Apenas asomaba el sol sobre el asfalto catalán y ya flameaban las banderas argentinas en las tribunas. Con bombos, camisetas de la Scaloneta (y varios clubes) y el mismo fervor que tiñe cada Mundial de fútbol, los hinchas argentinos volvieron a copar el Gran Premio de España de Fórmula 1. Y esta vez no era por Lionel. Era por Franco.
Lo que se vivió este fin de semana en Montmeló fue, sin dudas, una postal inédita para la Fórmula 1 moderna: tras los fanáticos locales, los argentinos fueron mayoría en las gradas del Circuit de Barcelona-Catalunya. La pasión criolla se sintió en cada curva y se notó en cada rincón del paddock, al punto que el propio Colapinto lo resumió con sorpresa y orgullo: “La gente de Alpine no puede creer la cantidad de cosas que están vendiendo. No conocían a los argentinos, ahora nos están empezando a conocer”.
No es exagerado. Desde su designación como piloto titular, Franco Colapinto ha generado un fenómeno de identificación pocas veces visto en el automovilismo argentino durante el último tiempo. Y la respuesta se multiplica carrera a carrera. “La verdad que la rompen, a cada país que voy hay miles de banderas argentinas. Mucha fuerza, mucha energía. Sé que es un esfuerzo enorme venir desde tan lejos. Muchísimas gracias por venir, disfruten el finde”, agradeció el piloto de Pilar en una entrevista con ESPN.
En las tribunas, las camisetas de la Selección se mezclaron con las de Boca, River, Talleres, Belgrano, Instituto y decenas de equipos más.
Para Alpine, el fenómeno Colapinto es más que una buena estrategia de marketing. Es un despertar. Sus puestos de merchandising agotaron stock. La escudería francesa, que hasta hace poco era ajena a este aluvión, ya toma nota: Argentina no es solo un país con historia en el automovilismo. Es un país con hambre de Fórmula 1.
Y en este domingo catalán, Franco no corre solo. Corre empujado por una tribuna que canta su nombre con el mismo amor con el que gritaba los goles de Maradona. Porque cuando hay bandera, hay patria. Y cuando hay piloto, hay pueblo. Y el pueblo, en Montmeló, hoy se llama Argentina.