En sí misma, una revista parece un objeto inofensivo antes que un peligro para el orden establecido. Ese prejuicio anidaba en el sentido común social que en 1972 se encontró con la primera publicación de Ms., la revista feminista que en Estados Unidos resultó un escándalo. Esta ruptura es el punto de partida de Querida Ms.: una revolución impresa (HBO Max), un documental que expone la consolidación de un movimiento y el poder de la palabra masiva.
En un mar de revistas en las que “público femenino” remitía a “dietas”, “recetas”, “crianza”, y “esposa”, el nombre “Ms.” encerraba una extrañeza: una abreviatura que no cae ni en “Miss” (soltera) ni en “Mrs.” (casada).
Las responsables de su creación fueron las feministas Gloria Steinem y Dorothy Pitman Hughes, y otras militantes con experiencia en el rubro editorial. Esta línea fundadora evoca en el documental la segmentación de las publicaciones de entonces. Ninguna tenía por objetivo que las mujeres pensaran en profundidad sobre su condición junto con otras mujeres, a través de un recurso disponible en cualquier puesto de diarios.
El impacto que tuvo la mera existencia de Ms., incluso con el primer número, indicaba que había mucho de qué hablar.
Palabra autorizada
Querida Ms.: una revolución impresa tiene muchas frases citables, especialmente con relación a cómo el feminismo fue leído en Estados Unidos en la década del ’70. Lo describen como un “término radioactivo” que provocaba espanto en los medios de comunicación, que los políticos evitaban usar en campaña, que hacía caer sponsors y pautas publicitarias.
La revista evidenció la convivencia de dos paradigmas opuestos. Mientras circulaba entre millones de ávidas lectoras, la voz de la calle sonaba muy similar a la de hoy: “no soy feminista porque estoy feliz con mi vida”, “piden más derechos, pero les abrimos la puerta del coche y las mantenemos”. Hubo mujeres que abandonaron a maridos golpeadores, otras que cancelaron su suscripción por presión de sus esposos, y algunas que la percibían como un serio riesgo para la institución familiar.
La clave revolucionaria de Ms. fue tomar la palabra, decir en letras de molde, con la autoridad que reviste un comité editorial y en primera plana, que “eso” que muchas vivían era violencia doméstica, acoso sexual o explotación. Y cuando lo indeterminado se determina, cuando adquiere forma, se sustantiviza y se lo acompaña de un verbo, se vuelve iluminador.
El lenguaje opera transformaciones materiales, de allí la necesidad de silenciar que tienen los opresores, de cambiar nombres de edificios e instituciones, de vigilar las redes sociales. Cuando una palabra es dicha, el impacto en la conciencia es irreversible porque puede ser un arma cargada de semántica subversiva.
Por eso “tomar la palabra” indica no solo la posesión, sino la responsabilidad y el cuidado ante aquello que transitoriamente se custodia.
Palabra disputada
Los paralelismos entre el contenido de Ms. y los debates del feminismo actual son muchísimos. Las discusiones sobre pornografía, prostitución y el lugar de los hombres dentro o fuera del feminismo son los más interesantes que aparecen en el documental.
Un aspecto sobresale por su diferencia y merece ser cuidadosamente considerado. Una de las fundadoras manifiesta en el documental lo difícil que era para Ms. conciliar el éxito comercial con los principios ideológicos: los artículos debían publicarse para llevarlos a la conversación social a pesar de representar un riesgo para la subsistencia de la revista.
Ese problema se ha transformado. Hasta hace aproximadamente tres años, cualquier producto con el sello “feminista” garantizaba ventas más que interesantes.
Esa moda estuvo muy cerca de la banalización, pero permitió en Argentina la instalación de un tema en la opinión general que, como sucedió con Ms., impactó positivamente en políticas públicas.
En la actualidad, hay un intento (para algunos, una batalla) por devolver el feminismo a su etapa radioactiva, a través de una estrategia que consiste en no dejar de hablar de él. Habrá que aprender de Ms. y abrirse camino armadas de palabras que iluminen otras oscuridades de nuestro entorno.