El primer día de rodaje de Frankenstein, Guillermo del Toro mostró un dibujo de la criatura que había hecho cuando era adolescente.
“Él dijo: ‘Esto es como Jesús para mí’”, recuerda Oscar Isaac.
Para el cineasta nacido en México, la novela gótica de Mary Shelley de 1818 y la película de 1931 con Boris Karloff son dos obras esenciales personales. O el origen de un afecto de toda la vida por los monstruos que del Toro ha traído a la vida desde entonces, en montones de bocetos y en una filmografía llena de ellos.
Para un niño incomprendido que creció en una familia católica devota, la criatura de Frankenstein, no amada por su creador, pero dotada por Karloff de empatía y fragilidad, abrió algo en su interior.
“Sentí que estaba naciendo en un mundo implacable, donde o eras un corderito blanco o estabas condenado”, dice del Toro.
“El momento en que Karloff cruza el umbral en la película, de espaldas y luego se gira, fue como San Pablo en el camino a Damasco. Dije ‘Ese soy yo’. Fue una transferencia de alma inmediata y absoluta. Y creo que eso nunca se ha ido. Fue el perdón por ser imperfecto”, añade el también realizador de El laberinto del fauno y de Pinocho.
Las fechas de estreno de Frankenstein, la nueva película de Guillermo del Toro
Frankenstein, que Netflix estrenará en cines el 17 de octubre y en su servicio de streaming el 7 de noviembre, puede ser la culminación de la vida artística de del Toro. Es su oportunidad de, finalmente, desatar una película —una gran saga de creador y creación, padre e hijo, Dios y pecador— que ha estado soñando durante décadas.
“Es la película para la que he estado entrenando durante 30 años”, dijo del Toro en una entrevista reciente desde Toronto, donde mezclaba el sonido de la película.
Del Toro vio por primera vez la película de 1931 cuando tenía siete años. Leyó el libro de Shelley a los 11. Desde entonces, los monstruos han sido para él menos un recurso narrativo que un sistema de creencias personales perdurable.
Hace tanto como 20 años, hablaba de sus esperanzas de hacer una adaptación “miltoniana” de la novela de Shelley. Sin embargo, el tiempo, cree, ha ayudado. De niño, se identificaba con la criatura. Después de convertirse en padre, entendió al Dr. Frankenstein de una nueva manera.
“Es uno de esos libros que cambian contigo. Así que la película cambió. Sentís que has estado soñando con ella durante tanto tiempo”, confiesa.
En la película, una epopeya adornada con enormes escenarios y lujosos vestuarios, Isaac interpreta a Victor Frankenstein, con Jacob Elordi como el monstruo.
Isaac se reunió inicialmente con del Toro sin un proyecto en mente. Su conversación se dirigió hacia sus padres. “Al final de esa conversación, él dijo: ‘Quiero que seas mi Victor’”, revela, Isaac.
Y luego precisa: “Realmente no sabía que estaba haciendo Frankenstein. Luego me dio Frankenstein de Mary Shelley y el Tao Te Ching y dijo: ‘Leé estas dos cosas’”.
Isaac, de 46 años, conocía a del Toro desde hace mucho tiempo, pero era su primera película juntos. Para el actor, la experiencia colaborativa le recordó su papel revelación con los hermanos Coen.
“Se siente como hacer Llewyn Davis de nuevo. Y no he tenido eso desde entonces. Es la clase de sensación de una familia construyendo esto juntos de una manera increíblemente comunitaria”, amplía el protagonista de Balada de un hombre común.
Un contendiente para premios de Netflix
Netflix, junto con los productores J. Miles Davis y Scott Stuber, apuestan a que Frankenstein sea una de las principales películas del otoño boreal.
Se estrenará en el Festival de Cine de Venecia antes de pasar por el Festival Internacional de Cine de Toronto. La película anterior de del Toro, Pinocho, le valió al servicio de streaming su primer Oscar a la mejor película animada.
En 2018, La forma del agua de del Toro ganó el premio a la mejor película. Es casi seguro que Frankenstein estará en la mezcla de los Premios de la Academia este otoño.
Pero ha habido más de cien películas de Frankenstein a lo largo de los años. Sin embargo, también ha pasado mucho tiempo (¿Frankenweenie de Tim Burton en 2012?) desde que una realmente capturó al público. Para del Toro, lo que hace único a su Frankenstein podría ser la profundidad del sentimiento que tiene por él.
“Creo que podés hacer una versión de With a Little Help From My Friends y ser Joe Cocker o no. Pero lo único que tenés es tu voz. Es muy católico porque viene de mí. Estoy interesado en responder por qué Dios tuvo que enviar a Jesús para ser crucificado”, razona.
Frankenstein y su fidelidad con el libro de Mary Shelley
El Frankenstein de del Toro también se hizo con particular fidelidad a Shelley, y busca evitar algunas de las caracterizaciones más simplistas que se han hecho a lo largo de los años.
La concepción de Victor Frankenstein era menos la de un científico loco que la de un artista y showman. Isaac incluso se inspiró en un ícono del r&b. “Para una escena, cuando Victor entra en la torre por primera vez, imaginando su laboratorio, incluso vi un ensayo de Prince llegando al Super Bowl y la forma en que miraba alrededor del escenario, ese tipo de dominio”, confiesa Isaac.
Del Toro, de 60 años, se ve a sí mismo tanto en Frankenstein como en su monstruo, y quería un Frankenstein que reflejara las perspectivas de ambos.
“Desde El callejón de las almas perdidas tiendo a pensar que el protagonista y el antagonista a veces son el mismo personaje. Eso, supongo, sucede después de cumplir 50. Empezás a ver el mundo como una paradoja, en lugar de una dicotomía”, analiza.
Es tentador ver a del Toro, él mismo, como una especie de Victor Frankenstein. Es un creador de monstruos, un conjurador de cosas fantásticas. Pero a pesar de haber contemplado su película de Frankenstein durante muchos años, no quería hacer una realización predestinada, electrificada a la vida por su genio. Quería guiarla más suavemente hacia su existencia.
“Contrario al doctor, he aprendido a escuchar-dice-. Cuando sos un cineasta joven, hablás sobre la película que ves. Lo que aprendés con las décadas de experiencia es que la película está hablando”.
“Y te dice lo que necesita ser. La gente pregunta qué viene con la edad como director. Yo digo, entiendes que hacer películas no es una dictadura. No es una negociación de rehenes con la realidad”, sostiene.