No hay casualidades en la historia de Matías Machado. Desde que llegó a Racing de Nueva Italia, el volante de 24 años se transformó en un nombre que ya no pasa inadvertido: siete goles, un par de asistencias y la admiración de la gente de la Academia son apenas la punta del iceberg de un presente que lo coloca en la mira de clubes de Primera División.
Machado tiene contrato hasta fin de año con Racing, que posee la opción de compra del 50% de su ficha. Juega de volante por derecha, aunque comenzó su carrera como lateral, y llegó al club desde Colegiales, equipo con el que logró el ascenso a la Primera Nacional. Hizo inferiores en Tigre y jugó en la Reserva, sin llegar a debutar en la Liga Profesional.
En charla con La Voz, recordó sus primeros pasos: “Yo arranqué jugando en un equipo que se llama Barrio Unido, soy de Apóstoles, un pueblo a 40 kilómetros de Posadas. Hice inferiores en Rosamonte y de ahí me fui a Tigre para jugar en la séptima”.
Con 13 años se mudó a Buenos Aires: “La adaptación fue complicada, pero mi sueño era jugar en Primera. Fue un cambio brusco, pero me fui acostumbrando porque tenía claro cuál era mi objetivo”.
Sobre su polifuncionalidad en la cancha, explicó: “Cuando era chico jugaba de delantero, hacía muchos goles. En inferiores siempre jugué de volante por derecha o de ‘5′. Y en la Reserva de Tigre, un día ante Platense faltó el lateral derecho y me pusieron ahí. Jugué un montón de partidos como ‘4’. Incluso a Colegiales me llevaron para jugar de defensor. En el segundo año recién pasé a ser volante”.
La mente en la Academia
En otro momento de su visita a este diario, Machado recordó cómo llegó a la Academia: “El año pasado hice nueve goles. Y la dirigencia de Racing ya me tenía visto. Antes de ascender con Colegiales ya me habían sondeado. Hablé con Diego Cochas y terminé llegando”.
Sobre los cambios de entrenadores que tuvo este año, comentó: “A veces esas cuestiones pueden salir bien o mal. Con Diego estábamos en puestos de Reducido, veníamos jugando bien. Con Héctor (Arzubialde) no pudimos encontrar regularidad y ahora nos estamos acomodando otra vez con Hernán (Medina). ‘La Tota’ encontró el equipo, estamos más cómodos”.
Con los tres técnicos jugó de volante por derecha: “Yo me amoldo a lo que me piden. Y cuando puedo, me animo a pegarle al arco de lejos, tengo buen remate”.
Por otra parte, “Macha” valoró también la experiencia de sus compañeros: “Siempre es bueno tener en el plantel a tipos como Pablo Chavarría y Wilfredo Olivera. Son los que apuntalan el barco, los referentes. Nos dan el ejemplo y nos enseñan por dónde tenemos que ir”.
Sobre la chance de sumar lo máximo posible en estas cuatro fechas y jugar el Reducido dijo: “Estamos pendientes de los partidos de los rivales, pero primero tenemos que hacer nuestra tarea. La categoría está muy pareja y nada te asegura nada”.
Y evaluó a los equipos que considera fuertes: “El primer ascenso, para mí, va a estar entre Deportivo Madryn y Gimnasia de Mendoza. Creo que son los dos mejores, junto con Gimnasia de Jujuy y Atlanta”.
Más adelante, Machado dejó claro que sueña en grande: “Otro sueño mío es jugar en Primera y también en la selección. Pero antes deseo poder ascender con Racing. Si me toca jugar en Primera con otro equipo, estaría muy contento también”.
Su presente es tan bueno que un club de Córdoba y otro de Buenos Aires ya lo sondearon para que juegue en la Liga Profesional: “Tengo que tener los pies sobre la tierra. Si hago las cosas bien, lo otro llega solo. Por ahora solo pienso en Racing, estoy muy contento. Ellos tienen opción de compra del 50% de mi ficha”.
Y cuando habla del club y la ciudad, se nota la conexión: “Racing es un club muy grande, la ciudad me encanta, me siento como en casa. Nuestro objetivo está claro: queremos meternos en el Reducido y pelear por el ascenso. La categoría es muy dura, pero la vamos a pelear hasta el final”.
Porque Machado no sólo juega al fútbol: lo vive, lo siente, y en cada pase, en cada gol, deja un pedacito de su historia. De Apóstoles a Racing, con sueños de Primera y la certeza de que el camino hay que recorrerlo con los pies firmes en la tierra… y el corazón en la redonda.