A simple vista, Mazel Tov parece otra película sobre una familia judía enfrentando la muerte del padre, pero basta con asomarse un poco más para descubrir que esta nueva comedia dramática de Adrián Suar es, en realidad, un espejo. Uno de esos que devuelve reflejos incómodos, entrañables y profundamente argentinos.
La película, que tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine Judío de Miami, y que fue ovacionada en el Festival de Málaga, llega este jueves 17 de abril a las salas del país, y reúne a un elenco potente —Suar, Fernán Mirás, Natalie Pérez, Benjamín Rojas y Lorena Vega— para contar una historia donde el humor y el dolor caminan de la mano.
El (des)orden de las emociones
“Mazel tov”, expresión habitual en celebraciones judías, se traduce como “felicidades” o “buena suerte”, pero el título funciona aquí más como un anhelo que como una descripción. Desde el minuto uno, el caos emocional se instala: Darío Roitman (Suar) regresa desde Estados Unidos para asistir a un casamiento y un bat mitzvá, pero en lugar de fiestas, se encuentra con un velorio. Su padre ha muerto, y con él, se desata una tormenta familiar donde todo lo no dicho empieza a explotar.
En el evento de prensa llevado a cabo en la Mansión del Hotel Four Seasons en Buenos Aires, Natalie Pérez en diálogo con este medio y otros, celebró el espíritu del film: “Es una película que se puede convertir en un clásico argentino. Tiene todos los condimentos: hace reír, emociona, y habla de cosas que nos tocan a todos”. A su lado, Benjamín Rojas sumó: “Cualquiera que tenga hermanos se va a ver reflejado. Yo soy el menor de cuatro y muchas situaciones me tocaron personalmente. Uno ya no vive con sus hermanos, y los vínculos cambian con el tiempo. La película habla de eso”.
La dirección de Suar —quien también actúa y produce— fue uno de los grandes temas en charla. Para Lorena Vega, que nunca había trabajado con él, y que en la película hace de su exesposa, la experiencia fue reveladora: “Fue conocerlo, actuar con él y ser dirigida por él. Adrián estaba como pez en el agua. Es muy cercano, muy humano”. Natalie, con experiencia previa en rodajes con Suar, destacó su capacidad de liderazgo: “Tiene una forma de ser que hace que todo fluya. Deja el ego de lado, genera trabajo en equipo y sabe cómo pedir sin imponer. Es admirable”.
Rojas lo resumió así: “Es impresionante cómo puede estar en todo al mismo tiempo. No solo con nosotros, con todo el equipo técnico. Es muy generoso en el set”.
El arte de contar lo difícil con ternura
La película, escrita por Pablo Solarz junto a Suar, se apoya en un guion que hilvana con naturalidad situaciones absurdas, dolorosas y catárticas. Vega lo definió algo así como una cocina dramática que va acumulando tensión mientras se ríe de sí misma. A ella le tocó habitar un rol más observador, una suerte de satélite emocional, aunque en las escenas grupales, como señala, “era alucinante ver el contraste entre el detrás de escena lleno de risas, y lo que se vivía frente a cámara”.
El registro emocional fluctuante fue un desafío para todo el elenco. “En cine tenés más tiempo para trabajar la emoción, pero después hay que equilibrar todo. Ahí entra el montaje, la música, el trabajo fino del director”, explicó Rojas.
Identidad, legado y la reconstrucción posible
Mazel Tov toca fibras universales: el duelo, los secretos familiares, el reparto de una herencia, el perdón. Pero también es una película profundamente argentina, anclada en escenarios reconocibles: “Ver Once, ver Recoleta filmados, esos lugares comunes que habitamos todos, es hermoso. Te da orgullo verlos en pantalla”, dijo Natalie.
También hay una mirada sobre cómo nos paramos frente a la muerte de nuestros padres. Vega, con la sensibilidad que la caracteriza, lo expresó así: “La película me hizo pensar en cómo nos constituimos después de la pérdida. Qué dispara el duelo, cómo nos reordenamos como familia. Lo viví de cerca con mi obra Imprenteros y sentí que los temas dialogaban”.
Adrián Suar, otra vez en su rol como director
Suar volvió a la dirección con Mazel Tov, a tres años de 30 noches con mi ex. En el mismo evento, habló con los medios del proceso creativo, su mirada sobre la familia, el cine argentino y el futuro de la televisión. “Esta película es más emocional. También lo era 30 noches, aunque con más humor por el personaje de ella. En Mazel Tov tratamos de hacer algo muy vinculado con lo familiar, con cosas que le pasan a la gente común”, expresó Suar.
Lejos de lo autobiográfico, aunque con elementos cercanos —como la religión y la estructura familiar— Suar aclaró que Mazel Tov no es una historia personal. “Son circunstancias similares, pero no hacen la película. La película es la sumatoria de otros vínculos que funcionan para ella”, explicó, subrayando que la narrativa, sin embargo, toca fibras universales.
El perdón, lo no dicho en las familias, los silencios, y las distintas versiones de una misma historia son algunos de los ejes centrales. Según Adrián, todo fue trabajado “para que se vaya revelando de a poco, que la gente se vaya enterando del vínculo que tengo con mis hermanos. Por momentos parece una comedia y, a medida que pasan los minutos, va entrando la revelación. El personaje tiene una percepción de lo que pasó en la familia que no es tan así”.

El detrás de escena de Mazel Tov
Protagonizada por un excelente elenco coral, Suar destacó el trabajo en equipo: “Los cuatro hermanos están extraordinarios. Conformamos un gran team. Se nota”.
La elección del título también fue pensada con detalle. “Lo pensé mucho, no la iba a llamar así porque es difícil de pronunciar. Pero le quedaba bien. ‘Mazel tov’ es algo que se dice en nacimientos, casamientos, y la película habla de eso, de ceremonias familiares”, sostuvo.
En cuanto al guion, el director trabajó nuevamente con Solarz, con quien ya había colaborado en su anterior película, y en otras. “Nos fuimos haciendo amigos, nos respetamos. Estamos en un muy buen punto creativo con Pablo”, contó.
Cine argentino y contexto actual
Estrenar una película en Argentina hoy no es tarea sencilla. Consultado sobre la expectativa en medio del contexto económico actual, Suar se mostró cauto pero optimista. “Te lo digo después del 17, a ver qué pasa. Puede pasar cualquier cosa, pero soy feliz de estrenar en cine, pase lo que pase. Estoy a favor y me gustaría que vayan más películas al cine”, comentó.
Además, admitió que se pone muy nervioso antes del estreno. “Ya no podés hacer nada. La película está terminada y es de la gente. Las opiniones son muy dispares, pero siento que hay un consenso: los emocionó”, dijo, tras mencionar que además de la ovación en Málaga, recibió buenas críticas por parte de grupos selectos a quienes les proyectó el film.
Sobre la crítica, también es sincero: “Cuando es atinada, me entrego. Muchas veces opino lo mismo. Me afecta la mala leche, pero es una mirada. Siempre hay una mirada”.

¿Un nuevo clásico?
Mazel Tov mezcla risas y lágrimas con costumbres y rituales muy reconocibles. Cuando le consultaron si puede convertirse en un nuevo clásico, al estilo de Esperando la Carroza, fue sincero: “No creo”. “Esperando la carroza fue un grotesco 100% gracioso, con personajes muy corridos. No sé qué le va a pasar a Mazel Tov, estoy intrigado. A Esperando la carroza en cine no le fue bien”, reflexionó.
Aun así, aseguró que considera que una película como la de Alejandro Doria podría lograrse hoy. “Se puede, hay que encontrar el libreto y la gente exacta”, sostuvo.
¿Qué conmueve a Adrián Suar?
Cuando La Voz quiso saber la respuesta a esta pregunta, el empresario se definió como un amante de las “comedias emocionales”. “Se hacen pocas últimamente. Me gusta ese tipo de películas”, dijo. Y aunque aseguró que no proyectó la película desde sus propios vínculos, reconoció que hay patrones universales: “Debe haber cinco caracteres de vínculos entre hermanos. No varían tanto. Es un prototipo general de vínculo”.
El paso por el Festival de Málaga confirmó la conexión emocional de Mazel Tov: “La recepción fue muy buena. Se rieron donde se tenían que reír, lloraron donde tenían que llorar… Espero que a la gente, cuando pague la entrada, le pase lo mismo”.

Una buen augurio en tiempos difíciles
En un contexto adverso para el cine argentino —con menos rodajes, menos apoyo y más incertidumbre—, Mazel Tov aparece como un título luminoso. No porque esconda el dolor, sino porque lo abraza y lo transforma en relato. “El cine es un lugar ideal para ver estas historias. No es lo mismo que verlas en casa, con distracciones. Acá entrás en el cuento”, remarcó Pérez.
La invitación está hecha: el 17 de abril estrena en cines Mazel Tov, una película sobre hermanos, sobre lo que se dice mal, sobre lo que no se dice, sobre los abrazos que tardan años en llegar. Y sobre cómo, en medio del caos, aún podemos brindarnos suerte. Y ojalá, también, felicidad.
Su relación con la televisión y el teatro
El fundador de Pol-ka también habló de su relación actual con la televisión. “Hay una idea, me gustaría volver pero todavía no puedo contar. Produciendo con Pol-ka o fuera de Pol-ka, donde sea. Me gustaría ver si se puede hacer una tira”, adelantó sobre cuáles serán sus pasos en la pantalla chica.
Sin embargo, reconoció que “es difícil por los costos”. “Hoy no se dan las condiciones para generar lo que se generaba. Pero vamos a ver cómo se puede articular”, advirtió.
En paralelo, celebró el éxito teatral de La cena de los tontos, donde ofició de productor. “Es un exitazo. No pensé que fuera a ser así. Estoy contento de que el teatro funcione”, remarcó.