Mike Hale, periodista del The New York Times, analizó la adaptación de Netflix de El Eternauta, el último fenómeno de la plataforma a nivel mundial, hecho en Argentina.
Si bien Hale considera que “la serie no está mal”, subraya enfáticamente que primero debería leerse la obra original escrita por Héctor Germán Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López, publicada como historieta en Argentina en 1957.
La obra original es descrita como un clásico argentino, tristemente impulsado en parte por la trágica desaparición de Oesterheld durante la dictadura militar.
Hale destaca el ingenio del guion de Oesterheld y el trazo expresivo de Solano López, con dibujos y sombreados que son “engañosa y ominosamente expresivos”. La atmósfera oscila entre la “ansiosa claustrofobia” y una “desolación inquietante y absoluta”, remitiendo a un “mar seco y mortal”.
Hale lamenta que la historieta original sea actualmente difícil de conseguir, con precios de reventa que alcanzan los 350 dólares y su ausencia en bibliotecas públicas, lo que, según él, refleja el magnetismo de la historia.

Su opinión sobre la versión de Stagnaro
Antes de la versión de Netflix, directores como Adolfo Aristarain, Álex de la Iglesia o Lucrecia Martel intentaron sin éxito adaptar la obra. Netflix finalmente lo concretó bajo la dirección de Stagnaro. Esta adaptación moderniza la historia, introduciendo elementos como celulares y nuevos personajes, pero “sigue fielmente la trama original”, al menos hasta el final de los seis episodios.
Hale valora aspectos técnicos de la serie, como su estética y el trabajo del director de fotografía Gastón Girod, además de la actuación de Ricardo Darín en el papel de Juan Salvo. Sin embargo, su principal crítica apunta a que la adaptación “cae en un lugar común de las producciones actuales”.
Según Hale, la serie convierte la historia “en una especie de telenovela disfrazada de ciencia ficción”, “cargada de drama emocional innecesario”. Esta elección, para el crítico, “le quita parte de su singularidad y la vuelve más genérica”.
“Stagnaro ha hecho una importante concesión al gusto del público contemporáneo, y aunque no se lo puede culpar —simplemente hace lo que hacen todas las adaptaciones de streaming—, es una decisión que hace que la serie sea más común de lo que podría ser", definió el crítico.
La primera temporada de seis episodios es acotada y termina “aproximadamente en el punto en que el libro da un giro hacia convertirse en una sorprendente novela pulp hecha y derecha”, con un toque de idealismo anti-Guerra Fría. Hale sugiere que una potencial segunda temporada tendrá que esforzarse más para mantener el interés de los espectadores contemporáneos.
El crítico refuerza su recomendación de leer primero el cómic, señalando que la respuesta a la pregunta “¿quién es el Eternauta?” “se encuentra más rápido en la novela gráfica que en la serie”. "El libro, con su estructura semivictoriana, da la respuesta de inmediato, pero la serie no. Así que tendrán que esperar, o gastar los 350 dólares en un ejemplar usado", finalizó.