La primera semana de agosto se celebró la Semana Mundial de la Lactancia Materna. El lema de este año fue, “dar prioridad al amamantamiento y crear sistemas de apoyos sostenibles tanto a nivel familiar como comunitario y gubernamental”, con el fin de recordarnos que esta no es solo una elección personal, sino también una responsabilidad compartida por las familias, las comunidades, los entornos laborales y los gobiernos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que la mejor forma de alimentar a los bebés, es mediante la lactancia materna exclusiva (LME), se refiere a la práctica de alimentar a un bebé únicamente con leche materna, sin ningún otro alimento o bebida, incluyendo agua, durante los primeros seis meses de vida. Posteriormente, se sugiere sumar alimentación complementaria segura y mantener la lactancia hasta los dos años. En 2025, la meta global propuesta es que el 50% de los lactantes del mundo reciban LME en sus primeros seis meses; hoy, en Argentina, la cifra es del 53,2%.
Respecto a esto, Dr. Héctor Leonardo Pedicino, sub-jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Italiano, precisa que “la lactancia materna es mucho más que la mejor alimentación para un bebé. Es un modo de dar y recibir amor. En los bebés alimentados con pecho materno se refuerzan sentimientos de seguridad y confianza”.
Beneficios para ambos
La leche materna contiene todos los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo del bebé, además de anticuerpos que ayudan a prevenir infecciones y enfermedades como diarrea, enfermedades respiratorias, otitis, alergias, obesidad y los riesgos de muerte súbita. Por ello es que habitualmente se dice que es el primer escudo de defensa del recién nacido. Además, favorece el desarrollo cognitivo y emocional y mejora el vínculo afectivo mutuo con su mamá.
Para las madres se observa la disminución del riesgo de cáncer de mama y ovario, de hemorragia y depresión post parto. También mejora la recuperación posterior al embarazo como la pérdida de peso. Disminuye el riesgo de osteoporosis y enfermedades inmunológicas como artritis reumatoidea.
En lo económico, también se observan beneficios ya que el gasto en fórmulas lácteas hoy puede alcanzar una proporción importante de los ingresos familiares. Al tener menor incidencia de enfermedades tanto para el niño como para la madre, mejora la disponibilidad de recursos de los sistemas sanitarios en toda la sociedad.
Más allá del ámbito familiar, la lactancia materna es considerada una estrategia de salud pública de bajo costo y alto impacto. Al reducir el riesgo de enfermedades, disminuye la demanda de atención médica y medicamentos, lo que implica un ahorro para los sistemas sanitarios.
Héctor Pedicino resalta especialmente que “el Hospital Italiano es el único hospital amigo de la madre y el niño, ya que es un reconocimiento que otorga Unicef por el trabajo en favor de la lactancia materna”.
Finalmente, y para comprender el alcance de éste proceso, la OMS describe con precisión en una sola frase la importancia en nuestras vidas: “dar el pecho no solo es un acto de amor, sino una inversión en el futuro de la sociedad”.