No es una sugerencia, es una obligación legal. Según el Decreto Provincial 851/21, sólo los ingenieros mecánicos que estén matriculados en el Colegio de Ingenieros Especialistas de Córdoba (Ciec) y registrados como inspectores habilitados por la Provincia pueden realizar inspecciones y emitir los informes técnicos necesarios para la habilitación de calderas y artefactos de vapor.
Esta medida busca asegurar que el procedimiento esté en manos de profesionales idóneos, formados y respaldados por una institución que verifica la calidad técnica y documental de cada informe. Sin ese visado, la habilitación simplemente no tiene validez legal.
Además de cumplir la ley, trabajar con un ingeniero matriculado le da a la empresa una garantía técnica concreta. Claudio Oscar López (MP 16982030/2938), ingeniero mecánico e integrante del Tribunal de Ética del Colegio de Ingenieros Especialistas de Córdoba (Ciec), explica que todo informe técnico debe ser visado por esa entidad, lo que implica una doble revisión: por parte del ingeniero que realiza la inspección y por parte del colegio, que evalúa el cumplimiento normativo, los criterios técnicos y la documentación respaldatoria. Esto minimiza errores, evita riesgos y eleva la confiabilidad del proceso.

Qué pasa, entonces, si la empresa no cumple con esta exigencia. Las consecuencias pueden ser graves. Desde multas económicas hasta la clausura del generador de vapor. No cumplir con lo que establece el Decreto 851/21 y el Decreto Nacional 351/79 (reglamentario de la Ley 19.587 de Higiene y Seguridad en el Trabajo) implica incurrir en una infracción grave en materia de seguridad industrial.
Habilitación no es lo mismo que mantenimiento
Cumplir con la normativa no solo evita sanciones. También mejora el rendimiento operativo de la empresa. López, quien también es inspector habilitado de artefactos de vapor, detalla:
Ahorro de combustible: equipos auxiliares como economizadores o precalentadores de aire pueden reducir el consumo entre 3% y 15%.
Aislamiento térmico: una caldera bien aislada evita pérdidas de calor y puede generar un ahorro del 0,3% al 2%.
Tratamiento del agua: usar agua sin tratar daña la caldera y puede reducir su vida útil. El mal tratamiento puede generar un aumento del 10% en el consumo de combustible.

Control de purgas: si las purgas no están reguladas, se pierde calor. Un sistema eficiente puede ahorrar del 0,5% al 5%.
Mantenimiento de cañerías: las fugas de agua tratada también son una pérdida. Repararlas puede evitar consumos innecesarios de entre 0,2% y 1%.
Equipos eléctricos auxiliares: mal calibrados, consumen más energía de la necesaria. La supervisión técnica garantiza eficiencia y menores costos.
La caldera, el corazón de la industria
En industrias como la láctea, la caldera es el corazón del sistema productivo. Por eso, mantenerla en buen estado no sólo es una cuestión técnica, sino una necesidad operativa y de seguridad. Así como una persona acude al cardiólogo para un chequeo general, las calderas requieren revisiones periódicas realizadas por profesionales habilitados.
El ingeniero matriculado debe hacer una inspección ocular, un relevamiento interno y externo, y verificar instrumentos de control como válvulas de alivio, manómetros e indicadores de nivel. Además, se emplean tecnologías como la medición de espesores por ultrasonido o el uso de boroscopios (cámaras con luz que permiten ver el interior del equipo) para detectar corrosión, erosión o acumulación de sedimentos.

Uno de los errores más graves que cometen muchas empresas, revela López, es no realizar ningún tipo de mantenimiento. “Esto puede ser catastrófico, ya que las calderas -especialmente las humotubulares- operan a presión y deben cumplir estrictas condiciones de seguridad”.
Estos controles no sólo previenen fallos graves, incluso siniestros, sino que aseguran un funcionamiento más eficiente. Y eso, además de seguridad, se traduce en ahorro económico para las empresas, grandes o Pymes, al reducir el consumo de combustible.
Más seguridad, menos accidentes
Cuando una caldera está correctamente mantenida y habilitada por un profesional matriculado se reduce drásticamente el riesgo de fallas técnicas que podrían derivar en accidentes laborales, paradas de producción o incluso daños irreversibles en el equipo.

Por eso López insiste en que habilitar una caldera con un ingeniero no matriculado es un riesgo operativo, legal y económico. En cambio, hacerlo de forma correcta y profesional garantiza seguridad laboral, ahorro energético, mayor vida útil del equipo y tranquilidad para la empresa.