Ramón Darío “Wanchope” Ábila nunca ocultó sus orígenes ni su sentimiento. En un mundo donde los besos al escudo suelen aparecer cuando llega un contrato, él hace lo contrario: pone límite, marca territorio emocional y lo dice sin vueltas.
“Yo siempre digo que la única camiseta que me beso es la de Instituto. Es el club de mis amores.”
Nacido en Córdoba el 14 de octubre de 1989, Ábila explica que ese vínculo no es un recurso mediático ni una estrategia: es identidad pura.
“Respeto mucho a las otras instituciones. No hago el gesto ni cerca, aunque tenga construido un palacio o un monumento. La única camiseta que me beso es la de Instituto. Soy hincha, soy muy fanático y lo siento así”, dijo en una reciente nota con ESPN.
Un origen humilde y una historia marcada por La Gloria
Wanchope creció en el barrio Remedios de Escalada. Su mamá, Gloria Luna, no planeaba tener otro hijo: él llegó de sorpresa. Siguiendo los pasos de su papá, jugador amateur, empezó en Unión Florida, en una canchita de tierra cerca de su casa.
Hasta que un día Instituto lo vio, lo probó y lo abrazó.
Ahí nació el vínculo. Ahí nació todo.
Debutó en primera, pero todavía sin explosión futbolística: pasó por Sarmiento de Junín y Deportivo Morón para sumar experiencia. Cuando volvió, ya era otro jugador.
El salto: Huracán, la Copa Argentina y la Sudamericana
En 2014, Frank Darío Kudelka lo pidió para Huracán. La historia explotó:
- Ascenso a Primera (2014)
- Campeón de la Copa Argentina (2013–14)
- Campeón de la Supercopa Argentina (2014)
- Finalista de la Copa Sudamericana 2015
- 53 goles en 103 partidosMedia superior a medio gol por encuentro.
En esa etapa empezó a romper redes… y a construir su nombre.
Cruzeiro y el salto a Boca
En 2016 Cruzeiro compró parte de su pase. Más tarde, Boca intervino para destrabar la deuda y se lo llevó. En el Xeneize dejó momentos decisivos:
- Campeón de Superliga 2017/18
- Goles claves en Copa Libertadores
- Goleador histórico de la Copa Argentina (15 tantos)
También vivió lesiones y una salida conflictiva, pero siempre mantuvo su postura:
“Fui leal con mis principios.”
Luego vinieron sus pasos por Minnesota United (MLS), D.C. United y Colón. Hoy está en Huracán, nuevamente dirigido por Kudelka.
A donde vaya, hay algo que no cambia
Jugó finales internacionales, marcó en clásicos, fue goleador de torneos continentales y gritó goles en Brasil y en Boca.
Pero si hay un gesto que reserva para uno solo, es ese beso al escudo que no negocia.
Cuando le preguntan, lo repite sin dudar:
“La única camiseta que me beso es la de Instituto.”
El corazón tiene dueño.Y ese dueño vive en Alta Córdoba.






















