En este escenario de transición, Mariano Levisman (29 años) recibió un Talleres en crisis, concibió su propia forma y la aplicó. El más joven entrenador que haya tenido el primer equipo en la historia del club concibió un Talleres de “hoja en blanco” y lo definió como un equipo “más liberado” de las “responsabilidades pasadas”. Fue distinto al “Talleres intenso y con identidad” que propuso Alexander Medina y del “Talleres del orgullo” de un motivador como Pablo Guiñazú, en versiones que no llegaron a la expresión futbolística que pudiera parecerse al que obtuvo la Supercopa Internacional ante River, en Paraguay.
“Este trazado de hoja en blanco que habíamos planteado previo a Libertad dio sus frutos. Muestra a un equipo un poco más liberado en la cancha de responsabilidades pasadas. Que tiene empuje, que va hacia adelante. Yo siento que más que táctico, el cambio que tuvimos fue la conexión y el enfoque que tuvieron los jugadores, para sobrellevar situaciones positivas o adversas. Hay que se resilientes e ir hacia adelante, con valentía”, explicó Levisman.
Algo que ocurrió al término del juego en el que Talleres venció a Alianza Lima de Perú por 2 a 0 y lo dejó tercero, dentro de los clasificados a Copa Sudamericana, a una fecha del cierre del Grupo D de la Libertadores, de la que fue eliminado.
¿Fue mejor este Talleres que los otros? La respuesta fue la diferencia que establecieron los jugadores en la cancha, que son los mismos de los procesos anteriores. Ni más ni menos. ¿Qué dijo Augusto Schott, capitán ante la ausencia de Guido Herrera, por un desgarrito, y de Nahuel Bustos, en el banco?
“El mensaje no ha cambiado en absoluto. Es el mismo que nos dio Mariano (Levisman), que fue parte del cuerpo técnico del ‘Cacique’ (Medina) y del ‘Cholo’ Guiñazú). Era volver a recordar el partido de allá en Alianza Perú, en el segundo tiempo, en el que se notó esa vergüenza deportiva de ir al frente y de luchar hasta el último minuto”, comentó “el Jefecito”.
En el peor momento
Levisman vivió de cerca ambos procesos, en los que ningún DT pudo cumplir sus objetivos de juego y que dio como resultado un Talleres dividido, en el que muchos jugadores jugaron a lo que les salió, lejos de la planificación bajada.
A Medina le propusieron irse y “el Cholo” renunció al interinato porque no pudo darle lo que “Talleres necesitaba en ese momento” y dejó picando la frase “si pasó algo o no en el vestuario dejame que me lo guarde”. Ese Talleres, eliminado de Copa Argentina (ante el Deportivo Armenio de la B Metropolitana en definición por penales), del Apertura de Liga Profesional (contra Platense y quedó penúltimo en Zona B) y en descenso directo por tabla anual, fue el que recibió Levisman.
¿Cómo haría en ese mismo lugar en el que referencias como Medina y Guiñazú no habían podido? Un Talleres de “ciclos cumplidos” para varios futbolistas, según Fassi y con la gente cantando “Oooh que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
Lo primero que hizo fue aprender y simplificar la comunicación, aún cuando varios jugadores fueran mayores que él. No era la primera vez. Con 28 años, Levisman ya había tenido su debut absoluto frente a Estudiantes de La Plata con el 1-0 por Liga Profesional, cuando se fue Walter Ribonetto (hoy en Melgar), con gol de Rubén Botta. Fue antes de la llegad de Alexander Medina, a quien había acompañado en la gestión anterior y cuando se fue de la “T” como colaborador en Inter, Vélez y Granada.
Un año después, le tocó asumir, tras la renuncia del “Cholo”, de quien era entrenador alterno. Ese “Talleres de hoja en blanco” fue con un Botta más directo, dos extremos, un “9” que tratan de jugar a un toque y que parte de Matías Alejandro Galarza. Augusto Schott de capitán, una defensa que disimula más sus limitaciones y Javier Burrai, al arco, completan las novedades defensivas.
Arrancó ante Libertad, ese 0-0 que fue el primer punto en Libertadores , siguió ante Alianza con ese 2 a 0 y seguirá el martes 27/05 ante São Paulo, en Brasil.
Mientras el presidente Andrés Fassi sigue buscando DT definitivo, se vive el Talleres de la “hoja en blanco” hasta nuevo aviso.
Es el Talleres de Levisman, de aquel que jugó en Liga Cordobesa y también dirigió en “el fútbol de los barrios”; aquel que fue analista de video y DT del semillero de la “T” cuando podía ser economista, hasta llegar al primer equipo.