Pasó un nuevo GP de Fórmula 1 para Franco Colapinto y el resultado no fue el esperado. El piloto argentino de 22 años no pudo ni arrancar en Silverstone. La realidad indicaba que la necesidad de llevarse puntos de Inglaterra para Alpine, su equipo, era imperiosa.
Evidentemente, la cosecha de Pierre Gasly (uno de los pilotos, que terminó sexto) dejó feliz a Briatore y todo el grupo en general. Pero, para los fines del otro piloto del team francés, el fin de semana inglés fue desastroso.
La prudencia por alcanzar ese objetivo se perdió el sábado con el despiste en la Q1. Pero la poca fortuna y la incertidumbre se estacionó el domingo en el box de Franco, a tal punto que ni largar pudo.
La escuadra demoró en expresar cuáles fueron los motivos hasta que se conoció que la caja de cambios se trabó con la segunda marcha puesta.
El auto número 43 ahí quedó y ya son muchas las penurias del inestable segundo hombre de Alpine.
Y digo inestable porque realmente por un motivo, o por otro, suceden cosas inesperadas. Es variable lo que con él puede pasar. Tanto en lo humano como en lo material.
Estas cosas liman y hacen perder confianza y fe en sí mismo.
En tanto, que el sexto puesto final del francés tampoco lo ayuda porque mientras que a él le pasa de todo, al otro no tanto. Un auto es una quena (vulgar expresión fierrera que se les escapa a los argentinos) pero el otro no es un misil (otro vocablo tuerca) en función de una comparación interna. Porque, a decir verdad, Gasly con ese coche no va a ganar nunca por ahora, pero le saca más provecho y rendimiento.
No hay consuelo para Colapinto. Al problema de las gomas blandas o la inestabilidad del auto con poca nafta le sumó el del viento, que en realidad no sopla en condiciones favorables. Vienen dos fines de semana sin actividad y luego otro compromiso bravo: Spa en Bélgica. Carrera complicada si las hay, circuito lindo, veloz y exigente. Hecho para los que saben manejar y poner a punto los autos. El equilibrio del coche ahí es vital y encontrarlo suele ser un dilema.
Hay tiempo para pensar, trabajar y reflexionar antes de llegar a la hermosa ciudad de Spa.
Briatore, en frío, con los números en la mano y cartas para poder jugar, definirá la estrategia y esperamos que dentro de ella obviamente esté Franco. Es que mantiene un silencio extraño el longevo italiano que hasta contrató al mismo jefe de equipo que tenía en la vieja época de Renault y que arranca en agosto. Se trata de Steve Nielsen. O sea, a Briatore para hacer todo como antes, solo le falta que Alonso corra en uno de sus autos.
¿El resto? Fue fiesta de F1 en Silverstone. Por la gente, el circuito, sus instalaciones, los pilotos y el clima que jugó un papel relevante y nutrió de incertidumbre a los presentes.
Por momentos, en la mañana diluvió, gran parte del día llovió y la gente estaba allí acostumbrada y familiarizada con estas contingencias.
Silverstone es un gigante difícil de manejar. La organización está muy aceitada y dotada de gran experiencia. En sí misma la carrera es diferente, tiene otra personalidad es la madre de todas y se nota desde el vamos.
Mónaco y Monza son fuertes y saludables pero ésta es diferente: acá nació todo. Es la primera y sigue en pie con la elegancia de saber que se distingue del resto.
Sin embargo, la fortaleza que otorga el dinero obliga a que en países muy lejanos y con otras culturas se vayan desparramando cada vez más cantidad de eventos de esta magnitud. Pero las pioneras son irremplazables.
Colapinto, para cerrar, debía sumar y no pudo. Gasly sumó más de lo esperado y sigue siendo el único dueño de las unidades del equipo galo.
Al final debe razonar Briatore, que cambió todo para que no cambie nada. Aunque no hago números porque de eso nadie habla, pero puntos ni Doohan ni su reemplazante han podido sumar hasta acá.
El rostro de Colapinto el sábado tras el despiste y este domingo luego del desconsuelo de ver por TV la competencia es la expresión cabal que la preocupación invade al team, al piloto y a su entorno más cercano.