En un partido que se le hizo muy cuesta arriba, un error de un exjugador albiazul terminó dándole el ansiado pase a Talleres a la final de la Copa Argentina ayer, en el Parque Independencia de Rosario, frente a Banfield. Un ajustado 1 a 0, que refleja todo lo que le costó a Talleres sacar adelante un juego en el que hizo un mal primer tiempo y que después pudo remontar, por algunas virtudes propias, por la ayuda del error ajeno y el oportunismo de un goleador como Michael Santos que en la única que tuvo mostró su jerarquía.
El encuentro arrancó con un clima de final: fricción, roce, intensidad y mucha fuerza en la disputa de cada pelota, especialmente en el mediocampo.
Tuvo sus chances Banfield que llegó más y mejor en el primer cuarto de hora, aprovechando algunas desinteligencias en el fondo albiazul. Cruz, Enrique y Urzi llegaron, sucesivamente, con peligro al área de Aguerre, pero no estuvieron certeros a la hora de definir.
Coronel, con sus vertiginosas trepadas por la banda derecha, complicaron a Buffarini y lo hizo amonestar tempranamente. Había desacuerdos en la toma de marcas entre Catalán y Pérez, el equipo lucía confundido y el pecado de Banfield, con el correr de los minutos, fue no haber plasmado su dominio, territorial y de control del juego, en la red.
A partir de la media hora, la “T” comenzó a mejorar. Villagra se asentó en el medio y empezó a ganarle la porfía por el balón al “Colo” Cabrera, Garro apareció más activo y la pelota comenzó a llegarle a Valoyes con frecuencia.
No le alcanzó al Albiazul para inquietar a Cambeses, pero al menos sí para detener el asedio del Taladro. A los 39m, Javier Gandolfi dispuso la salida de Buffarini y el ingreso de Benavídez, porque consideró que “Chacho” corría el riesgo de ser expulsado. Y con el ingreso del pibe Alvez por Pizzini, pensó en activar la banda izquierda.
El primer tiempo se fue con esa inercia, pero sin ser ampliamente superior, Talleres arrancó mejor el complemento. Fue más vertical hacia el arco de Cambeses y con el ingreso de Matías Esquivel por Garro -llamativamente le costó hacerse de la pelota y hacer jugar al equipo- ganó en ambición ofensiva. Banfield perdió el control de la pelota en el medio y la “T” lo aprovechó.
Fue así que a los 33m, en una rápida contra albiazul, un exjugador de Talleres, “el Negro” Alejandro Maciel, se equivocó al querer despejar, le regaló la “pifia” a Santos y el uruguayo hizo lo que tenía que hacer: el gol. Quizá no era todo lo que merecía Talleres, pero tener un punta de jerarquía le permitió dar vuelta el juego en una jugada.
Lo que vino después fue un torbellino de Banfield en busca del empate, pero lo que no había logrado la “T” en todo el partido lo consiguió en el final: acomodarse en defensa, aguantar y no cometer errores. En un par de ocasiones lo tuvo el Taladro y en una Pérez salvó sobre la línea. Con susto, el objetivo se consiguió.
