¿Alguna vez te pasó de encontrar una solución a algún problema mientras te bañabas? Lo que podría parecer coincidencia tiene explicación científica. Durante ese momento sencillo y rutinario, tu cerebro entra en lo que algunos llaman el “modo difuso” de pensamiento: ya no estás concentrado en resolver algo de forma directa, y eso permite que la mente vague libremente.
Menos estímulos, más creatividad
Cuando te duchas, una combinación de factores prepara el terreno: el ambiente es relativamente poco demandante (no estás al mando de nada complejo), los estímulos externos disminuyen (el agua, el vapor, poca distracción) y se reduce la presión de “tener que pensar”. Según varias investigaciones norteamericanas, actividades que requieren una atención moderada (ni demasiado exigentes ni completamente automáticas) favorecen la aparición de ideas creativas. En este contexto, emerge lo que llaman el “efecto ducha”: no estar enfocado en la tarea activa permite que la red de modo por defecto (DMN) del cerebro se active y genere conexiones nuevas.
Mente activa
Durante la ducha, el cerebro puede cambiar de un pensamiento concentrado (lógico, secuencial) a uno más asociativo, libre de estructuras rígidas. Este gesto cotidiano genera una atmósfera de relajación, donde se libera dopamina, se reduce el filtro consciente y se permiten “choques” entre ideas que normalmente no se conectarían. En ese breve baño de agua quizá surge esa solución que venías buscando o un enfoque completamente nuevo para un viejo problema.
Un estudio de la Universidad de California entrevistó a escritores y físicos y encontró que un 20% de sus ideas más ingeniosas aparecieron mientras realizaban tareas rutinarias como lavar los platos o ducharse. Además, la sensación de “restricción sensorial” (menos estímulos externos, ruido blanco del agua, calor que embota los sentidos) favorece la aparición de ideas “Eureka”.
Por otro lado, Zac Irving, profesor asistente de filosofía de la Universidad de Virginia, realizó varias investigaciones donde encontró que la creatividad florece durante actividades moderadamente atractivas que permiten que la mente divague sin estar 100 % concentrada en un objetivo.
Recomendaciones para aprovechar tu momento creativo mientras ahorrás agua
- Limitá tu ducha a un máximo de 5 minutos.
- Cerrá el agua mientras te enjabonas o te lavas el pelo.
- Colocá un temporizador o poné la canción que más te gusta para controlar el tiempo.
- Si esperás que se caliente el agua, recogé el agua que sale y reutilizala (plantas, limpieza. etc.).
- Verificá periódicamente que no haya fugas: una ducha que gotea puede desperdiciar miles de litros al año.
- Ajustá la temperatura del agua a lo necesario —menos calor, menos energía y menos derroche.
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