Desde Volver al futuro o El día de la marmota hasta la reciente Aquí, Hollywood se ha mostrado intermitentemente intrigada por el problema existencial del tiempo sin renegar de su mística pop. Ese mismo espíritu recrudece en La vida de Chuck, la primera adaptación no terrorífica de Stephen King que emprende el director y guionista Mark Flanagan, quien ya se había inspirado en la obra del emblemático best seller para El juego de Gerald (2017) y Doctor Sueño (2019).
En este caso, el tono ominoso es más sensible, en tanto incumbe a un fin del mundo colectivo y a otro individual en la historia de Charles “Chuck” Krantz (Tom Hiddlestone), un contador de las finanzas cuya vida termina de forma abrupta a los 39 años a la vez que el apocalipsis se cierne sobre el planeta.
Así arranca en efecto el filme, con una serie de episodios catastróficos (un terremoto en California, caos climático, desconexión de internet, apagones y hasta la desaparición misma de las estrellas) a la par que se reproducen unos misteriosos carteles que despiden a Chuck, donde él aparece sonriendo con una taza de café. “¡39 años geniales! Gracias, Chuck”, dicen los avisos.
Lo evocado no es ningún spoiler, ya que La vida de Chuck está narrada a partir de esos eventos en sentido inverso y a lo largo de tres actos que iluminan el enigma de ese desenlace absoluto, cada uno una suerte de mediometraje con su respectivo elenco.
El tercer acto está protagonizado por el profesor Marty Anderson (Chiwetel Ejiofor), que, sumido en el caos de noticias que anuncian lo peor, busca reencontrarse con su ex, la enfermera Felicia Gordon (Karen Gillian); las estadísticas señalan de hecho que en esos instantes finales los suicidios aumentan en simultáneo a las bodas y a las reconciliaciones matrimoniales.
Mientras camina por calles abandonadas y dialoga con sobrevivientes ocasionales, Marty se encuentra una y otra vez con el cartel que despide a Chuck, cada vez más intrigante en su persistencia. ¿Quién es Chuck? ¿Un presentador de la televisión? ¿Una estrella del espectáculo? “El Oz del apocalipsis”, “nuestro último meme” lo definen algunos de los paseantes de ese mundo en disolución.
El segundo acto, que se remonta nueve meses antes de aquellos sucesos, está encabezado por el propio Chuck, quien ahora se presenta en su faz mundana: un ejecutivo apurado en su rutina bancaria, que detendrá su paso durante unos coreográficos minutos para ensayar un baile callejero que evidencia una latente y virtuosa vocación (junto con Annalise Basso, su circunstancial acompañante, y la baterista Taylor Gordon, alias The Pocket Queen).
Finalmente, en el primer acto se asiste a la infancia de Chuck, interpretado por Benjamin Pajak y, en escenas más fugaces, por Jacob Tremblay y por Cody Flanagan (hijo del director y de Kate Siegel, quien también posee un rol destacado en la película). Allí se exhibe la formación paralela de Chuck en la danza y en las matemáticas, a la vez que es criado por sus abuelos Albie (Mark Hamill) y Virginia Krantz (Q’orianka Kilcher) en una casa que cobija un mágico secreto en su cúpula.
Un reguero de pistas interconecta los episodios (en las que caben citas a Walt Whitman, a Carl Sagan y la afición a musicales como All that jazz o Cantando bajo la lluvia), tejiendo de a poco el sentido tan emotivo como trascendente de La vida de Chuck, donde parecen fusionarse Steven Spielberg y Charlie Kaufman.
Adaptación atípica
Incluida dentro del libro La sangre manda, “La vida de Chuck” fue casi un presagio de la pandemia cuando se publicó en abril de 2020. Flanagan leyó el relato de King estremecido por la coincidencia en plena cuarentena, al punto que por poco tuvo que abandonar el libro. Pero al llegar al final dice haber llorado por el valor vital que la narración propugna, tan contraria a cualquier nihilismo.
Para el realizador estadounidense, fue todo un desafío encarar un filme de King por fuera del terror e incluso con aires de musical, así como plantear una narración sin protagonista principal. Financiada de manera independiente, La vida de Chuck ameritó comparaciones con Cuenta conmigo o con Sueños de libertad por su adaptación atípica de King.
Esa excepcionalidad se prueba además en la tan central como breve participación de Hiddlestone, que sólo estuvo en el rodaje cinco días para llevar a cabo su larga sesión de baile. El actor británico le sacó provecho a su entrenamiento gimnástico como el villano Loki de Thor al ponerse bajo las órdenes de las coreógrafas Mandy Moore y Stephanie Powell, que lo hicieron preparar un número elocuente de estilo libre que combinó jazz, swing, salsa, samba, chachachá, polka, bossa nova y hasta caminata lunar.
A pesar de ese paso efusivo por el set, a Hiddleston la consigna espiritual de La vida de Chuck le caló hondo. “Entiendo lo que el extraordinario guion de Mike y la historia corta de Stephen King intentan decir, que es que cada vida humana aparentemente ordinaria es en verdad mágica. Y que en el alma de cada ser humano hay un mundo interno de interconexiones, tanto reales como imaginarias, conexiones con personas que amamos, con experiencias que hemos compartido, con recuerdos que hemos construido. Y que en las últimas horas de nuestras vidas, a pesar de que estas están a menudo llenas de dificultades y duelo y pérdidas y dolor, lo que permanece es el amor y esos instantes que pueden resultarnos pequeños pero que crean una suerte de constelación de conexiones. Eso me parece profundo, me identifico con ello”, dijo el actor a Men’s Health.
Y cerró: “Me identifico con la idea de que ningún ser humano es una sola cosa. No somos únicamente el trabajo que hacemos o el rol que tenemos en nuestra familia o en nuestro grupo de amigos. Todos albergamos un mundo interno de posibilidades infinitas, y quizás cuando somos chicos esas posibilidades se sienten más cercanas. Pero a medida que crecemos es fácil permitir que esas posibilidades se reduzcan. El gran placer de estar vivo, sin embargo, es que siempre estás vivo hasta que ya no lo estás. Eso tiene que ver con el alma de este filme, que es sobre la vida y la consideración de lo que esta significa, especialmente cuando alcanza su fin. Y quizás es recién en esa instancia cuando podemos entenderlo todo”.
Para ver La vida de Chuck
EE.UU., 2024. Guion y dirección: Mark Flanagan. Con Tom Hiddleston, Jacob Tremblay y Benjamin Pajak. Duración: 110 minutos. Clasificación: apta para mayores de 13 años. En cines.