A favor: El digno heredero de The Office
Giuliana Luchetti
El nuevo spin-off de The Office logra actualizar el humor absurdo y la sátira laboral a los tiempos actuales. The Paper encuentra su propia voz y promete convertirse en un nuevo clásico.
Para los fanáticos de The Office: al empezar The Paper, deberán hacer un ejercicio de desapego. No hay forma de disfrutar esta nueva comedia si uno insiste en compararlas.
Lo primero que se nota es que The Paper entiende perfectamente el contexto cultural actual. Su humor no renuncia a lo incómodo ni a lo políticamente incorrecto, pero se ajusta con inteligencia a una audiencia más sensible.
El guion sabe moverse con equilibrio entre lo “incorrecto” y lo “aceptable”, ofreciendo una sátira fresca del mundo laboral y mediático sin caer en lugares comunes.
El retrato de la nueva oficina (una redacción caótica donde conviven la desinformación, el ego y la competencia constante) refleja de manera brillante el presente de la comunicación. Cada personaje encarna un estereotipo contemporáneo: el jefe bienintencionado pero torpe (Domhnall Gleesonc como Ned Sampson), la editora/influencer que busca notoriedad más que ética (Sabrina Impacciatore), y la periodista que lucha por mantener la cordura entre tanta locura (Chelsea Frei como Mare Pritti).
La serie es ágil, divertida y visualmente atractiva. Tiene el ritmo justo para el consumo maratónico y logra que uno se sienta parte de esa oficina llena de absurdos. Y aunque quizás no llegue a generar la misma devoción que The Office, su tono, sus personajes y su mirada crítica le permiten construir una identidad propia.
The Paper no pretende reemplazar a su antecesora: la homenajea y la actualiza con ingenio. Es la prueba de que todavía se puede hacer humor inteligente en tiempos donde hacer reír parece un terreno minado.
En contra: Le falta incorrección
Noelia Maldonado
The Paper, serie que continúa la estética de la mítica y original The Office, llegó para aportar aire fresco a la premeditada programación de HBO Max que desde hace tiempo no apuesta por algo que se corra unos centímetros de lo que los algoritmos dicen que debe ser una serie hoy en día.
Así, a más de diez años de que se terminara su antecesora (The Office estuvo al aire entre 2005 y 2013), la nueva comedia viene a reutilizar la idea de falso documental para retratar a una redacción periodística en problemas.
Y claro, a priori parece haber material de sobra porque la empresa que compró el Toledo Truth Teller en realidad se dedica a la venta de papel higiénico y tiene poco interés en sostener al periodismo como fuente de ingreso.
Así, el diario que antaño tenía una redacción de cien personas y corresponsales por todo el país, ahora cuenta con una redactora/maquetadora y una editora que está más interesada en hacer funcionar sus notas clickbaiteras que en encontrar historias que reflejen la actualidad de la pequeña ciudad del interior de Ohio.
La idea sin dudas es muy buena, pero el problema con The Paper es que demora mucho en despegar. Al menos los primeros tres capítulos funcionan como una introducción que se hace bastante interminable y repleta de gags del mundillo periodístico que dejan afuera al espectador que nunca pisó una redacción (es decir a casi el 100 por ciento de los televidentes).
A medida que avanzan los capítulos la serie remonta un poco y los personajes comienzan a decir lo inadecuado en el momento justo para generar esa incomodidad que tanto hace falta en el humor.
Sin embargo, The Paper es una serie hija de su época que no se anima a la incorrección absoluta, lo que hace inevitable que la comparemos con The Office y, finalmente, salga perdiendo.