En una red vial, los puntos más críticos son las intersecciones. En ellas se evidencia el mayor número de accidentes de tránsito y se manifiesta el efecto de la congestión en la vida diaria de las ciudades.
Las rotondas como intersecciones han servido como solución a puntos de alta accidentalidad. La característica fundamental de una rotonda es que los vehículos que se encuentran circulando dentro del anillo tienen prioridad sobre aquellos que ingresan por las diferentes entradas. Debido a las grandes ventajas que poseen, su uso se ha incrementado de manera acelerada en todo el mundo.
Las rotondas “fuerzan” con su geometría a reducir las altas velocidades con las que los vehículos se aproximan a ellas, y al mismo tiempo reducen los puntos de conflicto de la intersección, disminuyendo la cantidad de accidentes como así también su gravedad. En Australia, por ejemplo, se han implementado en los últimos años 230 rotondas, dando como resultado una disminución total de accidentes en general del 41%, una reducción del 45% en accidentes con lesiones y una reducción del 65% de accidentes con consecuencias fatales.
En lo que respecta a la movilidad, producen mayor capacidad que las intersecciones señalizadas, e incluso igualan o superan la capacidad de las intersecciones semaforizadas.
El primer concepto de intersecciones giratorias lo implementó en el año 1903 el diseñador francés Eugene Hernad en la ciudad de París. A este tipo de intersecciones se las llamó “círculos de tráfico” y se popularizaron en Europa como solución a intersecciones congestionadas con más de cuatro aproximaciones.
Es importante destacar que el diseño de una rotonda no es un simple desarrollo de dos círculos concéntricos que limitan una calzada anular, sino que su geometría es compleja y de gran importancia para su funcionamiento. Es así que, a través de correctas relaciones geométricas entre sus elementos tales como los anchos de los accesos, el diámetro del islote central, los radios de ingreso y egreso se logra una eficiente operación, de lo que resulta una circulación segura, libre de congestión y también con un gran valor paisajístico para la ciudad o el entorno rural donde se emplace.
En la ciudad de Córdoba existen innumerables rotondas; muchas de ellas “intimidan” a los conductores, aun a los más avezados. Este es el caso de la famosa Plaza España, a la cual concurren ocho ramas de ingreso. Resulta importante saber que muchas rotondas no presentan una geometría óptima que permita su buen funcionamiento sino que, al contrario, circulación establecida, perdiendo eficiencia al momento de atenuar de velocidades, evitar la congestión y reducir los accidentes y su gravedad.
Es importante entender que, si bien la rotonda puede darnos la posibilidad de acondicionar paisajísticamente el entorno, es un recurso de la Ingeniería vial y debe ser diseñada por ingenieros civiles dedicados a esa especialidad, tanto en el ámbito urbano como en lo rural.

Tipologías
Existen distintas clases de rotondas que, por su tamaño, pueden aplicarse a distintos entornos y tipos de intersecciones.
Mini rotondas o mini glorietas: atenúan las velocidades y ordenan los movimientos en intersecciones de bajos volúmenes de tránsito con predominancia de giros a la izquierda; su diámetro va de 4 a 8 metros. Es común su uso en zonas residenciales.
Rotondas urbanas: distribuyen el tránsito en varias ramas, en general colectoras y arteriales secundarias; son capaces de soportar volúmenes medios de tránsito.
Rotondas periurbanas o rurales: están ubicadas en la periferia y sirven para la distribución del tránsito que penetra en la mancha urbana; además, marcan el necesario cambio en el tránsito acondicionando las velocidades del entorno rural al urbano.
Es importante saber que una intersección con forma circular o ligeramente ovalada no es necesariamente una rotonda, ya que a veces la geometría de sus componentes y su función se contraponen con la regla de prioridad propia de una rotonda.

Como ejemplo de esto podemos citar las intersecciones de la ruta provincial E-53. Las rotondas son eficientes para flujos de tránsito bajos y medios, y cuando las vialidades que concurren a ella son de igual o similar jerarquía, siendo su entorno de aplicación las intersecciones donde convergen calles colectoras y/o arteriales secundarias.
Hoy se recurre en gran medida a las rotondas como elementos de solución a problemas de seguridad y congestión sin reparar en las jerarquías de los accesos, llegando muchas veces a agudizar los problemas y a forzar a la semaforización. Extraña ironía esta, sabiendo que uno de los principales beneficios de las rotondas es poder optimizar las intersecciones sin recurrir al uso de semáforos. Para flujos elevados de tránsito, las soluciones pasan en general por la ejecución de intersecciones a distinto nivel del tipo viaductos o túneles.
Pese al crecimiento de las urbes y con eso de su tránsito, es bueno saber que las rotondas siempre podrán darnos soluciones si se dispone del espacio físico, se respetan las relaciones geométricas debidas y las vías que concurren a ellas sean afines en su función o categoría.
