Fueron tan diferentes los dos tiempos del superclásico de ayer en un estadio Más Monumental lleno a reventar de hinchas y de banderas que habría que comentarlos por separado. Como si hubieran sido dos partidos opuestos.
River jugó el primero con determinación ganadora y Boca salió a aguantarlo con una línea de cinco en el fondo. Desentendido por completo de la pelota y sólo preocupado por cuidar los espacios del medio hacia atrás. Y así le fue: el Millonario se puso 2 a 1 con un golazo de tiro libre de Franco Mastantuono y otro gol de Sebastián Driussi entre los cuales, el uruguayo Miguel Merentiel había marcado el empate con una certera definición.
En el segundo, todo resultó distinto. River se paró más atrás para resguardar la ventaja y sorprender de contraataque. Y Boca salió con otra energía y sobre todo, otra cabeza, Se sacudió las precauciones que le había insuflado el esquema inicial que había dispuesto el técnico Fernando Gago y, a los tropezones, fue a buscar el empate que pudo haberle llegado a lo último. Pero se topó con Franco Armani y un par de atajadas decisivas que dejaron todo tal como estaba.
El 2 a 1 final se celebró a lo grande porque así se celebran los superclásicos. Y más uno de muy alto voltaje como lo fue este. Pero en verdad, no modificó nada. Porque los dos gigantes ya estaban clasificados para los octavos de final del Torneo Apertura. En todo caso, la colocación de ambos se resolverá en la última fecha del próximo fin de semana. Por ahora, Boca está primero en la Zona A con 32 puntos. Y River quedó tercero en la B, con 28 unidades.
Una semana redonda
El equipo que dirige Marcelo Gallardo cerró una semana en positivo que incluyó el viaje copero a la altura de Quito (Ecuador) donde empató 2 a 2 con Independiente del Valle. Y la confirmación de que el pibe Mastantuono está para las grandes realizaciones. Es presente y es futuro. Y eso que recién en agosto cumplirá 18 años.
Digno heredero de la noble alcurnia riverplatense, a los 24 minutos, el chiquilín combinó en un tiro libre a 25 metros del arco de Agustín Marchesín, el terciopelo de su zurda con algunas ráfagas de viento que hicieron que la pelota cayera de golpe y se metiera en el ángulo superior izquierdo.
Con el 1-0 a su favor, River se lo llevó por delante a un Boca aturdido y a punto estuvo de aumentar. Pero Marchesín se reivindicó tapándoles una mano a mano a Driussi y un cabezazo a Pezzella.
El empate de Boca llegó fuera de contexto: a los 37 minutos, Lautaro Blanco sacó un pelotazo a cargar, Germán Pezzella falló en el despeje y Miguel Merentiel definió bárbaro ante la salida apresurada de Franco Armani.
Pero a los 43, River de nuevo puso las cosas en claro: Sebastián Driussi cabeceó un centro de Acuña desde la izquierda que cayó detrás de Marcos Rojo, la pelota dio en las piernas de Marchesín y de rebote, el propio Driussi anotó el 2 a 1.
Pero nada de lo que había pasado hasta allí volvió a pasar en el complemento. River pasó de atacar a contraatacar y de los cambios que fue haciendo Gallardo, sobre todo en la mitad de la cancha (entraron Meza, Aliendro y Lanzini por Galoppo, Enzo Pérez y Colidio), ninguno le resultó al equipo que perdió consistencia y control de la pelota. Mastantuono pasó a jugar más de media punta y ya no fue lo mismo.
Fernando Gago sostuvo su línea de cinco de toda la tarde con la entrada de Di Lollo por Rojo y buscó ser más ofensivo con Zeballos por Belmonte. Boca atacó a los ponchazos. Y recién a lo último hizo figura a Armani. Pareció que la visita merecía el empate pero en el repaso, regaló todo un tiempo y se acordó tarde de lo que tenía que hacer. Por eso, festejó River y le dio una gran alegría a su gente. Y estuvo bien que haya sido así.