Lo más pertinente es empezar con un “Ufff, qué peliculón”, por el simple hecho de que Exterminio: la evolución es una locura brillante, una ensoñación gore rodada en estado de éxtasis total, como si su director, Danny Boyle, hubiera llamado a los integrantes de Trainspotting para que montaran y musicalizaran una pesadilla zombi con viaje al corazón de las tinieblas incluido, y con planos imponentes y aparentemente desprolijos mezclados con un desparpajo digno de la libertad más subversiva que un director pueda tener en una película.
Tras un parate de 23 años, Boyle y Alex Garland como guionista vuelven a juntarse para retomar, renovar y dinamitar la saga de infectados que iniciaron en 2002 con Exterminio, y no solo para darle una tercera parte sólida, desprejuiciada y desenfadada (Exterminio 2 es de 2007), sino también para abrir un horizonte que ya tiene su continuación asegurada (a cargo de Nia DaCosta y con fecha de estreno para 2026), cimentando las bases de un reinicio que promete más zombis sedientos de carne humana.
Esta vez, los pocos sobrevivientes conviven en la Isla, conectada al continente por un puente que solo puede cruzarse cuando la marea está baja. Hay que avanzar con cuidado, sin adentrarse demasiado en el otro lado, porque los infectados son diversos: desde los lentos que se arrastran hasta los más veloces y letales, liderados por Alpha (Chi Lewis-Parry), un personaje que merece mención aparte por su tamaño intimidante y su fuerza destructora, un villano a la altura del mejor exploitation caníbal italiano, al que se le guiña el ojo en todo momento.
Allí están Jamie (Aaron Taylor-Johnson), su hijo Spike (Alfie Williams) e Isla (Jodie Comer), la madre enferma a la que hay que curar.
Jamie lleva por primera vez a Spike a cazar zombis, a enseñarle a tirar con arco y flecha, en una suerte de bautismo para que el niño empiece a colaborar con la defensa de la Isla.
Así emprenden un viaje cargado de tensión, con muertes filmadas en un ralentí que acompaña el impacto de las flechas sobre los cuerpos moribundos, dando a la puesta en escena una distinción única, con una fotografía que refuerza el tono de amenaza, especialmente en una persecución nocturna sobre el puente, tan desesperante como onírica, y, sin dudas, la más lograda y potente de la película.
Pero pronto afloran los conflictos familiares, sobre todo cuando el niño insiste en llevar a su madre a ver a un tal Dr. Kelson.
Esto provoca una ruptura con el padre, y el niño decide ir solo con ella en busca del médico, interpretado por un Ralph Fiennes en clave coronel Kurtz de Apocalipsis Now, pero más descontracturado. Su discurso sobre el famoso memento mori (“recuerda que morirás”) ante un monumento de cráneos marca la fusión total entre Boyle y Garland, quienes saben que el cine es, ante todo, riesgo, juego y delirio, siempre manejado con armonía y un ritmo frenético lleno de sangre y escenas que desafían la lógica.
Todo está colocado con la intención de desafiar a los puristas de la saga y de volarla por los aires, ensayando formas, personajes y giros que siempre se agradecen cuando están hechos con libertad y talento, como ese epílogo que mezcla humor, artes marciales y oscuridad con la aparición de un personaje que alude a un depredador sexual real.
Boyle entrega una película que se distingue por su atrevimiento, tanto en lo formal como en el contenido de una historia que reinicia con los tapones de punta una saga que, seguramente, seguirá llenando de alegría al espectador cinéfilo.
Para ver Exterminio: la evolución
28 Years Later, Reino Unido / Estados Unidos, 2025. Terror. Dirección: Danny Boyle. Guion: Alex Garland. Elenco: Alfie Williams, Aaron Taylor-Johnson, Jodie Comer, Ralph Fiennes, Chi Lewis-Parry, Edvin Ryding, Chistopher Fulford, Jack O’Connell, Amy Cameron y Stella Gonet. Fotografía: Anthony Dod Mantle. Música: Young Fathers. Duración: 115 minutos. Apta para mayores de 16 años (con reservas). En cines.