Talleres valora y cuida a Rubén Botta porque sabe lo que vale y el perjuicio que ocasionaría no tenerlo al 100 en el tramo donde se va a definir el año.
Nadie quiere lamentar la baja de otro imprescindible como el caso de Matías Catalán, cuya recuperación se dará entre ocho o nueve meses, luego de ser intervenido quirúrgicamente por haberse roto los ligamentos cruzados de la rodilla derecha.
Lo cierto es que con o sin estos jugadores vitales, Talleres sigue teniendo desafíos pendientes: desequilibrar en espacios reducidos y defender en los amplios. La imagen de un equipo que se repitió en centros y una circulación horizontal de la pelota ante el muro que levantó Belgrano al verse en inferioridad numérica desde el primer minuto de juego con una disposición del balón de un 82%, fue un problema que Walter Ribonetto no pudo resolver en el tramo final de su gestión en la “T”.
Sin Botta, cuando “Tino” no lo pudo contar por el desgarro, o con el “10″, a medias cuando jugó sus primeros juegos, y con el mismo jugador al que Medina recibió casi a punto, Talleres tuvo problemas con rivales que se defendieron cerca de su área.
Disponer de juego interior o aprovechar las pelotas detenidas que concedió el rival, es algo que le sigue costando. Habrá más partidos como el clásico, antes que juegos como ante River en el Monumental. Salvo Benavídez, no hubo receptores visibles. Los avances de Depietri que ganó sobre izquierda y otro de Matías Galarza Fonda que intentaron ser una alternativa, tampoco funcionaron, porque definieron mal.
Hubo que esperar al ingreso de Matías Alejandro Galarza, quien fue un socio nuevo a Botta y el que permitió armar juego interior. De la misma manera, la entrada de Cristian Tarragona ofreció una referencia para construir paredes o abrir el juego a los laterales. En ese lapso, hubo avances serios: el propio ex Argentinos le dio de afuera, lo tuvo Benavidez (pared con el 10 y lo tapó Juan Espínola a medias) y Navarro le dio al palo.
El ingreso de Esquivel dividió la prioridad del primer pase y ya Botta no recibió la misma calidad de pase que Galarza. El cambio de Alejandro Martínez por Navarro como el de Barticciotto por Galarza Fonda y la presencia de Girotti como doble “9″ le reportaron poco a Talleres. Por el contrario llegó menos. Apenas un tiro de Botta y uno al final de Rodríguez. Talleres debe salir de ese juego chico y llevarlo a uno grande.
Hacia atrás, defender en espacios amplios sigue siendo un reto. Ante Racing y Belgrano, Talleres se fue sin goles, pero fue gracias a salvadas milagrosas. No es que fueron contraataques sostenidos, pero hubo dos jugadas por las que Talleres terminó sumando puntos importantes. Las salvadas de Guido Herrera ante Augusto Solari y de Gastón Benavídez a un tiro de Roger Martínez casi en la línea y la del propio arquero frente a Pablo Chavarría en el cierre del clásico. La “T” quedó pésimamente parado ante envíos largos. ¿Y con River? También mantuvo el 0, pero Talleres se defendió cerca de Herrera, no como había pasado en los juegos referenciados.
Ese reto defensivo, también tiene que ganarlo.
