Maipú Garage y Collino restauran una F100 de 1969

Restaurar un ícono automotor nunca es tarea sencilla. Pero cuando se trata de una Ford F100 de 1969, el desafío se multiplica. En el taller de Maipú Garage, el equipo liderado por Matías Perretti trabaja junto a Collino, para devolverle el brillo a una de las pick-ups más emblemáticas de la historia de Ford.

“La idea surgió junto al propietario, que ya había confiado en nosotros para una restauración anterior. Evaluamos distintos modelos clásicos de las décadas del 60 y 70, y finalmente nos decidimos por la icónica ‘punta de diamante’”, cuenta Perretti. La elección no fue casual: esta versión representa un símbolo de trabajo, durabilidad y fuerza, y sigue siendo una presencia inconfundible en las calles argentinas.

El proyecto se destaca por su nivel de exigencia. “Se trata de una customización de nivel internacional. Cada detalle importa, desde la planificación hasta la terminación final”, explica el responsable del taller.

Para lograrlo, Maipú Garage convocó a Collino, referente nacional en el diseño, producción y comercialización de elementos de alta performance para el automovilismo y automóviles especiales. “Fue una decisión unánime. Ellos fabricaron un chasis a medida y desarrollaron suspensiones específicas acordes a la potencia del nuevo motor Ford Coyote 5.0 que llevará esta pick-up, junto con componentes de frenos, ejes y caja de cambios”, detalla Perretti.

Mientras Collino trabaja desde su sede en Sunchales, el equipo de Córdoba se ocupa del proyecto integral, incluyendo chapa, pintura, rediseño y estilo. “No todo es mano de obra: hay mucha creatividad en la definición estética y en las adaptaciones que requiere este tipo de restauración”, agrega.

El proceso abarca múltiples etapas: desarme, reparación de chapa, encuadre, fabricación artesanal de piezas, preparación minuciosa de superficies, pintura y montaje. En paralelo, se avanza con la tapicería y los sistemas eléctricos. El objetivo, según Perretti, es claro: “Que luzca como un 0 km. Buscamos que cada clásico que pasa por Maipú Garage tenga ese nivel de perfección.”

Aunque gran parte de la carrocería original se conserva, la F100 incorporará elementos modernos y personalizados. Uno de los detalles más distintivos será la réplica de la caja de carga inspirada en la versión estadounidense, un toque que promete elevar aún más su carácter único.

El destino de esta pick-up restaurada combinará exhibición y uso real. “Va a llamar poderosamente la atención donde esté, pero también se la va a disfrutar. Está pensada como un deportivo con confort”, asegura el líder de Maipú Garage.

Y esto no termina acá. El taller ya tiene otros proyectos en marcha: un Willys 31, también junto a Collino, un Austin Mini Cooper 1980, otra F100 modelo 1966 y una réplica de Shelby Cobra de los 60, entre otras restauraciones que mantienen en reserva.

Cada uno confirma la misma premisa: en Maipú Garage, la pasión por los clásicos nunca pasa de moda.

La historia detrás de una leyenda

La Ford F100 es mucho más que una pick-up: es un emblema del trabajo, la potencia y la identidad de varias generaciones.

Su historia en Argentina comenzó en 1959, cuando salió de la planta de La Boca la primera F100 fabricada en el país. Dos años después, en 1961, la producción se trasladó a General Pacheco, que se convirtió en su hogar durante décadas.

En 1966 llegó una de sus mayores innovaciones: la suspensión Twin I-Beam, que ofrecía mayor confort sin perder la robustez que la caracterizaba. Dos años más tarde, en 1968, incorporó un diseño completamente renovado con carrocería “punta de diamante” y una paleta de colores bitono que marcó tendencia.

El mito creció en 1973 con un comercial histórico: una F100 fue lanzada desde un avión Hércules... y siguió funcionando.

Durante los años 80 y 90, la evolución no se detuvo: sumó frenos a disco, tracción 4x4, caja de quinta y motores diésel. En 1999 llegó el reconocido motor Cummins 3.9 de 145 CV, que consolidó su potencia y rendimiento.

Con más de 400 mil unidades producidas en el país, la F100 quedó grabada para siempre como un símbolo de trabajo, esfuerzo y pasión sobre ruedas.