Un sorteo con recovecos y la selección de siempre, a la espera del “10”
Nada mejor que darle un buen suplemento vitamínico a la globalización del fútbol. Quien vio el sorteo del Mundial 2026 habrá comprendido el paso adelante de la FIFA en su espíritu integrador: una decisión política y, a la vez, deportiva que busca darle más fuerza a su mensaje cada vez más inclusivo en todo el mundo.
En ese sentido, Gianni Infantino parece seguir el precepto siempre tenido en cuenta por Joseph Blatter y Julio Grondona, que, así como proponían una mayor cantidad de equipos participantes en sus torneos, permitían también sumar más votos favorables a sus gestiones.
En esa línea se ubican los 48 equipos que recorrerán Estados Unidos, México y Canadá, de un total de 211 federaciones afiliadas. Casi una selección de cada cuatro brillará con distinta luz en un escenario que para algunas de ellas era impensado apenas unos pocos años atrás.
Nada mejor que Estados Unidos para darle (por si hacía falta) un empujón aún mayor a ese afán propagador. El país del norte se percibe autoreivindicado al acoger casi el 80 por ciento de los partidos (78), contra poco más del 10 por ciento (13) que se disputarán en las tierras de sus vecinos. Es que la afrenta había sido muy grande: habérsele quitado en su momento la organización del Mundial de Qatar debía tener una devolución semejante a lo perdido. El FIFA Gate ya había advertido que, aun con una pelota en el medio, con el país del norte no se juega.
En ese contexto, a Argentina la ubicaron en un lugar apacible que, en principio, no debería ofrecer sobresaltos. Su estadía inicial prevé encuentros ante Austria, Argelia y Jordania, obstáculos que, por sus antecedentes, no deberían ser demasiado riesgosos de superar. Sin embargo, el oleaje encrespado no tardaría en llegar: España y Uruguay podrían aparecer en escena, con armas distintas, pero con idénticos objetivos. El juego hasta bonito de los españoles adquiere la misma dimensión que la garra charrúa, siempre difícil, algunas veces hasta inaccesible para los argentinos.

Ya lo dijo Lionel Messi: nada es fácil en un Mundial. Todo cuesta mucho. Hasta ahora, la selección argentina, ganadora de la tercera estrella, ha logrado lo que ninguna de sus antecesoras: sostener la vara del rendimiento y de la productividad a niveles muy altos. Vencedora en la Copa América en Estados Unidos luego del Mundial de Qatar, y líder con holgura y determinación de las eliminatorias para el acontecimiento del año próximo, propone continuar con lo inédito.
Podría valerse de su mayor símbolo para intentarlo de nuevo. “El 10” da espacio al deterioro físico como la causa de su eventual ausencia. Su argumento es que no quiere ser un lastre para sus compañeros. Los seis meses que restan para la cita ecuménica moldearán su decisión. Si dentro de un tiempo su respuesta es positiva, los argentinos deberemos estar seguros de una cosa: por lo visto y disfrutado, tanto él como sus compañeros lo intentarán de nuevo, como si hasta ahora nada hubiera sido ganado.























