Es de público conocimiento que en la F1 hay solo 20 butacas disponibles. Esto es cierto, pero hay algo que se debe considerar: no son los 20 mejores del mundo quienes gozan de ese beneficio. Esto no es un partido de fútbol donde juega el que está mejor y otro espera en el banco. Tampoco es producto de una selección predeterminada en la que los que logran las mejores calificaciones son aprobados y el resto reprobado, por ejemplo.
Del total de la parrilla, solo la mitad o el 60 % supera ese requisito. Los demás están porque tienen soportes económicos, porque aparecen con un horizonte promisorio, o porque alguien creyó en ellos y les puso una ficha. Pero, en todos esos casos, solo el resorte económico amortiza la apuesta.
Hay muchos con condiciones que la miran por TV porque no tienen “budget” (presupuesto) para hacer realidad el sueño.
Siempre fue así. A Fangio, que ganó cinco títulos, lo ayudó Perón. Obvio: devolvió con creces la inquietud. Reutemann, que competía con una coupé Fiat, fue impulsado por el ACA. Debutó en Argentina en enero del ’72. El Lole y el Chueco fueron los únicos que justificaron la decisión y devolvieron el esfuerzo con resultados. Froilán González fue el tercero, y el último que jugó algunos plenos ya que —estamos en la ciudad de las fichas y las apuestas— los demás sacrificaron tiempo y dinero para vivir experiencias esporádicas.
Fueron 23, pero vamos con algunos. Llámese: Larrauri (muy marginado en aportes, pero rapidísimo), Guerra (efímera presencia), Zunino (poco y nada), Tuero (vino muy pibe, amagó con ser relevante pero, por razones hasta hoy extrañas, se volvió), Fontana (mucho ímpetu pero soportes escasos), Mazzacane (todavía no sé por qué vino). Son datos que lamentamos, pero no carecen de veracidad.
No obstante, hubo algunos que no pasaron el umbral. De éstos, los que nunca pusieron los glúteos en la butaca, el abanderado ha sido Pechito López.
Hoy, todos los que estamos en este métier sabemos que era el elegido, pero con bolsillos flacos y esperanzas frustradas. Pechito es un excelente piloto internacional. Ganó Le Mans como Froilán, pero cuando tenía la edad de Franco. En las categorías menores —y hasta siendo piloto de reserva de Alonso— se quedó sin dinero para ganarse su lugar. En esa época, que alguien te lo facilitara era todo un reto. Si no, pregúntenle a su papá.
Esteban Guerrieri podría cerrar la ventana de ejemplos, o Canapino, que también ya es grande pero lo intentó en Indy. Con el arrecifeño, cuando se acabó la plata, se acabó el amor.
Ayer, casualmente, los medios e internautas valoraron todo el día al múltiple campeón de autos con techo, ya que avala y ayuda al piloto Alpine, y más ahora que es su vecino. Apelaron a su experiencia para robarle frases convincentes que sirvan para consolidar al pibe en este emprendimiento.
Hoy las cosas cambiaron.
Esto es solo un abanico, y en él hay que ver cómo apantallamos a Colapinto.
Su voluntad de ser sigue intacta. Este pibe, si prospera, deberá agradecerle a Bizarrap de por vida, aunque últimamente no se lo ve con su gorrita por los hospitality.
La magia del productor musical, su prestigio y relaciones acercaron grandes empresas, y todo porque su papá, fanático de los fierros, se lo pidió.
Redondeando: ahora, con lo comercial resuelto, hay que enhebrar lo deportivo. Tiene herramientas para intentarlo. Pero, paradójicamente, ostenta un poder que ninguno de los otros vivió: el de las redes, el de los seguidores. La tecnología es su soldado y, en ese hábitat, supera a muchos que son consagrados, que ganaron carreras, pero no poseen su carisma.
Roland Gumpert, director de Audi en la década del ’80, dijo: “Los campeonatos se ganan con puntos, y los puntos se ganan con plata”. Fue en una oportunidad en la que Jorge Recalde renegaba, siendo crocante de bolsillo, para correr un Audi Quattro oficial. Finalmente, gestiones empresariales que Fangio seguía de cerca se lo facilitaron. Gumpert cedió y Jorge dio cátedra en el Rally de Argentina del ’84.
En síntesis, volviendo al origen del comentario: Franco aún no está en el lote de los que cobran; está en el pelotón de los que deben traer sponsor para arrancar. No importa la que él se lleve o no, lo determinante es lo que acerca. Con el tiempo, si prospera, revertirá la situación y pasará a jugar para el otro equipo. Sus soportes son notables, sus resultados podrían serlo también. No olviden que, así como empujó él para entrar, hay un montón siempre haciendo cola. Hay que evitarlos, si no se pone áspero o difícil. Es así, siempre fue igual. Pero hoy, en nuestro país, evitan expresar que no están sentados los 20 mejores. Y si no lo evitan, lo desconocen.
Es una utopía. Hay 12 que cobran mucho porque ganan carreras, 3 o 4 que están en ese proceso, y el resto aspira a llegar. No es una cuestión de nombres sino de metodología. No es Colapinto el problema, el sistema es así de perverso.
Para cerrar el tema: es como un puente. De un lado están algunos, y del otro trabaja el resto para poder cruzarlo.
Usted dirá: “Pero ¿cómo? ¡Si todos cobran sueldo!”. Es cierto, pero son reembolsos por aportar auspiciantes. Hay pilotos que por años corrieron por los soportes. Nunca fueron maravillosos, pero sin recursos o requerimientos financieros no hubiesen sido deportivamente aptos.
Además, hay un límite de dinero que los equipos pueden disponer en el año por razones reglamentarias, con el fin de equiparar fuerzas. Pues bien: de una u otra forma, alguien lo tiene que aportar. En términos generales, si los números no cierran, las marcas se complican, los resultados no llegan, y empiezan a buscar pilotos que tengan el salvavidas para no ahogarse.
Colapinto sí muestra talento. Si logra superar este proceso de inserción, se convertirá en un top driver. Está en sus manos, porque ya ha sido incorporado. Cuidado: no es un problema con él en particular. Lo tiene que resolver, como también deberán hacerlo el resto de los novatos que están en esa parrilla. Son seis, y el nuestro es uno de los más picantes, como dicen los muchachos en Córdoba.
Ahora existen las llamadas “academias”, caso Red Bull, para nombrar la más prestigiosa. Ellos toman a los pibes con dotes y los desarrollan. Algunos alcanzan a subir, otros se cansan de esperar y buscan otros rumbos. Pero debo reconocer que es la nueva modalidad, que al menos es más respetuosa de la condición deportiva que de la económica.
Colapinto hoy
Las expectativas lugareñas fueron exquisitas y exultantes cuando todos salieron a dar la vuelta previa y de formación. Los cuellos se estiran como los de jirafas en toda la gente que rodea la escena, a pesar de que en múltiples sectores las pantallas invaden el escenario. Pero nadie lo valora. Con sus propios ojos y con la piel erizada, detectan que la acción está por venir.
Te vuelve loco el rugir de los motores y el serpenteo de los autos. Rápido se forma la fila india y las especulaciones sobre quién será el primero en pegarse comienzan a surgir.
Franco, largando 18°, se acomoda enseguida y empieza a girar razonablemente, haciendo en carrera lo que no podía en clasificación o entrenamiento. Sus registros eran parejos y expectantes, y a medida que podía espiaba cuándo entrar y cumplir con las dos paradas obligatorias.
Al término de 10 vueltas se notó que estaba más cómodo que ayer. Y, de repente, tras romper la rueda delantera izquierda y parte de la suspensión, Gasly, a la salida del túnel, casi se lo lleva puesto. Es más, Franco atinó un amague para alejarse, a pesar de que el galo deseaba evitar pegarle. Y lo logró.
Contundente ritmo de giro alcanzó, si valorizamos el chasis con el que contaba. Lo dejó contento al team y, aunque perdió dos vueltas con el puntero, cumplió con el cometido y con lo que le pidieron. No se pegó, no malgastó los neumáticos, no generó contratiempos, y tuvo la suerte de que, después de más de un año, su compañero se pegó para que no digan que los costos de Gasly son cero en cuanto a reparaciones.
Viene Catalunya. Brava, pero hermosa para manejar y pretender seguir evolucionando. Sortear el principado no era tarea sencilla. Da paz para su futuro no haberse equivocado. No fue un fin de semana para dejarlo en la retina, pero sí lo fue para seguir apostando.
El viernes comenzarán a girar en tierras catalanas, y allí estaremos para contarte cómo sigue esta película, que tiene una trama interesante.