El Diccionario de la Real Academia Española es un poco menesteroso en su definición del verbo domesticar. Sugiere un acostumbramiento a la vista de un animal fiero y salvaje, también propone el acto de hacer tratable a alguien que no lo es debido a su carácter poco afable.
El concepto en cuestión es decisivo para la película de Javier Van de Couter, Tesis sobre una domesticación, basada en el libro homónimo de Camila Sosa Villada, que protagoniza la versión cinematográfica. ¿Cuál es la tesis? Lo que dice el diccionario resulta insuficiente para descifrar qué se resiste a adecuarse y respecto de qué. Por lo pronto, un acertijo: los personajes no tienen nombre propio. En los créditos, además, aparecen según sus funciones.
Sosa Villada interpreta a una actriz reconocida; Alfonso Herrera, a un abogado exitoso; él suele estar con hombres, al igual que ella; se enamoran, se casan e incluso adoptan a un niño. La descripción puede ser inconducente, porque el relato no está orientado a demostrar cómo una criatura indómita se resiste a la normalización. Tesis sobre una domesticación no vindica la familia como una institución magnífica que solamente debe ser modelada ante la demanda del cambio de una época.
Querer ser padre y madre surge de un deseo, estar juntos también, más allá de que ambos se acuestan con otros si tienen ganas y no lo ocultan. En efecto, la película no participa de la invencible utopía de los apellidos y su circunspecto genetismo. Siembra signos envenados de inicio a fin, pero sin la necesidad de erradicar la institución familiar como un modelo afectivo posible.
Pero una película no se define por sus nudos narrativos. Van de Couter no descuida el relato, pero presta atención a otras cosas.
Un ejemplo: la intensidad de la diva y la dispersión de su libido que es inconciliable a un solo cuerpo. De lo que se trata es de filmar el cuerpo de su intérprete, como actriz, amante, madre, hija, amiga, y entrever que hay algo ahí inasequible del personaje que se resiste a develarse, lo que permite conjeturar porqué el único flashback resulta estéril.
La biografía no es la respuesta. Sucede que Sosa Villada podría ser una reencarnación sureña de Marlene Dietrich, una misteriosa manifestación de una forma de ser que intercepta el verbo y lo neutraliza en su afán de describir para disciplinar. Solamente en esto, la actriz y el personaje se parecen.
La fascinación por el personaje no implica desestimar el placer por filmar. Van de Couter es un formalista contenido. El plano secuencia para seguir el desplazamiento de su protagonista al subir el ascensor hasta abrir la puerta de su departamento es uno de los tantos momentos destacados.
Hay zooms a la Hitchcock para encuadrar en picado un automóvil en una ruta montañosa, como también desenfoques elocuentes y planos geométricos para situar a la pareja en el lujoso piso en el que viven. La novela está escrita con un estilo ostensible, la película también. El paso del papel al plano no es mecánico. Una escritora es leída por un cineasta que inviste el párrafo con un sentido del tiempo en el plano y un empleo del espacio como categoría decisiva.
La desinhibición de Sosa Villada es verificable cuando canta en un escenario, cuando presenta un libro o al ser entrevistada. Frente a cámara, el impudor se impone. Ninguna escena de sexo es forzada. El entusiasmo por el placer del cuerpo y un saber sobre él se transmiten sin ambages.
Eso que es indomesticable es el deseo, que tiende a imponerse como el viento que sopla donde quiere. Hablar de travestis, gays, heterosexuales y cualquier otro sustantivo para asociar el deseo a una identidad sexual es un atajo para funcionarios y moralistas. Para aquellos, una definición simple y tapabocas. Alguien pregunta qué es una travesti. Respuesta perfecta: “Una mujer con pito”.
Pero hay algo más, una novedad, quizás, que nunca se ha visto con tanta nitidez y que requiere otra exigencia para la actriz. Tesis sobre una domesticación descubre un matiz hermoso en el personaje y en quien pone su cuerpo para que exista: la vulnerabilidad. Sosa Villada llora sin taparse la cara.
Para ver Tesis sobre una domesticación
Argentina. México, 2024, DCP, 113’, AM16. Dirección: Javier Van de Couter. Con Camila Sosa Villada, Alfonso Herrera.