Nuestra experiencia del mundo a menudo implica escuchar nuestro entorno antes de verlo. Ya sea el sonido de algo moviéndose en el agua cercana o el susurro de la vegetación, nuestro miedo a lo invisible está arraigado en nuestros instintos de supervivencia como especie.
El sonido y la música cinematográficos apelan a estos instintos de relajación, y eso es exactamente lo que el director Steven Spielberg y el compositor John Williams lograron en el icónico thriller de 1975, Tiburón. El diseño de sonido y la banda sonora se complementan para confrontar al público con un misterioso animal asesino.
En la que podría decirse que es la escena más icónica de la película, donde se ven las piernas de los bañistas agitándose bajo el agua, el tiburón permanece prácticamente oculto; sin embargo, el sonido transmite a la perfección la amenaza en general.
Creando tensión en una banda sonora
Los compositores cinematográficos buscan crear paisajes sonoros que conmuevan e influyan profundamente en su público. Y expresan estas intenciones mediante el uso de elementos musicales como el ritmo, la armonía, el tempo, la forma, la dinámica, la melodía y la textura.
En Tiburón, el encuentro inicial con el tiburón comienza de forma bastante inocente con el sonido de una boya en alta mar y su campana. La escena se establece tanto musical como atmosféricamente para evocar una sensación de aislamiento en los dos personajes que disfrutan de un baño nocturno en una playa desierta.
Pero al escuchar las cuerdas graves, seguidas del motivo central de dos notas tocado en una tuba, sabemos que algo siniestro se trama.
Esta técnica compuesta de alternar entre dos notas a una velocidad creciente ha sido ampliamente empleada por compositores, como Antonín Dvořák en su Sinfonía del Nuevo Mundo de 1893.
Se dice que John Williams utilizó seis bajos, ocho celdas, cuatro trombones y una tuba para crear la mezcla de frecuencias bajas que definiría toda su partitura para Tiburón.
Los bajos enfatizan el extremo inferior del espectro de frecuencias musicales, evocando un timbre oscuro que transmite profundidad, potencia e intensidad.
Los intérpretes de cuerda pueden utilizar diversas técnicas de arco, como el staccato y el marcoto, para ofrecer tonos oscuros e incluso amenazantes, especialmente en los registros graves.
Por otro lado, se aprecia una marcada ausencia de tonalidad en las notas repetidas de Mi a Fa, tocadas con mayor velocidad en la tuba. Sumado a la dinámica cada vez más intensa de la mezcla instrumental, este acelerado motivo de dos notas señala el peligro inminente incluso antes de que lo veamos, apelando a nuestro miedo instintivo a lo desconocido.
El uso del motivo de dos notas y la orquestación en los graves caracteriza un estilo compositivo que busca inquietar y desorientar al público.
Otro ejemplo de este estilo se puede escuchar en el audio de la escena del accidente de coche de Bernard Herrmann en Con la muerte en los talones (1959).
De igual manera, en la Suite Escita de Sergei Prokófiev, el inicio del segundo movimiento (Danza de los Dioses Paganos) utiliza un motivo alternativo de re sostenido a Mi.
La elasticidad del motivo de Williams permite que las dos notas se toquen con diferentes instrumentos a lo largo de la banda sonora, explorando diversas posibilidades tímbricas para inducir un caleidoscopio de miedo, pánico y pavor.
La psicología detrás de nuestra respuesta
¿Qué hace que la banda sonora de Tiburón sea tan psicológicamente impactante, incluso sin las imágenes? Los estudiosos de la música tienen varias teorías. Algunos sugieren que las dos notas imitan el sonido de la respiración humana, mientras que otros proponen que el tema evoca el latido del corazón de un tiburón.
Williams explicó su enfoque en una entrevista con Los Angeles Times: “Jugué con la idea de crear algo que fuera muy… descerebrado. Es decir, algo que pudiera ser muy repetitivo, muy visceral, y que te atrapara en las entrañas, no en el cerebro”.
“Podría ser algo que pudieras tocar muy suavemente, lo que indicaría que el tiburón está lejos cuando solo ves agua. Música descerebrada que sube de volumen y se acerca a ti, algo te va a tragar”, añadió.
Williams juega con las emociones del público a través de la banda sonora, culminando en la escena del Hombre Contra la Bestia: una celebración del desarrollo temático y la alta orquestación.
La icónica banda sonora de la película ha creado un legado que va más allá de lo visual. Esto sugiere que la banda sonora no es solo una banda sonora, sino un personaje por derecho propio.
Al usar la música para revelar lo oculto, Williams crea una intensa experiencia emocional que lidia con la anticipación y la tensión. El motivo de dos notas de la banda sonora muestra su genio y sirve como una clave sonora que ha mantenido a una generación a la zaga de las olas en cada playa.
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