No será un partido más el que juegue la selección argentina ante Venezuela, en la penúltima fecha de las eliminatorias clasificatorias al mundial de Estados Unidos, México y Canadá. El campeón del mundo se presentará el próximo jueves 4 de setiembre en el estadio Monumental de Núñez y podría constituirse en el último encuentro oficial de Lionel Messi en estas tierras con la camiseta celeste y blanca.
Esta última circunstancia de por sí ensalza un acontecimiento que podría cerrar para “la Pulga” un ciclo de ensueño, mientras que para la selección se transformará en el último tramo de una etapa brillante, a cuyo final llega con 10 puntos de diferencia sobre Ecuador y Brasil, sus escoltas, lo que marca su dominio y preponderancia en el circuito futbolístico sudamericano. En este torneo los números del equipo de Lionel Scaloni han sido muy buenos: ganó 11 partidos, empató dos y perdió sólo tres (Uruguay, Colombia y Paraguay).
Seguramente Messi será vivado y aplaudido al tiempo que el martillo golpeará la mesa del simbólico juez, que pedirá un poco de orden y dictaminará la decisión casi unánime del pueblo en favor de quien se mostró siempre dispuesto a defender con dignidad y magia los colores argentinos. Después de Qatar, Messi ha sido abrazado definitivamente por el hincha argentino, sin soslayar que el comportamiento hubiera sido al menos parcialmente al revés si el rosarino no hubiera traído el trofeo máximo para Argentina.



En el transcurso de su inevitable despedida, quizá sea ante Venezuela el primer hito de muchos más, eslabón inicial de una cadena interminable de homenajes al extraordinario jugador que hasta ahora se está dejando llevar por su virtuosismo y la buena respuesta física a sus 38 años a la antesala del que sería su sexto mundial.
Argentina, que sólo ha perdido ocho encuentros después de su enorme frustración en el mundial de Rusia en 2018, moverá imaginariamente los brazos en el saludo satisfecho de un equipo que desde 2021 ganó todo lo que se le puso en el camino, adornando esa consecución de títulos con su tercera medalla conseguida en el acontecimiento asiático.
Para enfrentar al conjunto Vinotinto, que pugna por jugar el repechaje para llegar por primera vez a un mundial, Scaloni no contará con Enzo Fernández, suspendido por dos fechas por su expulsión ante Colombia, aunque sí podrá disponer de la mayor parte del plantel que lo ha acompañado en su exitosa gestión, entre quien se cuenta a Nicolás Otamendi, ausente en el encuentro ante los Cafeteros.
Los cordobeses estarán representados por Nahuel Molina, Cristian Romero y Julián Álvarez, no habiendo sido convocado Paulo Dybala ni tampoco Mariano Troilo, de reciente incorporación al Parma de Italia. La sorpresa mayor fue la inclusión de José Manuel López, ex Lanús, actual delantero de Palmeiras, además de las de Julián Soler, de Bournemouth de Inglaterra, Valentín Carboni, de Genoa de Italia, Alan Varela de Porto de Portugal y Claudio Echeverri de Bayern Leverkusen de Alemania.
Este es parte del contexto que envolverá otra presentación de un equipo que, a diferencia de otros campeones mundiales argentinos, con los años no ha perdido su productividad, sostenida por una permanente actitud desafiante ante los acostumbrados desafíos que se le han presentado en su derrotero como soberano ecuménico.