La principal virtud que tuvo Talleres para empatar un clásico que le presentó esquivo y adverso desde su inicio, fue remontar el partido dos veces. Algo que ya mostró en un par de partidos de la Copa de la Liga, pero que no oculta la reaparición de los errores defensivos que le lcuestan goles en cada partido.
Tuvo que ir remando el partido desde atrás desde su inicio, por ese error de Catalán en la marca que le permite a Reyna poner en ventaja al Pirata. Fue al minuto de juego, algo muy difícil de explicar en un clásico, donde la concentración debe estar más firme que nunca. Un error rápido y a buscarla adentro. Pasó contra Argentinos, Instituto y Barracas.
Reacción
Después, con un gran esfuerzo y con el mérito de saber salir del shock, logró empatarlo con ese eslalon rápido en diagonal de Ramón Sosa y el zapatazo que superó a Losada.
Pero cuando parecía que Talleres podía manejar el juego, otro error defensivo en la toma de marcas de Meriano por Catalán y Rodríguez, concluyó con el gol de palomita del central pirata.
Dos errores defensivos, dos goles. ¡Bingo! Y película repetida. Para colmo, en tiempo de descuento, Nahuel Bustos ejecutó mal ese penal que le atajó Losada y que podría haberle permitido al equipo de Walter Ribonetto irse en desventaja al entre tiempo. Pero, lo que son las cosas, la virtud que este equipo tiene, y que otros no, salió otra luz: la resiliencia, la capacidad de levantarse y salir a flote, con la misma rapidez con la que lo habían madrugado en el arranque del partido.
Nahuel, de un flojo partido, tuvo el gran acierto de habilitar bien a Alejandro Martínez y empatar un clásico que se le hacía muy cuesta arriba.
Todo lo bueno y lo flojo que la “T” viene mostrando en el torneo se vieron anoche. Un equipo que atacando puede pintarle la cara a cualquiera, pero que con la misma facilidad le convierten por errores no forzados, por una cuestión de evidente falta de equilibrio.
Está claro que es muy difícil plantearle un “Tú a Tú” a Belgrano en su cancha y Talleres lo consiguió, y en contextos adversos. Un rasgo de personalidad y entereza que vale destacar. Pero la repetición de errores defensivos, desconcentraciones y desatenciones no pueden seguir. Le generan pocas situaciones y le marcan mucho.
Es una realidad que al DT albiazul le cuesta resolver, teniendo un plantel rico en individualidades, técnica y jerarquía. Lo trabajó durante la semana para que en el clásico no se reiterara, pero volvió a suceder.
Todo el esfuerzo y las virtudes que se le reconocen a este grupo para atacar y convertir, se desperdicia con semejantes errores a la hora de defender.
Un equipo que genera juego con la misma facilidad que lo pierde cuando Rubén Botta no la tiene. O que por la falta de ese equilibrio muestra a un Ramón Sosa picante y desequilibrante, que hace magia y empata un partido complicadísimo, para que después en una siesta le conviertan con la misma comodidad.
Cuando resuelva ese dilema, Talleres pasará a ser un candidato serio al título. Pero, mientras no lo solucione, deberá seguir esperando para serlo.
