles se pulen con la delicadeza de artesanos.
Una celebración de la trayectoria
El espectáculo que ahora regresa a Córdoba, El humor después del humor, se estrenó el año pasado con un éxito rotundo. Hicieron casi 50 funciones en sólo dos meses y una función “emblemática” en el Teatro del Libertador San Martín, donde las entradas se agotaron. Para ellos, la experiencia de actuar allí fue “una locura”.
Aunque la base del espectáculo se mantiene, siempre le “agregan un 30 o 40% de cosas nuevas”. Esto asegura que, incluso aquellos que ya los hayan visto, siempre encuentren material renovado.
La relación artística entre Alejandro y Pedro es una de las facetas más fascinantes de Los Modernos. Pedro lo resume con una frase de Benedetti: “Somos mucho más que dos”.
“Créeme que eso tiene una simbología concreta, no somos la suma de dos actores, suceden cosas”, explica Paiva. Es una química tan profunda que él prefiere no desentrañar: “Yo no lo sabré explicar y es mejor que no sepa explicar lo que sucede porque de algún modo estaría rompiendo mi propia magia o mi propio momento mágico”.
Lo que sucede en el escenario cuando están juntos es una transformación. Incluso llega a un punto de curiosidad casi mística para ellos: “Estás engripado, empieza el espectáculo y se te va la gripe. Créeme que es así de curioso, obviamente que termina y empezás a estornudar, pero es un momento extraño que se da solamente cuando hay esa sinergia de estar en este caso con el Ale”, confiesa Paiva.
Alejandro respalda esta idea: “Muy pocas veces me ha pasado en la vida lo que pasa con el Pedro, hablando pura y exclusivamente desde lo teatral, es una locura cómo nos entendemos”.
Esta condición monolítica les ha permitido una rareza distintiva en su trabajo, como que no tienen director de escena. “Para mí el director de escena es todo en el teatro, una mirada de afuera que te corrige y mejora siempre, pero nosotros somos nuestros propios directores”, explica Alejandro.
Y, hablando de esa parte interpretativa, confiesan que ya ni saben bien lo que hacen, sino que salen a jugar de memoria. “Prácticamente no nos miramos cuando estamos actuando, pocas veces lo hacemos. Entonces hay muchas cosas que a veces yo veo que la gente se ríe y yo pienso ‘¿de qué se estarán riendo?,’ y es algo que está haciendo el Ale o viceversa”. A pesar de esta aparente espontaneidad, la fidelidad al texto es asombrosa. La escritura de Pedro ha evolucionado al punto de que, ahora, mientras escribe, escucha “la voz del Ale”; es “inevitable”.
El lenguaje y las modas
La capacidad de Los Modernos para observar y jugar con el lenguaje es una de sus marcas registradas. En el espectáculo, desmenuzan cómo ciertas palabras se ponen curiosamente de moda, como “empatía, zona de confort, resiliencia, decodificación emocional o neurociencia”, incorporadas al léxico cotidiano “como si fueran de toda la vida, ¡aunque tengás que estar con Google para averiguar qué son! Éramos resilientes y no lo sabíamos", comenta Pedro sobre la omnipresencia de estos términos.
Así ironiza sobre el tema en uno de los textos: “Antes usted sabía que era lo que era por ser, por ejemplo, un perro de madera. Hoy la neurociencia lo lee en su cromosoma: es usted un gil de goma”.
Luego, el texto se adentra en la “deconstrucción”, definida como “desmontar un concepto, deconstruirlo para descubrir si por detrás hay algo más”. Así presentan dos ejemplos magistrales: la deconstrucción del aceite de oliva (“es la resiliencia de la aceituna”) y la deconstrucción del vino (“es la uva que salió de su zona de confort”).

Humor universal y actualizado
La universalidad de su humor es notable. A pesar de los matices culturales, han presentado este espectáculo sin cambiar una coma en España, en Chile, en México, en Suecia y en Francia, en actuaciones para colonias latinas que “entendían el 100% del espectáculo, no hay nada localista”.
Esto demuestra que, aunque Pedro sea uruguayo y Alejandro argentino, su visión cómica trasciende fronteras.
Otro aspecto crucial en la evolución de Los Modernos es la adaptación a los nuevos hábitos de consumo de contenido. Alejandro Orlando observa cómo la cultura del “zapping” y de los “telefonitos” ha cambiado radicalmente la atención del público.
Antes, sus textos podían durar “un minuto o más, pero hoy eso ya no se sostiene”. “Ahora, si en 30 segundos no decís lo que querés decir, ya el público tiende como a desconectar. Lo nuestro ahora se ha vuelto más breve desde lo conceptual. Un monólogo que antes duraba un minuto ahora se comprime a 40 segundos, aunque la densidad intelectual se mantenga”.
Este cambio ha llevado a espectáculos más dinámicos. Mientras que en sus inicios podían hacer funciones de “dos horas de reloj” y hasta “dos funciones por día”, ahora la duración máxima es de “una hora y cuarto, hora y 20”. La razón es clara: “La gente se cansa, de verdad se cansa, es muy demandante por el tipo de humor que hacemos nosotros”, dice Alejandro. “Hoy cuesta mucho más mantener la atención del espectador por más tiempo, y nuestro objetivo es siempre que la gente no se aburra”, completa.
La transformación de Daniel en Pedro
La historia de Pedro Paiva y su nombre es un capítulo tan curioso como revelador de la identidad de Los Modernos. Como él mismo confiesa, su nombre real es Daniel. Cuando la compañía comenzó, se llamaban Alejandro y Daniel. Pero Daniel sentía que ese nombre no lo representaba, no le “daba fuerza”. Así buscó un nombre que le diera esa potencia, y se sintió atraído por Pedro: “Me gustaba de toda la vida Pedro, no para eso, sino como nombre, fonéticamente hablando”.
Alejandro Orlando relata la anécdota con humor. Eran amigos desde hacía cinco años y Alejandro seguía llamándolo Dani. La persistencia de Daniel fue tal que, en un momento, Alejandro se asombró de que lograba memorizar textos larguísimos pero no podía cambiar un nombre.
Incluso su pareja actual, con quien lleva 20 años, no concibe que se llame Daniel y le dice “hasta tenés cara de Pedro”. Este cambio no fue sólo un capricho; fue una construcción de identidad que le dio una “otra historia” y fuerza en su nueva vida en Argentina, lejos de su Uruguay natal.
En 23 años de trayectoria, la longevidad de la compañía es tan excepcional como su humor. Alejandro y Pedro no sólo son compañeros de escenario, sino amigos. Sin embargo, su éxito radica también en una forma pragmática e inteligente de cuidar la relación.
A la pregunta de si discuten o se pelean, la respuesta es un rotundo no. Para ellos, el secreto reside en establecer límites claros y respetar los espacios individuales. “Terminamos la función, cualquiera de ellas, y tenemos la opción de o vamos a comer juntos o nos separamos”. Cuando están de gira, siempre tienen “habitaciones separadas”, y, en temporadas largas en Barcelona, cada uno tenía su propio departamento. “Esa intimidad no es menor”, subraya Pedro.
Además, son “muy responsables en el tema compañía”, especialmente en la puntualidad, lo que evita “discordias tontas”. Alejandro explica que, al ser dos personas “totalmente distintas” con gustos y hábitos diferentes, deben priorizar la “salud de la compañía” para que cada uno esté cómodo y respete al otro. Y, aunque la mayoría de las veces van a cenar juntos y la pasan “superbién” hablando de fútbol o de lo que sea, “si el otro tiene ganas de irse a dormir o no tiene ganas, se va y no hay conflicto”.
Esta dinámica de respeto y autonomía, comparada con un “matrimonio” por su durabilidad, es lo que les ha permitido vivir de su arte con “muchísima dignidad de laburo”. Las posibles “discusiones artísticas” son para mejorar la obra, no para generar conflicto personal, y confían plenamente en el criterio del otro.
Pero su compromiso final e inquebrantable es con el público. “Nosotros pensamos mucho en el público, de nunca jamás en la vida subestimar al espectador. Siempre tratar de elevar la vara con la dramaturgia, con la interpretación, no ser chabacano, no ser grosero. Estamos en el lado blanco del humor y estamos felices de estar de este lado”, explican.
Para ir
Los Modernos presentarán El humor después del humor hoy, mañana y el próximo 11, 12 y 13 de septiembre. Anticipadas: en Ticketek.