El futuro de Alejandro Garnacho en el Manchester United está al rojo vivo a días del arranque de la nueva temporada de la Premier League. Después de un año complicado, en el que perdió protagonismo y sumó roces internos, el delantero argentino quedó en el centro de uno de los culebrones más grandes del mercado inglés. El club lo puso en la lista de transferibles, pero la salida no se dio porque no llegó ninguna oferta que se acercara a lo que pedían los de Rúben Amorim.
El que más fuerte se movió fue el Chelsea, que quiere llevárselo para juntarlo con Enzo Fernández. Hubo charlas, sí, pero el acuerdo está lejos: el United pide unos 70 millones de euros y en Londres lo ven como un precio demasiado alto. Las negociaciones se enfriaron, aunque no están muertas, y en Stamford Bridge todavía sueñan con que la operación se destrabe en los próximos días.
Cansado de la falta de avances y de una relación que ya parece rota, Garnacho habría sido claro con los dirigentes, según contó el periodista Fabrizio Romano: “O me venden al Chelsea o me quedo acá sin jugar por 6 o 12 meses”. El contrato del argentino va hasta junio de 2028, pero su vínculo con Amorim está en el peor momento y la reconciliación suena casi imposible.
Nada que ver con aquel pibe que irrumpió con todo en Old Trafford. Desde su debut, Garnacho jugó 144 partidos, marcó 26 goles, dio 22 asistencias y levantó dos títulos: la Carabao Cup 22/23 y la FA Cup 23/24. Con la camiseta de la Selección Argentina ya disputó 8 partidos y fue parte del plantel que ganó la Copa América 2024.
Hace poco, después de la polémica por una foto con un vapeador, el pibe mostró en redes su rutina de entrenamiento, con un guiño a sus dos ídolos: Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. En una historia de Instagram se lo ve recostado en una camilla, con tres gigantografías detrás: La Pulga, CR7 y él mismo, con su apellido y el número 17 que luce en el United.
Todo en su gimnasio privado, armado a medida en su casa y decorado con murales no solo de Messi y Cristiano, sino también de Michael Jordan y Muhammad Ali. Una especie de santuario deportivo, pensado por un pibe que creció soñando en grande… y que ahora está en medio de una de las decisiones más importantes de su carrera.