La FIA implementó unos cambios para el Gran Premio de Mónaco, que se corre este domingo. Todos los pilotos deberán detenerse por lo menos dos veces en el pit line para cambiar neumáticos buscando conquistar mayor sorpresa.
Asi, proponen que no sea, como casi siempre, que quien alcanza la “Pole” sea el que tenga majores chances de llevarse el trofeo que el Príncipe Alberto, monarca de la ciudad, entrega con sus propias manos.
La modificación de la norma promueve algún tipo de variante porque sus característica acabadamente conocidas dividen opiniones.
Clarles Leclerc, ídolo y referente local, expresó: “No estaría mal otorgar puntos en las pruebas de clasificación, ese sería el único cambio o modificación que yo haría”, dijo defendiendo el evento monegasco.
Veremos qué resulta pero, más allá de todas especulaciones, lo que mueve este circo sobre ruedas es impresionante y genera la atención de propios y extraños. En las horas pico de la actividad, es difícil hasta caminar por las cercanías del puerto y eso que estamos solo en tandas de puesta a punto o clasificación.
Un camión el viernes, luego de concluida la actividad, sufrió una avería y bloqueó el tránsito. Los servicios actuaron con rapidez, pero hubo un impass de dos horas. Caminar, en esta empinada y bellísima metrópoli, fue la única opción y todos la asimilaron porque sencillamente Mónaco y su carrera son así.
Las reglas actuales no permiten a los equipos realizar tests entre carreras. Esto perjudica más a los novatos, que solo ven la acción cuando salen a las prácticas libres o a definir. O sea, no hay tiempo para nada ni para nadie; si andas mal ahí, no hay chances. Y acá eso se nota
Si a alguien como Briatore no le gusta lo que hiciste, lo bajan como le pasó a Jack Doohan, y que Dios te ayude...
En definitiva, si son novatos, no te dan oportunidades ni razones para aprender y termina siendo todo lo mismo, más allá de cómo te llames.
Qué pasa con Franco Colapinto
Nadie nace sabiendo, los pilotos de F1 tampoco, pero no te dan espacio y lugar para interpretarlo. Entonces, qué pasa: muy simple, todo cambia para que no cambie nada y eso es lo que representa Alpine por estas horas.
Solo una cuestión económica en cuanto a aportes justificaría tanto escándalo mediático y en redes que generan un clima al que la Fórmula 1 no está habituado o familiarizado.
Leclerc llega al circuito con un perro, Hamilton lo hace con otro, Franco con el termo debajo del brazo y Briatore siempre solo, pero sospechado.
Alpine no mejora y el nene de Pilar anduvo lejos del resto. Si acelera y se pega, lo bajan. Pero, si no acelera, no justifica que lo hayan elegido y subido.

¿Qué hacemos, entonces? La fruta, si no está madura, no cae. Pero cuando está verde, solo hay que esperarla. No hay otra opción y acá en Mónaco Colapinto hasta ahora se aferró a no equivocarse, pero lejos de evidenciar o acreditar grandes aspiraciones. Sin embargo, limó 700 milésimas su propio tiempo, aunque no dejó de ser el último, más allá que largará décimoctavo.
“El que no arriesga no gana”, dijo tras la piña de Imola. Y sí,a cá no arriesgó, pero tampoco arruinó nada.
Está inmerso en un laberinto de presiones de las que saldrá de a poco, pero solo si se dedica a seguir aprendiendo.
Las redes que esperen, los haters (odiadores), también; y él, que haga lo que le digan, no le queda otra.
Ahora bien, a los australianos connacionales de Doohan no se los escucha con quejas desmedidas y eso también debe ser un acto adoctrinador para la ansiedad de muchos argentinos.
En este negocio, si no te alineás, te eliminan. El pibe le da frescura, pero sus fanáticos son un frente de tormenta que hay que despejar.