Colapinto no es Franco. No es el Franco que nos acostumbró a ver. Su nivel en Alpine está lejos de lo esperado por el equipo, por el público y, sobre todo, por él mismo. ¿Qué le pasó al chico que tuvo un ingreso disruptivo a la Fórmula 1? ¿Qué ocurrió con el pibe que se perfilaba para ir por todo en La Máxima? ¿Dónde quedó su frescura?
La temporada 2025 de Fórmula 1 sigue presentando un panorama duro y desafiante para Franco Colapinto, quien, a pesar de su talento y de la enorme expectativa que generó de manera natural, se encuentra en una encrucijada. El piloto argentino es, al día de hoy, el único de la parrilla actual que aún no ha logrado sumar puntos, una situación que “pesa” y genera una creciente incertidumbre sobre su futuro en la máxima categoría. Su presente contrasta drásticamente con el de su compañero de equipo, Pierre Gasly, lo que invita a un análisis profundo de sus respectivos rendimientos y las circunstancias que los rodean.
Un dúo desigual: experiencia vs. adaptación forzada
La comparación entre Colapinto y Gasly es inevitable. El primer detalle para tener en cuenta es la experiencia abismal que los separa. Gasly, de 29 años, transita su octava temporada en la F1 y su segunda con Alpine, lo que le permitió acumular hasta acá un rodaje de 166 Grandes Premios. Tiene una victoria (en Monza 2020, con AlphaTauri) y cinco podios.

Este conocimiento profundo del entorno y del equipo se traduce en miles de horas de desarrollo y un dominio que le permite disimular mejor los defectos del coche. Su experiencia le basta para obtener mejores resultados los sábados y defenderse los domingos, como demostró al asegurar el décimo puesto en Spa-Francorchamps, sumando el único punto de Alpine en la carrera. Y es el piloto que aportó los 20 totales que lleva el equipo en esta temporada. Ni Doohan (primero) ni Colapinto (después) lo lograron.
Por su parte, Franco, de 22 años, apenas disputó 16 eventos en la Máxima, de los que siete son con Alpine. A diferencia de Gasly, nunca tuvo una pretemporada de F1 con la escudería gala y recién pudo sentarse en el A525 en mayo, para el Gran Premio de Imola. Esta falta de familiaridad con el coche y su puesta a punto, que es completamente diferente a la que tenía en Williams, lo obliga a un proceso de adaptación, que tiene que ser acelerado y constante.

En el mano a mano en carreras, Gasly terminó en cinco GP por delante de Franco, mientras que el francés también quedó adelante en la única carrera Sprint que compartieron este año. Además, lo superó en seis de siete clasificaciones de carrera y en la clasificación Sprint en Bélgica. Teniendo en cuenta las clasificaciones, mientras Colapinto no pudo superar la Q1 en cuatro de las siete, Gasly metió su Alpine en Q3 en cinco ocasiones. Y eso le dio mayores oportunidades para terminar en la zona de puntos.
Colapinto: un rompecabezas en movimiento
El actual Colapinto no es el fresco y disruptivo piloto que debutó con Williams en 2024. Perdió la confianza en su auto, un Alpine que es considerado el “peor auto de la parrilla” y que posee un motor con 30 caballos de fuerza menos que el de otras escuderías. Es el último año del impulsor desarrollado por Renault y no tendrá ninguna evolución. Esta falta de competitividad lo deja incómodo y disconforme.
Cada fin de semana, Colapinto se enfrenta a un problema diferente para el que no encuentra una solución lógica. En sus conferencias de prensa se amontonan respuestas cuyo inicio son “No entendimos” o “No sabemos por qué pasa”... El Alpine es, para él, un rompecabezas que le impide sacar lo mejor. Se nota en clasificaciones o al momento de mantener regularidad en carrera.
Además, la estrategia del equipo no siempre lo favoreció, como fue evidente en el GP de Bélgica, donde una segunda parada a boxes fue recriminada por el propio Colapinto a su ingeniero Stuart Barlow: “No tendríamos que haber entrado a boxes, para ser honesto. Los neumáticos se sobrecalentaron y fue lo mismo después de cinco o seis vueltas”. Flavio Briatore, asesor de Alpine, también reconoció que esta parada era “poco probable que cambiara el resultado de la carrera”.
Hasta acá, no parece que la relación con su ingeniero de carrera Stuart Barlow sea simbiótica. Es vital que haya un entendimiento entre ellos, que se sepan leer, entender, complementar y potenciar. Y sin esa sintonía, es casi imposible construir confianza técnica y emocional. Este es otro aspecto en el que Gasly le saca ventaja.

Otro aspecto que vale la pena resaltar es el humano. Franco es una persona a la que le gusta la cercanía. En Williams la tenía. James Vowles, el jefe de equipo de esa escudería, no solo que lo ascendió para reemplazar a Logan Sargeant, sino que también lo apadrinó. Fue guía, mentor y, afectivamente, un puntal para Colapinto. Te extrañamos, “tío James”.
En Alpine, el argentino no tiene esa figura. Cada equipo tiene su propia cultura, su propia idiosincrasia. En gran medida, es el piloto el que se tiene que saber adaptar.
Hoy, Franco no tiene auto, no siente confianza y no tiene contención. La tormenta perfecta.
Oportunidades de mejora
A pesar de las dificultades, Colapinto no está solo en sus pesares y su situación se asemeja a la de otros pilotos experimentados que también luchan por adaptarse a sus nuevos equipos, como Carlos Sainz, en Williams, o Lewis Hamilton, en Ferrari. El argentino sabe que tiene que aprovechar las oportunidades. Su talento innato ya fue demostrado con Williams, donde sumó puntos y realizó sobrepasos elogiados por figuras de la Máxima.
Su profesionalismo y compromiso tampoco están en duda. Una muestra de ello es su decisión de no tomarse vacaciones durante el receso de la F1, optando por trabajar en la base de Enstone para preparar las próximas carreras. Además, Gasly, a pesar de que su compañero de equipo es su primer rival, ha tenido muestras de compañerismo buscando ayudar a Colapinto en su proceso de adaptación. La esperanza de Franco es poder acercarse a lo que hace Gasly.
De todos modos, la pregunta sobre su futuro se hace cada vez más constante. Varios aseguran que Colapinto tiene asegurado su lugar como piloto titular hasta fin de año (a pesar de tener un contrato denominado “rolling”), lo que le brindaría una estabilidad a corto plazo para seguir trabajando. Pero necesita potenciar esas aseveraciones con buenos resultados.
Si todo sale bien, su proyección a largo plazo en la Fórmula 1 podría extenderse hasta por 15 años (como contó Fernando Tornello en su visita a La Voz), lo que resalta su potencial. Pero tiene que salir adelante en esta difícil temporada.
El papel de Alpine
El contexto de Alpine agrava todo. La escudería francesa atraviesa una campaña marcada por la inestabilidad y los flojos resultados, que están muy lejos de lo esperado. Tras el sexto lugar en el Campeonato Mundial de Constructores 2024, Flavio Briatore se planteó para esta temporada terminar quintos (por encima de Aston Martin), para 2026 ganar carreras y para 2027 pelear por el campeonato.
Ese ambicioso plan no tiene hasta acá correlación con la realidad de lo que el equipo francés está mostrando en pista. Ocupan el último puesto en el certamen de Constructores con solo 20 unidades, lejos del resto. Sauber dio un gran salto (el peor del grado el año pasado, hoy está sexto) y los demás de la misma zona (Racing Bulls, Aston Martin y Haas) dan una animada pelea de la que otros dos hoy no son parte: Williams (porque fue para arriba) y Alpine (porque está cada vez más abajo).

La falta de ritmo, las malas determinaciones estratégicas y la incertidumbre en el área técnica (siguen renunciando mandos medios) mantienen al equipo en una situación crítica. Esta semana, Alpine sufrió un nuevo golpe con la dimisión de Francis Stokes, el jefe de mecánicos, quien se alejó de la estructura tras el GP de Bélgica. Esta salida se suma a una percepción de inestabilidad generalizada en el equipo, donde no se vislumbran cambios significativos en el auto que permitan elevar la esperanza para lo que resta de la temporada. Y todo esto en medio del desarrollo del auto para 2026, con la nueva reglamentación y la llegada de motores Mercedes. Todo desde cero y sin una base de confianza en la cual apuntalar la ilusión.
En este contexto, Franco Colapinto se siente condicionado. Pero su capacidad de trabajo y su talento deben ser su mayor activo en esta lucha contra un auto poco competitivo y en una estructura que está en constante turbulencia.
Tras su impactante ingreso en Williams, el personaje Colapinto pasó a ser más importante que el piloto. Por los medios, por las redes sociales, por el público, por las empresas, por la Fórmula 1... Hoy es necesario que el piloto sea más importante que el personaje. Para que Colapinto vuelva a ser Franco.