A las 10 de este domingo se largó el Gran Premio de Fórmula 1 en Imola, y en las tribunas del autódromo el celeste y blanco dijo presente. Entre banderas argentinas, camisetas con el 10 de Messi y cantos improvisados, un grupo numeroso de compatriotas alienta a Franco Colapinto, el joven piloto de 21 años que representa a Alpine.
La escena no sorprende. Con la misma logística artesanal que moviliza a los hinchas de la Scaloneta, muchos viajaron desde la Argentina y otros tantos se acercaron desde distintas ciudades europeas para acompañar al piloto oriundo de Pilar. El objetivo es claro: estar cerca de Colapinto en un circuito que ya forma parte de su historia deportiva.
Es que no todos lo recuerdan, sobre todo quienes recién se suman al fenómeno Colapinto, pero hace exactamente un año, el 18 de mayo de 2024, Franco logró una victoria en la carrera Sprint de la F2 en este mismo trazado. Fue una actuación sólida, de aquellas que lo posicionaron como una de las mayores promesas del automovilismo internacional.
Este sábado no fue el mejor para él, al menos en términos de resultados. Pero sería injusto reducir su presente al detalle de una carrera. “Vamos Franquiuito carajo”, se escuchó decir a un hincha en la curva Rivazza, mientras sostenía una bandera argentina con la frase “Vamos Fran”. Colapinto representa más que una clasificación: simboliza el regreso de la Argentina a los planes serios de la Fórmula 1, y su ascenso es observado con atención desde las butacas de Alpine.
En Imola hay una energía especial. A metros de donde el Papa León XIV inició su pontificado, un argentino con casco y mono azul busca dejar huella. Y aunque hoy no sume puntos, Franco ya corre con el impulso de una hinchada que, desde hace rato, lo eligió como el primer Colapinto.