El servicio de transporte de la ciudad de Córdoba, tal como se lo conoce en la actualidad, adolece de muchas deficiencias. La situación no parece ofrecer una salida satisfactoria para los actores afectados (usuarios, empresarios, organismos públicos y trabajadores relacionados con la actividad).
Se puede decir que esa ineficiencia del sistema de transporte obedece a un conjunto de factores, tales como los siguientes.
1. Un crecimiento explosivo de la ciudad, (a modo de “big bang” urbano) que escapó a todo intento de planificación y produce constantemente nuevas actividades con distintas localizaciones. El fenómeno marca un patrón de movimientos que generan demanda de transporte en forma radial hacia el centro de la ciudad.
En ese contexto, una buena estrategia de descentralización resulta un gran aporte para alcanzar el concepto de “la ciudad de 15 minutos”, reducir las distancias y tiempos de viaje, y potenciar a peatones y ciclistas, además de disminuir la participación de los vehículos motorizados y la contaminación para mejorar la calidad de vida.
2. La inelasticidad física en la oferta de la infraestructura vial; el trazado o damero urbano está compuesto de calles estrechas de difícil ensanche y también importantes pendientes en ciertos sectores. La ciudad no tiene suficientes arterias de jerarquía para brindar la movilidad necesaria y son muy pocas las vías que por su tipología pueden ser llamadas “avenidas”.
3. La congestión, fenómeno predominante que se debe al gran crecimiento del parque vehicular producido en las últimas décadas y a las características de la red vial antes indicadas, que la potencian aún más.
4. La casi monopólica respuesta tecnológica del ómnibus, que persiste en el tiempo y se ha visto sobrepasado desde ya hace varias décadas en su capacidad de transporte (alrededor de 3 mil PHPS, pasajeros en hora pico por sentido).
5. El ómnibus se encuentra “jaqueado” por la congestión, que provoca velocidades de circulación muy bajas (cercanas a 14 km/h), lo que produce un aumento en los tiempos de viaje, con la consiguiente afectación a los usuarios.
Replanteo
Ha llegado el momento de repensar la ciudad con una adecuada distribución y asignación del uso del suelo, que genere patrones de movimientos más cortos y limite los trayectos radiales. Hay que apuntar al concepto de “ciudad de 15 minutos” dándole protagonismo al peatón y al ciclista.
Es clave destacar la contribución de la bicicleta como medio de acceso al centro de la ciudad. Está comprobado que en un radio de 4 a 5 km el viaje en bicicleta resulta de menor tiempo que en ómnibus, en la medida en que se cuente con corredores especiales para ellas (ciclovías y/o bicisendas).
El costo de ensanche de algunos de los corredores viales resulta inviable y el ómnibus por sí solo no dará solución al problema del transporte. Por eso, la solución debe plantearse como un conjunto de recursos acudiendo a la “intermodalidad”, donde se complementen todos los actores: el peatón, el ciclista y el servicio puerta a puerta que brindan las aplicaciones, con los recursos o medios de mayor capacidad y velocidad como el ómnibus junto al ferrocarril, que resulta un gran aporte por su penetración en al área metropolitana de la ciudad y su fácil articulación con la bicicleta.

Recursos y aportes
En un sistema intermodal resulta imperativa la instalación de centros de intercambio, especialmente en la periferia, que facilita la obtención de superficie para su desarrollo.
En la medida de lo posible, esos centros de intercambio deben ubicarse en nodos donde concurran infraestructuras de diferentes modos de transporte, tal como ferrocarriles, ómnibus y ciclovías, entre otros.
En este marco, no sólo resulta de importancia el espacio fisico cubierto para la estación sino también la disposición de estacionamientos, playas de disuasión para automovilistas y para los cicilistas que usen ese medio de transporte a efectos de alcanzar el ómnibus y/o tren.
Sin embargo, un plan de movilidad para las próximas décadas no podría estar completo si no se considera la utilización de medios de mediana a alta capacidad y alta velocidad para satisfacer los corredores con mayor demanda. Este es el caso del monorriel elevado o el de un subterráneo, ambos sistemas adecuados para ciudades de más de un millón de habitantes (Córdoba tiene 1.450.000, aproximadamente).
La utilización de medios de estas características resultaría en multiplicar por 10 o más la capacidad de transporte que ofrece el ómnibus. Eso aliviaría los niveles de congestión en las principales vías de la ciudad, lo que traería una mejora en la calidad de vida y en los tiempos de transporte que los usuarios de todos los medios invierten cada día.
