La obra Las cosas maravillosas, un suceso teatral desde hace varios años en la cartelera porteña, aterrizó en Córdoba y también tuvo viento a favor. La pieza de Duncan Macmillan se está presentando en la sala Azucena Carmona del teatro Real, donde ya agotó seis funciones.
“Estamos felices y obviamente era la expectativa. Quería traer una obra diferente, que llamara la atención, que gustara, y esta obra tiene eso”, dice Facundo Gambandé, actor y productor de este unipersonal.
Las cosas maravillosas es presentada como “una experiencia teatral”: hay un personaje/narrador que va contando su historia de vida, desde su niñez hasta que es grande.
“En una hora, va hablando de todo, de momentos difíciles que él va atravesando a lo largo de su vida y cómo los fue superando, por lo cual se vuelve muy emotiva, con toques de comedia por momentos. Con un poco de ayuda del público, porque me van ayudando a contar la historia, vamos buscando una mirada positiva y esperanzadora de la vida”, dice el actor cordobés de 35 años, radicado desde hace 15 años en Buenos Aires.
La obra allá fue interpretada por personalidades muy conocidas como Peter Lanzani, Franco Massini, Lali González, Cande Vetrano, Victorio D´alessandro, Florencia Otero y Natalie Pérez. Todas las versiones, incluída la de Gambandé, fueron dirigidas por Mey Scápola.
“Cada actor y cada persona que va contando esta historia obviamente le va agregando algo muy propio. Yo al ser también una versión local, cordobesa, hay cositas que le fui agregando que localizan un poquito más en Córdoba para que el público también se pueda sentir más identificado con eso”, adelanta el actor.
De San Vicente a “Violetta”
Facundo es actor, bailarín y cantante. Tuvo un salto de popularidad muy importante en 2012 cuando empezó a participar en la serie Violetta, aquel tanque de la factoría Disney que, entre otras cosas, catapultó a Tini Stoessel.
Hasta hacía pocos años, él era un estudiante del colegio San Antonio de Padua en San Vicente, vecino de Villa Argentina, que en el colegio le empezó a nacer la inquietud por la actuación.
En un momento, se dio cuenta de que eso era lo que querías ser de grande, y que para lograrlo se tenía que ir a Buenos Aires.
“Yo creo que fue todo en el mismo momento. Me di cuenta de que era esta mi vocación a los 14 años, aproximadamente. Sucedió que me llamaron para el casting de unos programas de Cris Morena, porque yo había mandado unas cartas. Mi papá se quería morir, imagínate. Hice esas pruebas y me fue bastante bien. Siempre me llamó la atención todo el mundo televisivo, de los medios y de la actuación, pero era algo como utópico. Cuando me volví de todas esas pruebas dije ‘me tengo que poner a estudiar’”.
Así empezó teatro a los 15 años, en el seminario Jolie Libois en el teatro Real.
“Me quise ir a Buenos Aires apenas terminé el colegio, a los 17, 18 años. Muy inconsciente. Yo sentía con Buenos Aires que la industria estaba un poco más desarrollada y yo realmente pretendía trabajar de esto y vivir de esto”.
Se fue a estudiar teatro allá y entró en el Conservatorio de Buenos Aires, cuando justo aparecieron los castings de Violetta para Disney. Ahí le cambió la vida.
“Fue a menos del año de mudarme, demasiado rápido todo, pero cuando sucedió también fue como esta satisfacción personal y propia de decir, al final era por acá, había algo. Ahí empezó la rueda”.
Hace 15 años que se mudó y tiene su base allá, aunque estaba deseando volver a Córdoba. “Quería volver ya con un recorrido hecho, con otra madurez profesional y personal y trayendo una obra que a mí me traspasó cuando la conocí, me emocionó mucho y dije yo quiero contar esta historia. Estaba justamente como en un momento personal y profesional medio bajo, no sabía hacia dónde ir, qué quería contar y y esta obra creo que me lo me lo puso ahí en el rostro”.
–Tras la experiencia “Violetta”, ¿cómo es entrar en la factoría Disney?
–La verdad es que es un gigante que tiene las cosas muy estudiadas y muy claras, por lo cual hay que seguir ciertos lineamientos. Todo está muy pensado, casi nada se hace al azar. Para mí como actor y para todos mis compañeros fue una escuela profesional enorme y fue como, ‘che, estamos en las grandes ligas’. Y después eso se veía cuando salimos a hacer giras teatrales. Yo decía que éramos los los Rolling Stone de los nenes (risas). Era como esa sensación. Sí son muy exigentes. Estás en una empresa en la cual los padres depositan mucha confianza para que sus hijos consuman. Tenés ciertos parámetros que tenés que seguir como no fumar, no tomar alcohol al frente de los chicos y esas cosas.
–¿Y te la creíste un poco a esa fama?
–Y sí, es muy natural que te suceda porque pensá en mí, en mi ilusión de irme a Buenos Aires a probar algo, a buscar un producto como ese y de repente estaba haciéndolo, estaba cumpliéndolo. Hoy soy un poco más maduro y cuando voy cumpliendo los objetivos lo voy analizando y viviendo de otra forma. La salida de eso a veces es lo complicado: cuando se termina después de eso hay una caída, te empezás a dar cuenta y decís ‘esto era un poco una burbuja de irrealidad, esto no es lo normal del medio tampoco’. Y ahí hay mucho trabajo: terapias, familia, amigos, tratar de tener los pies sobre la tierra. Yo creo que tuve un proceso con eso bastante sano de poder ya cuando se estaba terminando de empezar a tratar de poner los pies sobre la tierra.
Para ver
Las cosas maravillosas se presenta viernes, sábado y domingo en el teatro Real a las 18.30 (entradas agotadas). Las nuevas funciones serán los viernes 26 y sábado 27 de septiembre a las 19.