Ganaba, había gustado en el primer tiempo y estaba sumando tres puntos de oro. Lo tenía ahí, servido. Pero el fútbol -caprichoso como siempre- le recordó a Instituto que los partidos duran hasta que el árbitro pita el final. Platense, con una mano que ni el VAR quiso ver, le robó dos puntos a segundos del final. Y, para colmo, casi lo deja nocaut en la jugada siguiente.
La tarde había empezado como una postal soñada. Alta Córdoba de fiesta por los 107 años del club, tribunas casi repletas y un primer tiempo que fue, tal vez, lo mejor del ciclo de Daniel Oldrá.
El “Gato” había armado un equipo que se comió a Platense en cada rincón de la cancha. Puebla, con asistencia quirúrgica del paraguayo Romero, rompió el cero. Antes y después, dos tiros en los palos y un bombazo al travesaño avisaban que el próximo golpe estaba al caer.
Alex Luna manejaba los hilos, Romero hería por la otra banda, Moreyra mandaba en el medio, y atrás Requena y Alarcón achicaban cualquier intento “Calamar”. El 1-0 al descanso era corto. Muy corto.
Pero en el complemento, el libreto se arrugó. La Gloria cedió la pelota, se refugió demasiado y apostó a una contra que nunca terminó de ejecutar bien. Los cambios no ayudaron. Jhon Córdoba entró con una ovación similar a la que supo tener el moreno Djorkaef Reasco pero no pesó: pérdidas peligrosas y chances dilapidadas. Jonás Acevedo y Franco Díaz tampoco pudieron torcer el guion.
De no creer
El reloj ya marcaba el minuto 94 de 95 cuando Ignacio Schor bajó una pelota con la mano en el área albirroja. Martínez la mandó a la red y Gariano, sus asistentes y el VAR miraron para otro lado. Gol con polémica y 1-1 que dolió como piña seca al mentón. Instituto quedó tambaleando.
En la siguiente, otra vez Martínez infló la red, pero el VAR lo salvó al Albirrojo con un offside. Demasiado tarde: el daño ya estaba hecho con lo ocurrido en la acción anterior.
El silbatazo final dejó bronca espesa en el aire. La gente se fue mascullando lo que pudo ser: tres puntos vitales para prenderse arriba celebrados en casa y en semana de cumpleaños. En cambio, fue empate con sabor a derrota, manchado por errores propios y ajenos. El fútbol tiene estas cosas: en un rato, te lleva de la gloria a la nada.
Quedó nomás la satisfacción de haber visto durante 45 minutos un equipo cerca del techo de su nivel y que maniató al último campeón. Pero luego se conformó, se cansó y se fue apagando.
Tendrá ahora que dar rápido vuelta de página. El viernes volverá a jugar ante Unión de Santa Fe en Alta Córdoba con la obligación de ganar para, de algún modo, recuperar los dos puntos que ayer dejó en el camino-
Y ahí está el dilema: o este empate se pierde en la pila de recuerdos inofensivos cuando se cuente la historia del campeonato, o quedará marcado como el punto en el que Instituto dejó escapar un tren que ya tenía boleto y asiento reservado. Porque este domingo, en Alta Córdoba, la Gloria tuvo todo para brindar por su cumpleaños… y terminó apagando las velas con bronca.