La saga de El conjuro siempre fue sobre valores tradicionalistas y conservadores, como la familia y el matrimonio. Desde 2013, cuando James Wan dirigió la primera, se dedicó a resguardar estos principios con uñas y dientes, combinando terror sobrenatural con atmósferas intensas y personajes inolvidables, que expandieron su universo y conquistaron al público de todo el mundo.
El conjuro 4: últimos ritos viene a ponerle punto final al matrimonio protagonista, Ed y Lorraine Warren, la pareja experta en lo paranormal interpretada por Patrick Wilson y por Vera Farmiga, basada en los verdaderos Warren, dos personajes medio freaks que dedicaron su excéntrica vida a combatir demonios y espíritus malditos.
Esta es ya la 10ª entrega, si contamos El conjuro (2013), Annabelle (2014), El conjuro 2 (2016), Annabelle 2: la creación (2017), La monja (2018), La maldición de la Llorona (2019), Annabelle 3: vuelve a casa (2019), El conjuro: el diablo me obligó a hacerlo (2021) y La monja II (2023), y se anuncia como el cierre de los Warren, porque aborda el caso que los llevó a ponerle fin a su oficio, aunque de un modo esperanzador, optimista, luminoso, en sintonía con el corazón de la saga: la familia como unidad mínima para enfrentar los males, externos y propios.
El director es un viejo conocido de la saga, Michael Chaves, responsable de La maldición de la Llorona, El conjuro: el diablo me obligó a hacerlo y La monja II, quien entrega una película fiel al universo de los Warren y a las exigencias de la saga, jugando con la atmósfera endemoniada, los sustos y los subgéneros como no había logrado en sus intentos anteriores.
Si bien no llega a ser una gran película (como quizá lo hubiera sido en manos de Wan), consigue asustar y sugestionar mientras desarrolla una historia que termina imponiéndose, la de los Warren como pareja solitaria en un mundo que parece marchar en dirección opuesta a sus principios esenciales.
No es casual que arranque en 1964, con una joven Lorraine embarazada frente a un espejo que será el objeto maldito de esta entrega, y que parece irritarse al verla tan bella, enamorada y a punto de ser madre, metáfora evidente y delicada a la vez, que subraya qué es lo que realmente hay que proteger.
Cuando nace Judy (Mia Tomlinson), la hija, lo hace en apariencia sin vida, hasta que, en un ruego desesperado de Lorraine a Dios, la niña respira por primera vez en brazos de su madre, junto a Ed y los médicos: un milagro, pero también la señal de la amenaza que se desplegará en adelante.
Luego la historia salta a 1986 para centrarse en la familia Smurl, que se muda a una casa en Pensilvania. Allí comienza el verdadero terror, cuando el abuelo (Peter Wight) compra en una tienda de antigüedades el espejo maldito del prólogo y se lo regala a su nieta Heather (Kíla Lord Cassidy) en su cumpleaños.
Chaves demuestra aquí ser un artesano diestro (y siniestro), dosificando sustos mientras vemos a Judy y a su novio Tony (Ben Hardy) repetir la senda de sus padres: el legado de los Warren hecho de familia, compromiso, matrimonio, hijos, y la idea de que se puede ser feliz combatiendo los males del mundo y, sobre todo, los propios.
De eso se trata, de demonios externos pero sobre todo internos, con el espejo como clave interpretativa en un plano decisivo donde los tres (padre, madre e hija) luchan contra su reflejo, luego de que los Warren, ya retirados, aceptan ayudar a los Smurl a enfrentar al demonio que quiere destruirlos y que pone en jaque a la institución familiar.
Nunca una franquicia se empeñó tanto en defender su visión del mundo, resumida en la tríada “amor, familia, matrimonio”; y aunque no compartamos esa ideología, hay que reconocer que el cierre de los Warren está a la altura de una saga ya mítica, el universo de terror más sólido e influyente de los últimos años.
Para ver El conjuro 4: últimos ritos
The Conjuring: Last Rites. Canadá/Estados Unidos, 2025. Terror. Dirección: Michael Chaves. Guion: Ian Goldberg, Richard Naing y David Leslie Johnson-McGoldrick. Elenco: Vera Farmiga, Patrick Wilson, Mia Tomlinson, Ben Hardy, Elliot Cowan, Beau Gadsdon, Kíla Lord Cassidy, Molly Cartwright, Rebecca Calder, Steve Coulter, John Brotherton y Peter Wight. Fotografía: Eli Born. Música: Benjamin Wallfisch. Duración: 135 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.