“¿Y cómo fueron los ’90? Mirá esto, dale play”, dice Ariel Winograd en diálogo con La Voz antes del estreno de Menem, programado para este 9 de julio por Prime Video.
En Menem, el director recrea una época y momentos que marcaron la realidad política y social de la Argentina entre 1987 y 1995, pero lo hace alejándose de toda solemnidad. Se permite giros ficcionales que le aportan dinamismo a la historia y un humor que va de la mano del nivel de tragedia que, por momentos, se relata. “La tragedia es comedia en un punto”, reflexiona el cineasta.
A grandes rasgos la serie narra la historia de una familia de La Rioja cuyas vidas están profundamente ligadas al círculo íntimo del presidente Carlos Menem.
Situada en los años ’90, atraviesa el ascenso al poder del mandatario, la convertibilidad económica y los atentados terroristas que sacudieron a Buenos Aires. Es una historia de poder, controversia política y tragedia social, contada desde una mirada singular que combina ritmo narrativo, ironía, carga emocional y una recreación de la época excepcional.

“Desde el inicio, cuando Mariano Varela (creador de la serie) se acercó a mí con un capítulo y me contó que quería contar la historia de Menem, hubo una libertad absoluta sobre qué era lo que yo quería hacer, y qué tono quería darle. En un punto, fue como si él me invitara a apropiarme de la historia desde lo estético y desde lo narrativo, con total libertad”, recuerda y sigue: “Siento que el resultado es una serie que representa a los noventa, y que también tiene el humor de esa época. Y eso es algo que descubrí cuando hice Coppola, el representante, ahí encontré herramientas y formas narrativas que antes no había explorado”.
“Siento que Menem y Coppola están emparentadas en ese punto, con respecto al tono, y con cómo me permití también jugar un poco con la historia. Hay algo de este juego de ¿por qué hay que ser solemne? ¿por qué hay que ser fiel? ¿por qué hay que contarlo de determinada manera? ¿Por qué tiene que haber una sola manera de contar las cosas? Entonces, ahí hubo un planteamiento desde el inicio de invitar a jugar para construir esta historia. Y fue un poco lo que hicimos con Leo (Sbaraglia, en el rol de Carlos Saúl Menem), con Griselda (Siciliani, en el rol de Zulema Yoma), con Juan (Minujin, en el rol del Olegario Salas) y con todos los demás actores”, dice.
“Se respiraba mucha libertad en el set y en el rodaje, pero a la vez todos estaban muy conectados en buscar la verdad en los personajes. Contamos una historia sin solemnidad, sin intención de juzgar, y poniéndonos en los zapatos de los personajes”, sostiene.
–Los efectos, el montaje, la manera en la que ciertos personajes rompen por momentos la cuarta pared, son todos detalles que, más allá de la lectura política y social, hacen que la serie sea muy divertida de ver…
–¿Y sabés cómo surgió eso? Fue durante el montaje, con Andrés Quaranta a la cabeza como montajista y el equipo de editores. En un momento frenamos y dijimos: ‘Pero… pará, nosotros vivimos en los noventa, pero hay toda una generación que no la vivió, contémosela también a ellos’. Había cosas que habíamos filmado de una manera, y las cambiamos y las montamos de otra forma para que sea como un gran collage. Un rompecabezas que te vaya dejando ideas y si te preguntan ‘¿Y cómo fueron los ’90?’ Bueno… Mirá esto, dale play. Esa fue un poco la idea.
La primera temporada de Menem cuenta con 6 episodios fácilmente contrastables entre ellos. Winograd explica que el arco dramático y el arco emocional de los personajes “va modificándose hasta el final y los dos últimos capítulos terminan, en cierta manera, de resignificar los cuatro primeros”. Y los protagonistas no defraudan a la hora de acompañar el relato.
Aunque a priori muchos puedan sentir que el interpretar personajes reales, que además están tan presentes en el imaginario popular como Menem y su familia, puede ser un condicionamiento extra a la hora de improvisar, ni Sbaraglia ni Siciliani confiesan haber sentido una presión extra por este motivo.
Durante meses, ambos estudiaron a fondo sus movimientos, sus gestos, su manera de hablar, e incluso trabajaron en su tonada, dato no menor a la hora de aportar verosimilitud al relato.
Griselda cuenta en diálogo con La Voz que Menem y Zulema “hablaban un lenguaje propio” mientras que Sbaraglia sostiene que más que una tonada riojana, era una “tonada menemiana” la que tenía, y que por suerte llegó a ponerla a prueba con algunas personas cercanas al exmandatario, quienes le dieron el visto bueno antes de grabar.
Ambos dijeron que interpretar a personajes reales “no fue un corsé” para ellos sino un puntapié que les dio herramienta para poder crear con libertad.

–Como espectador nunca ves al actor detrás del político. Leonardo contó que lo abordaste cuando te llegó el proyecto y le dijiste ‘tenés que ser vos’. Hoy podemos decir que no te equivocaste, pero en ese momento ¿Qué te hizo pensar que era el indicado?
–Ariel Winograd: Vos sabés que cuando dije: ‘tiene que ser Sbaraglia’, todos me decían que estaba loco. Pero esto tiene una respuesta muy concreta. Con Leo filmamos Hoy se arregla el mundo y fue una experiencia muy linda. Y después filmamos El gerente, que fue una experiencia tremendamente hermosa. Me sentí muy cómodo trabajando con él, hubo un nivel de conexión muy fuerte. Y cuando me ofrecieron este proyecto, yo estaba justamente filmando El gerente y compartiendo mucho tiempo con él. Lo veía por cámara todos los días y mientras pensábamos quién podía ser Menem yo me dije: ‘el único loco que puede aceptar esto y que se puede sumar a esta locura es Leo’. Así que un día, mientras filmábamos, le dije: ‘Boludo, tengo un proyecto, tengo una locura para hacer, pero la tenés que hacer vos’. Le conté de qué se trataba y le pregunté si se animaba, y me dijo que sí al segundo.
“No teníamos ni idea de cómo íbamos a hacer para construir el personaje, el maquillaje, no sabíamos nada en ese momento. Fue un acto de fe. Pero a partir de ahí hubo un nivel de trabajo y compromiso como nunca en mi vida. Y de parte de Leo también. Fueron dos meses de foniatra, de caracterización, de vestuario. Hubo mucho trabajo detrás para llegar a esto”, refuerza.
En diálogo con La Voz, Sbaraglia reconoce que, de haberlo pensado 5 minutos, nunca le hubiera dicho que sí a este proyecto, e incluso asegura que en tono de chiste, con el director, en más de una oportunidad, reflexionaban sobre la gravedad de hacer un papel “que no le guste a nadie”. Pero “la vida es muy corta” y sintió que era uno de esos momentos que requerían “tirarse a la pileta”.
Además, también bromeó con la idea de que seguramente hubo papeles en el pasado que se perdió por haberlo pensado demasiado.
El actor, que vivió los 90 y se manifestó públicamente en contra de las medidas de la gestión menemista, cuenta que para construir este personaje tuvo que despojarse de todo esto e intentar entender al ser humano, un trabajo que terminó resultándole “fascinante”, al igual que el hombre en cuestión.
“Alguien te puede gustar más o menos, pero no hay que poner el acento en eso. Si uno termina haciendo papeles de personas que admira, o que le caen bien, se pierde de la riqueza que tienen otros papeles”, reconoce.
En su abordaje del personaje, Sbaraglia se encontró con un Menem que, como persona, derrochaba carisma, determinación, y era un “gran animal político”. Gozaba de todos los condimentos que convierten a un hombre en un líder carismático y Sbaraglia logró captar cada uno de ellos para llevarlos a la pantalla de manera excepcional. No es casual que, cuando se le pregunta, entienda este rol como una de las “aventuras más importantes” de su carrera.
Griselda opinó algo similar sobre su papel como Zulema. Aseguró que le interesó el costado humano y sintió todo el tiempo que el personaje era “carnoso”, es decir ella tenía “de dónde comer”, de donde alimentar su juego.
Además, comentó que lo que terminó definiendo su participación en la serie fue el equipo y sus compañeros. Como nunca había trabajado con Leonardo (y tenía ganas) pensó que esta era la oportunidad para hacerlo.
“Pienso mucho en quienes van a ser las personas con las que voy a pasar muchas horas durante un tiempo, eso me parece muy importante”, dijo Griselda, quien además asumió estar en una situación de privilegio laboral porque puede elegir qué papel hacer y cuál no.

La otra cara del poder
Menem, la serie, oscila entre una lugar de mucho humor y liviandad, y momentos más complejos y oscuros. Pero aún con esos matices es una serie que para el actor “se hace cargo” de “lo que pasó en el país, y con su familia”.
“Nadie puede ser feliz con tanta oscuridad alrededor, ni siquiera vos, Menem”, le dice Zulema a su exmarido en una de las escenas. Aunque no sabremos si esa frase fue pronunciada realmente, tanto el director como los protagonistas coinciden en que hacer esta serie los enfrentó con “el lado B del poder”: una dimensión más sombría, menos seductora y mucho más compleja.
Ariel Winograd confiesa: “Antes de hacer la serie no tenía una imagen puntual sobre Menem. Lo que sí me pasó es que, después de filmar, el pensamiento más recurrente que tuve fue: qué difícil que es el poder, el manejo del poder. Hay que estar en ese lugar, y esto aplica para cualquier presidente. Qué difícil estar en ese lugar y tomar tantas decisiones que afectan positiva o negativamente a todo un país. Siento que, por ahí, me generó la conciencia de tratar de entender, pero no es que me cambió, para bien o para mal, la visión que tenía”.
Real, pero no tanto
Aunque al comienzo de cada capítulo la serie refuerza que ciertos personajes, incidentes y diálogos fueron ficcionalizados o inventados con fines dramáticos, y no pretenden reflejar el carácter o la historia real, seguramente no faltarán quienes busquen analizar con rigor histórico la ficción.
Para Ariel Winograd, la serie “ahora es del público”. “Obviamente que somos conscientes de que al ser una serie sobre un personaje tan importante en la historia política del país, habrá gente a la que no le va a gustar, gente a la que le va a gustar, habrá quiénes se imaginen otra serie, otros que se imaginan esta serie y en ese sentido… ¡Bienvenido todo! El objetivo es que la vean y que la disfruten, que se hizo para eso”, apunta el director.
–A días del estreno, qué se siente que un proyecto de estas características lleve tu firman en un contexto donde, además, la ficción local atraviesa un momento tan particular y crítico.
–Ariel Winograd: Tengo una admiración profunda y me siento honrado de por vida de haber podido hacer esta serie con los actores y el equipo técnico con los que la hicimos. Me siento muy privilegiado. Esa es la sensación que tengo, me corro un poco la visión política, y pondero la experiencia que vivimos filmando esta serie. Tener la posibilidad de que me ofrezcan un proyecto, que yo me lo apropie, lo tome como personal y que pueda dar lo mejor de mí hace que me sienta profundamente honrado. Poder trabajar con tanta libertad, poder divertirme y jugar, que en un punto es lo que hicimos, no puedo pedir más.

–Después de haberlo estudiado, investigado y de haberse metido dentro de su vida de la manera en la que lo hicieron para poder crear esta serie. ¿Qué pensás que opinaría Menem si viera el resultado final?
–Ariel Winograd: Creo que le hubiera encantado, de verdad. Creo que se hubiera divertido viéndola porque está hecha con mucho respeto. Vos podés hacer una serie política y que a partir de esa serie se descubre algo. Pero este no es el caso. Esta serie no busca remover el pasado, o encontrar cosas del pasado, sino simplemente retratarlo y mostrarlo como algo que sucedió. Y de verdad que está hecha con mucho respeto y con mucho trabajo de parte de muchísimas personas. Siento que le hubiera gustado.
–Definime Menem, la serie, en pocas palabras.
–Ariel Winograd: Una comedia trágica.
Para ver
Menem. Desde el 9 de julio en Prime Video. Dirigida por Ariel Winograd. Protagoniza Leonardo Sbaraglia, Juan Minujín, Griselda Siciliani, Jorgelina Aruzzi, Marco Antonio Caponi, Agustín Sullivan, Cumelén Sanz, Alberto Ajaka, Violeta Urtizberea, y Campi.