Daniel José Valencia es uno de los tipos que más tiempo disfrutó a Luis Adolfo Galván. Jugaron en los mejores Talleres, fueron campeones del mundo en 1978, jugaron en España 1982, siempre bajo la tutela de César Luis Menotti y hasta que se enfermó el santiagueño, trabajaron juntos en el semillero albiazul.
Desde su IG escribió esta semblanza:
Sobre todo a los más jóvenes, quiero contarles algo. Antes de que las luces y los flashes invadieran cada rincón que nos correspondía. Antes de la tercera y la segunda, llegó la primera. Y en esa primera hubo artífices de todo tipo.
Algunos ruidosos, otros celebrados. Pero hubo uno —silencioso, tímido— que fue, sin lugar a dudas, un maestro. Los diarios lo calificaron con un 10 en aquella final contra Holanda. Para mí, se quedaron cortos. Porque desde Santiago del Estero, desde el interior profundo del país, no había nacido solo un campeón del mundo. Había nacido una leyenda.
¡Qué privilegio fue disfrutar tantos años de vos, Luisito! No sólo con la celeste y blanca, sino en nuestro querido Talleres, donde tu entrega fue siempre una enseñanza más que un espectáculo.
El sábado vi que te hicieron una bandera. Ojalá hayas podido verla. Era un mimo que te merecías hace muchísimo tiempo. Tal vez sí la viste. Tal vez era ese último saludo que estabas esperando para irte. A los que quedamos acá nos duele. Duele mucho. Y a mí, en lo personal, me pesa haber tenido que escribir tantas despedidas.
El tiempo avanza sin pedir permiso, llevándose pedazos de lo que fuimos…Pero no se lleva todo. Porque allá donde vayas, estoy seguro de que vas a seguir enseñando.
Gracias por tanto, Luis.
Un abrazo eterno. Para siempre.