Que fue su última vez en un partido oficial en el país. Que tal vez no es la despedida definitiva del público argentino. Con Messi nunca se puede ser tajante. Alguna vez dijo que no jugaría más en la selección y luego fue campeón sudamericano y mundial. Hoy, con 38 años, todavía tiene hilo en el carretel. ¿Mucho?, ¿poco?
Por las dudas, y como para no desentonar con sus números, el capitán de la selección se despachó con dos goles ante Venezuela, en otra demostración de calidad. A su estilo, en el partido número 53 en el país y el trigésimo en el Monumental, se dio un gustazo grande. “Siempre es una alegría jugar en esta cancha”, dijo antes de recibir la enésima ovación de la noche.
Las cifras lo ayudaron bastante: en esos encuentros obtuvo 37 victorias, 14 empates y sólo dos derrotas (1-3 ante Brasil en Rosario y 0-2 con Uruguay en Boca). En el Monumental, sus números fueron todavía más abrumadores: 30 cotejos, con 23 victorias y siete empates.

Pero el romance tardó en madurar y, en honor a la verdad, recién se cristalizó varios años después de aquel debut ante los argentinos, el 9 de octubre de 2005 (triunfo 2-0 sobre Perú con goles de Juan Román Riquelme y de Luis Guadalupe en contra).
Queda aún la posibilidad cierta de algún amistoso de preparación previo al Mundial del año próximo y, seguramente, algún partido de homenaje para ponerles el broche final a sus 21 temporadas defendiendo los colores celeste y blanco.
El balance, hasta ahora, nos deja a los cordobeses con tres inolvidables pasos de “la Pulga” por el Mario Kempes. La primera y más esperada fue el 11 de julio de 2011, ante Costa Rica, en compromiso de la Copa América y con el Chateau recién remodelado. No eran los mejores días del astro en su idilio con la gente: el equipo del “Checho” Batista había igualado 1-1 con Bolivia en La Plata y 0-0 con Colombia en cancha de Colón. En ambos partidos, el “10” había sido injustamente hostigado, reclamándole el protagonismo que lucía en Barcelona, y Córdoba lo recibió con un perfil mucho más amigable. El 3-0 sobre los “ticos” (dos de Sergio Agüero y uno de Ángel Di María) ayudó para que “Leo” pudiese ensayar un primer acercamiento al hincha. “Messi: perdón, no saben lo que dicen”, rezaba una bandera en el recibimiento al hotel, donde también se insistió en la inclusión de Javier Pastore.
Al año siguiente, el Kempes asistió a su primer gol en suelo cordobés, en un duelo ante Paraguay por las eliminatorias mundialistas hacia Brasil 2014 (victoria 3-1). Fue de tiro libre, sobre el arco de la Willington, mismo sector en el que embocó, de penal, en su tercera y última visita a esta provincia, en 2016 (2-0 sobre Bolivia).
Después llegaron dos intentos fallidos, en los que la selección jugó en Córdoba pero sin Messi. El primero ante Paraguay, en 2016, y luego contra Colombia, en 2022. Con la expectativa por el cielo, el rosarino no pudo estar en el primero a raíz de una inoportuna lesión en la Liga Española y tampoco en el segundo, al contraer Covid. Tras consumirse la actual eliminatoria, aquella lejana presentación ante Bolivia, hace nueve años, parece que será recordada como su última visita por tierras mediterráneas. Una pena.
Hoy Messi es una leyenda que sigue escribiéndose entre la certeza de que el final se acerca inexorablemente y la utópica ilusión de que el tiempo adicionado sea eterno.