Agustín Destribats tuvo que dar una insólita lucha antes de subirse al colchón número 1 del Centro de Entrenamiento Olímpico de Santiago de Chile a ganar su medalla de bronce en los Juegos Panamericanos 2023. Desde Córdoba por no poder atravesar la cordillera por la nieve, su hijo Gino (6 años) le pedía que le hiciera la seña de la letra “E” por su apellido. Su papá no lograba hacerle entender que era la “D” la letra que le estaba pidiendo, y lo terminó conformando con un corazón formado con sus manos.
El encuentro virtual con su hijo, que es “más cabeza dura” que él, le sirvió al ahora medallista panamericano para salirse un poco de la bronca por haber perdido en semifinales, para reencontrarse con lo más valioso y volver a ponerse en foco. Aún tenía un combate para dar.
Concentrado en que lo lograría, convencido de que esa medalla de bronce de lucha libre en categoría -65 kilos que debía disputarse con el peruano Sixto Auccapiña viajaría en su pecho rumbo a Córdoba, salió a asegurarla, a luchar tranquilo y sin arriesgar.
“Querría estar luchando esa final, pero bueno, no se dio, así que igualmente contento por la medalla de bronce”, dijo tras el combate. Y poco a poco, empezó a soltar la sonrisa, como entendiendo que no era menor lo que acababa de lograr.
La medalla de oro quedó para el cubano Alejandro Valdés, quien venció en la final al estadounidense Nahshon Garrett, el verdugo del cordobés en las “semis”.
Ya con el bronce en el pecho, orgulloso en su primer podio panamericano, el cordobés sonrió con más ganas.
“Son muchos meses fuera de casa. La verdad, estoy muy poco en Córdoba con mi familia. Mucho sacrificio, mucho entrenamiento. Obviamente estoy contento por la medalla”, reconoció.
De un lado al otro
Rumania, Croacia, Egipto, Serbia, Francia y Bulgaria fueron algunos de los países que visitó este año Destribats en su preparación para los Juegos Panamericanos. Cree que hay más pero no los recuerda. Sólo tiene la seguridad de que extraña “mucho” Rusia, país al que no pudo volver a entrenarse desde que se desató la guerra con Ucrania.
Y de ese esfuerzo habla cuando reconoce que le hubiera “gustado estar en la final” por “toda la dedicación” que le pone a la lucha. “Pero no se dio y hay que seguir mejorando para la próxima”, reflexiona.
En Rusia, dice, es donde “mejoró mucho” su nivel. El país es la potencia mundial de la lucha y lo acogió durante decenas de entrenamientos en Majachkalá, la capital de Daguestán, en el sur de la Rusia europea adonde le “encantaría volver ahí”.
Pero deberá buscar nuevos rumbos por ahora, para prepararse para su próximo objetivo: el clasificatorio olímpico de febrero.
“Me quedan tres o cuatro meses para mejorar y poder llegar a los Juegos Olímpicos”, reflexiona.
Él por ahora se queda “contento” con la medalla panamericana, que es la tercera para Córdoba después de las conseguidas por Macarena Ceballos en natación (bronce) y Giuliana Gavilán en handball (plata). Reconoce que ese bronce es un premio para él y también para su hijo. “Siempre trato de hacer lo mejor y entrenar y dedicarme a esto. Por mí y mucho por él porque vivo viajando y quiero que, al menos, el tiempo que no estoy con él valga la pena”, dice.
