Hay tardes elegidas para la historia. Que quedarán para siempre. Son las tardes de fútbol que te hacen llorar. Que son un tatuaje. Esas tardes donde hay héroes, grandes ganadores y tremendos perdedores.
Son esos momentos del todo a nada donde, también, aparecen los valientes. Los que se animan. Los que no tienen miedo.
Por eso Instituto es capaz de estas cosas. Porque es un club que alguna vez estuvo herido de muerte. Y renació desde estos milagros.
Como aquel centenariazo ante este mismo Talleres, la historia pareció repetirse con otros actores. Igual de héroes eternos.
Aquel Lucas Godoy al que aún hoy le recuerdan ese gol a Talleres ahora será Damián Puebla.
El “Pueblita” cuestionado que se reivindicó. Con ese gol suyo, Instituto le ganó el clásico a Talleres y se dio todo.
Perdió Godoy Cruz y se clasificó a Octavos de Final de forma milagrosa. No sin sufrir. No sin ser Instituto.
La Gloria hizo otra épica de las suyas y salvó el semestre.
Vaivén de emociones
Instituto inició el partido con un esquema diferente al habitual ya que hubo un contratiempo que obligó a cambiar.
El DT Oldrá pretendía repetir el mismo 11 qué venía de empatar ante Sarmiento pero un golpe del extremo Jeremías Lázaro lo obligó a tener otra postura.Entró Mac Allister, que volvía de la suspensión, para sumarse al mediocampo con la idea de tener más equilibrio.
Pero una cosa es lo que creen los entrenadores y otra lo que sucede en cancha.
Todo el primer segmento del partido Talleres entregó pelota y terreno cediendo la iniciativa al visitante.
La Gloria no terminaba de meterse en el partido ni de hacerse protagonista cuando el local encontró una buena jugada asociada que fue el 1 a 0 de Galarza, cuando iban 13 minutos.
Si antes la Gloria estaba obligado a una victoria ahora el panorama cambiaba más aún porque tenía que dar vuelta el marcador.
El gol le hizo muy bien a Talleres, que descargó tensiones y fluyó más.
El juego era incómodo para los de Oldrá que peleaban más de lo que jugaban.
En esa se sumó Godoy, que terminó expulsado cuando no iban ni 30 minutos de manera inocente, por doble amarilla. Inexplicable e inentendible actitud.
Fue un antes y después en el partido que era ideal para el local: ganaba y tenía un jugador más.
Sólo una jugada distinta podía volver a meter a la Gloria en partido. Y fue obra y gracias de Alex Luna, un jugador distinto a todos.
El ex Atlético Rafaela se inventó un golazo de otro planeta que fue el 1 a 1.
Eso revivió a un Instituto que estaba en el subsuelo, enterrado.
Así terminó un primer tiempo que tuvo de todo: goles, expulsiones, peleas y algo de fútbol.
Para el complemento Oldrá metió mano y lo fue a buscar con dos jugadores ofensivos como Jeremías Lázaro y Jonathan Dellarossa.
No había otra opción para la Gloria porque la novedad era que en la cancha de Riestra perdía Godoy Cruz. Si ganaba, clasificaba.
Entonces Instituto arriesgó porque no había mañana. Y fue valiente en el momento donde la pelota se prendía fuego.
Lo ayudó la expulsión de Depietri para encarar la media hora final en igualdad de condiciones.
Ahora era finalmente a todo o nada.
Y ahí un despeje le quedó a Damián Puebla, que le pegó con el alma.
Un rebote lo ayudó a que la pelota terminará dentro del arco, para un grito de desahogo tremendo.
Instituto fue otra vez el Instituto épico en el Kempes.
Siempre hay que esperar algo de la Gloria. Créanme porque así siempre será.