Talleres ya tiene demasiados rivales. Propios y extraños. El 1-1 ante Tigre de anoche en el estadio Mario Kempes es un capítulo más de la historia en la que hace lo mejor y también lo peor, sin término medio. Como anoche mismo. El tema es que la temporada está avanzada, quedan ocho fechas y el equilibrio no llega, la razón principal por la que Vélez le sigue quedando lejos (a seis puntos) y de que Huracán, también lo aventaja.
El Talleres que ponderó su paciencia para abrir a un rival que muchas veces pasó la línea de la pelota con sus 10 hombres campo y contra algunos fallos de un Jorge Baliño que jugó un mal partido (debió echar a González por falta a Depietri, además de aplicar mal la ley de ventaja entre otras cosas), fue el mismo que administró mal ese 1-0 parcial conseguido al inicio del complemento por Cristian Tarragona, después de cinco o seis llegadas.
En ese mano a mano, la “T” dispuso de un par de chances para asegurar el juego, pero Rubén Botta falló una situación clarísima ante Zenobio, aparecieron en escena los DT. Sebastián Domínguez movió el banco porque su plan original del aguante ya no le servía, pero con el ingreso Forclaz logró el 1-1. Cuando movió Alexander Medina, fue pensando más en cerrar el juego que en la contención y Talleres lo pagó al disponer los ingresos de Sebastián Palacios, Matías Galarza y Juan Portilla. La “T” no resolvió nada y quedó desprotegido. Cuando entraron Federico Girotti y Alejandro Martínez ya Talleres no disponía de la claridad ni de la paciencia que le había permitido llegar al 1-0 parcial.
Es más, la permisividad del juez Baliño puso nervioso a Medina y al resto del equipo, al punto de que el DT sufrió su segunda expulsión desde que regresó. El nervio es un frente que Talleres no puede darse el lujo de abrir. Ya se sabe que se está comiendo una factura grande de AFA por la postura institucional del club y nadie le va a hacer justicia con reclamos que luego se traducen en los tremendos fallos soportados y provenientes del Tribunal de Disciplina.
Talleres no pudo ganar por lo que dejó de hacer más que por la roja a González que el juez debió sacar, entre tantos errores. Ahora tiene que barajar y dar de nuevo ya que deberá visitar a Deportivo Riestra, el sábado a las 15, sin Gastón Benavídez y Juan Carlos Portillo, quienes llegaron a la quinta amonestación.
Lo mejor y lo peor, enésima vez
Talleres logró convertir vía Cristian Tarragona cuando ya se le empezaba a acabar la paciencia. Hasta ese momento la conducción de Botta y una cancha armada con Matías Galarza cerca, más Barticciotto y Tarragona como un doble 9, las proyecciones de Benavídez y la potencia de Depietri, lo habían dejado a un pase de la red. Más la toma de riesgo de jugar con tres en el fondo.
Zenobio tapó tres y hubo dos tiros a los palos. El pase al ataque de Ortegoza, que ya habìa hecho lo suyo en la marca y contención, le dio a la “T” más profundidad cuando ya Botta empezaba a cansarse y a ser marcado mucho más de cerca. De hecho, “Uli” fue el que tiró el centro que forzó el 1-0. El Talleres de la administración de la ventaja fue el que lo dejó a mitad de camino. Ni definió sobre un rival abierto y tampoco lo contuvo. Así se explica la chance que volvió a dejar pasar Talleres.
