El silencio se volvió a sentir en el final del partido. La gente murmuraba entre lamentos el 0 a 0 con All Boys. Ocurría lo mismo que en partidos anteriores, cuando, a pesar del esfuerzo, el triunfo no se podía consumar, agregándole otra pieza a la ya prolongada cadena de encuentros de local sin victorias. En realidad, la Academia no vence en esa condición desde el 27/4 cuando goleó a Ferro por 4 a 0. Desde ese día y hasta enfrentar al equipo de Floresta, jugando en su cancha y de visitante, acumuló cuatro empates, tres derrotas y sólo una victoria, la conseguida ante Alvarado, en Mar del Plata.
Poca cosecha y muchos lamentos, si se tienen en cuenta aquellos partidos en el Miguel Sancho en los que la victoria parecía concretarse, y algún descuido propio o un acierto del rival entristecía la mirada y fortalecía el reclamo por un mejor resultado.
Casi pasó lo mismo frente a All Boys, también de discreta campaña. Al comienzo, los piques de Julián Vignolo lucían exuberantes y dificilísimos de soportar. El delantero racinguista recibía el balón con el campo abierto o con la oposición de un solo rival, y encaraba con la velocidad que lo caracteriza. Sus remates o sus centros para Lautaro Villegas no tuvieron la precisión necesaria como para producir alegría en las tribunas.
Una, dos, tres veces intentó Julián, pero no pudo. Por ese entonces el público no supuso que, después de ese promisorio inicio, esas amenazas de gol no ocurrirían otra vez, a pesar del esfuerzo de todo el conjunto.
A partir de ese cuarto de hora el juego se enturbió, lo que favoreció la estrategia visitante. La presión sobre los volantes locales se intensificó; Juan Salas y Thiago Calone aumentaron su dinámica hasta hacerse importantes en el medio campo y en la ofensiva. Salas tuvo una oportunidad clarísima cuando su toque, tras un centro de Nouet, pasó al lado de un palo. Luego fue Calone quien llevó la pelota en absoluta soledad y su remate ante Mauricio Maslovski se fue desviado. Salas, pocos minutos después, tras un centro de Julián Ceballos volvió a perderse la chance de gritar su gol.
El trámite era interesante. Las posturas de uno y otro, demasiado claras. Racing, más frontal, no podía evitar las garras y los mordiscos de un adversario que no se limitaba a esperar alerta en su retaguardia, sino que, ante alguna alternativa favorable, despegaba a sus hombres de esa posición defensiva y buscaba castigar en los grandes espacios que la ambición racinguista generaba en su propia defensa.
Lo que llegó después fue más tumultuoso y desprolijo. La estrategia de All Boys fue condimentada con las sorpresivas “lesiones” que dejaban tirados por varios minutos a sus jugadores. Su arquero, Lucas Sauer, fue asistido tres veces; algunos compañeros parecieron sentir lo mismo por lo que se recostaron un rato en el césped a la espera de la asistencia.
Los minutos pasaban y Racing, ya con la presencia de Pablo Chavarría, buscó opciones para volver al triunfo. Intentó por ambos andariveles, pero sus centros no generaron zozobra. Sólo una vez Martín Albarracín exigió al arquero adversario a través de un cabezazo y, en otra situación, Chavarría remató, pero Sauer respondió.
El empate supo a demasiado poco para los académicos, y más después del debut exitoso de Hernán Medina como entrenador en su regreso al club, frente a Alvarado. Sin estar entre los ocho primeros en su zona, aunque no está muy lejos del objetivo, Racing todavía tiene tiempo para buscar, al menos, el segundo ascenso. Desde hace un tiempo más que prolongado para las oportunidades que ofrece el fútbol, le cuesta hacerse valer en su propio reducto. Esa es una de las claves por las cuales en estos días no está en condiciones de prolongar su actuación en un torneo difícil y muy desgastante.