“Claro que ganar es importante, pero nosotros lo hemos conseguido de una manera en la que contagiamos a la gente”. El lunes, en la conferencia de prensa previa al triunfo de este martes ante Chile, el entrenador argentino Lionel Scaloni destacaba una de las características innegables que tiene el equipo que dirige: su capacidad de contagiar.
Esta selección cumplió en su momento con la difícil misión de volver a ilusionar por su manera de encarar los partidos, por sus convicciones y por su solidez. Y, obvio, por los resultados positivos que terminaron en tres títulos consecutivos: la Copa América 2021, la Finalissima y el Mundial de Qatar.
Pero además, ahora consigue algo mucho más complicado: sigue ilusionando con su forma de asumir los compromisos, de dejar todo en cada pelota, de enaltecer los colores celeste y blanco. Es una selección que genera orgullo y provoca emociones.
Y el público, al que le sigue generando sensaciones positivas, agradece con demostraciones como las de ayer en Nueva Jersey, como las del lunes en Nueva York o como las que se dan en cada rincón del mundo donde juegue.
Y entre tantos aspectos para elogiar de esta selección, la competencia interna en el plantel permanece inalterable, con varias alternativas por puesto y un grupo cada vez más jerarquizado y homogéneo.
Por eso, nadie (salvo Lionel Messi) tiene el puesto asegurado y por eso el equipo mantiene el hambre que lo llevó a ser el mejor. Más allá de cualquier resultado, que este martes volvió a ser con victoria.
